
Una velada excepcional
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Concierto de la pianista española Rosa Torres Pardo organizado por el Teatro Colón, con el auspicio de la embajada de España. Programa: versión integral de la Suite "Iberia", de Isaac Albéniz. 1º cuaderno: "Evocación", "El Puerto", "Corpus en Sevilla"; 2° cuaderno: "Triana","Almería", "Rondeña"; 3er. cuaderno: "El Albaicín", "Polo", "Lavapiés"; 4° cuaderno: "Málaga","Jerez" y "Eritaña". En el Teatro Colón.
Nuestra opinión: excelente
Como una piedra preciosa, este recital único -por varios motivos- lució con incomparable fulgor propio engarzado azarosamente en medio de la febril actividad pianística del certamen internacional y el próximo Festival Argerich por desarrollarse en el primer coliseo.
Obra completa
Rara vez se ha ofrecido en el Colón la Suite "Iberia" completa, como en esta ocasión, y rara vez el abordaje ha sido tan exhaustivo desde todo punto de mira. De este hecho sólo se registran realizaciones históricas, como la del estreno de sus cuatro cuadernos -separadamente- en París por la eminente Blanche Selva entre 1907 y 1909. Si a esto se agrega que "Iberia" es poco menos que la consumación del arte pianístico de Albéniz, con sus doce composiciones de largo aliento y elaborada factura, compuestas en las postrimerías de su vida, cuando España era para él -musicalmente, al menos- una evocación fuerte y necesaria.
Se comprenderá la magnitud del hecho artístico que significa haberla ofrecido en vivo integralmente en una noche en verdad excepcional. Es una lástima que un concierto de estas características haya sido anunciado con escasa antelación y que el público asistente no pudiese disponer de un programa impreso de mano para seguir su desarrollo.
Perfecto contralor
Rosa Torres Pardo concentró todo su esfuerzo en esta versión integral; al hacerlo puso en evidencia un arsenal considerable con perfecto contralor de recursos técnicos y expresivos, algo que el propio Albéniz soñó quizá cuando conoció y se perfeccionó con Liszt, cuando tenía 20 años, en su época juvenil de concertista trotamundos.
Las doce piezas que conforman la Suite "Iberia", dividida en cuatro cuadernos, son de extraordinaria complejidad pianística y musical; no es sólo complicada de ejecutar, contiene armonías inéditas en la música española de teclado con cambios repentinos e inesperados, y se halla animada por una inspiración y fantasía muy libres, y aun osadas. Hay inserciones de efectos instrumentales, como la guitarra o las castañuelas. Sus piezas, de largo aliento, son dispares en carácter, plenas de colorido, en las que la influencia impresionista de la época se halla presente.
Evocación
España se encuentra presente en cada una a través de la evocación, del recuerdo ensoñado, antes que el realismo sonoro característico de la "Suite Española", por ejemplo, pero las imágenes evocadas cobran unas veces una intensidad enceguecedora y deslumbrante, y en otras el color se funde con la evocación misma.
Todo esto fue asumido por Torres Pardo de manera natural, sin esfuerzo aparente durante su ejecución, con una amplia disponibilidad de medios gracias a los cuales la sonoridad destacó en primer lugar con clara definición y plenitud, si bien en piezas como "Evocación" el claroscuro sirvió para acentuar su carácter explícito y el de toda la serie.
Un aspecto importante en su interpretación fue la nítida disociación de ambas manos para dar expresión a las voces del bajo, o a las intermedias del discurso sonoro, tal como aconteció en "El Puerto", con matices impresionistas, y en "Almería", donde el canto inferior se eleva para dibujar con nitidez la copla.
"Corpus en Sevilla", en cambio, fue una verdadera estampa de la ceremonia religiosa, con acusada austeridad en los acordes iniciales y notable despliegue en sus fiorituras y adornos, delineados con notable pulcritud y gracia, mientras la mano izquierda ejecutaba impresionantes saltos con absoluta precisión.
Otro aspecto notable del desempeño de Torres Pardo fue el acertado empleo de los pedales y la elaboración de todos los matices que encierra el discurso de Albéniz aplicando una diversidad admirable de géneros de toque como pudo apreciarse en "Rondeña" que, unido a su sentido del color, confirió a su interpretación un carácter especial.
Vuelo expresivo
Expuesta en último lugar del segundo cuaderno, en "Triana" dio al canto todo el generoso vuelo de la expresión, con sus acentos incisivos carentes de rispidez y un despliegue de color en la densa trama pianística.
La España que internalizó Albéniz en "Iberia" apareció finamente diseñada en "El Albaicín", con una agógica que dio al movimiento y el fraseo una especial flexibilidad, para exponer su complicadísima textura, haciendo oír los sonidos apagados de una guitarra en una sugestiva evocación nocturna.
Por algunos momentos, la perfecta posición que mantuvo Torres Pardo frente al piano -lo cual facilita la aplicación de sus recursos técnicos- se alteró con un suave balanceo de hombros para acompañar el ritmo entrecortado y contagioso de la danza en"Polo", al término de la cual el público celebró con un aplauso.
"Lavapiés" y "Málaga", con sus densas texturas sonoras, sobre las cuales campea la melodía en medio de arabescos, particularmente en la segunda, permitieron apreciar el definido canto de la mano izquierda.
El clima recoleto, casi religioso de "Jerez", fue recreado con propiedad extrema; el canto surgió entre los arabescos más elaborados con un hispanismo de pura cepa como el que caracterizó a todo el recital de Torres Pardo, regulando las tensiones y distensiones del discurso dicho con inusual expresividad y colores impresionistas.
Los acordes firmes y vigorosos de "Eritaña" enmarcaron el brillo y esplendor de la pieza final de la serie, con una pujanza y un vigor dignos de encomio, propios de un temperamento como el de Rosa Torres Pardo, capaz, como lo demostró, de revitalizar esta notable exhumación.
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