En Chapelco, reviven su historia de amor, juran que no renunciaron al sueño de casarse y presentan a sus herederos: Romeo, el hijo de Florencia, y Vito y Ciro, de Federico
"¡Todo, me gustó todo!”, le dice al oído su hijo Romeo (8) cuando Florencia Bertotti (33) le pregunta qué es lo que más disfrutó de sus últimas vacaciones en Chapelco. Romeo –fruto de su matrimonio con Guido Kaczka (38)– no puede disimular su alegría al recordar la última escapada al sur junto a la familia ensamblada que su mamá formó hace seis años con Federico Amador (40) y sus dos hijos, Vito (10) y Ciro (7). La estadía de cinco días incluyó esquí por primera vez para los chicos, un paseo en trineo tirado por perros siberianos y, por supuesto, la infaltable guerra de bolas de nieve. “Las carcajadas y la emoción de Romeo no los cambio por nada. Para los chicos fue una experiencia espectacular y quedaron copados con el esquí… Se volvieron locos poniéndose el casco, las antiparras, todo el equipo. Justo están en una edad en la que este tipo de vivencias no se las olvidan más”, cuenta la protagonista de Silencios de familia.
–¿Cómo fue la rutina de las vacaciones?
–Nos cuesta llegar al desayuno del hotel porque somos un batallón, así que arrancamos súper tranquilos, con unos mates, haciendo fiaca en la cama antes de empezar el día. No me gusta levantarme y salir corriendo, me deprime. Cuando terminábamos el desayuno, nos metíamos de lleno a la actividad de montaña.
–¿Por qué eligieron los paisajes del sur para descansar?
–Fede es súper extremo y a todos nos gusta mucho la naturaleza y la vida al aire libre. Nos encanta salir a caminar, hacer excursiones, juntar ramitas, armar un fogón. Siempre tratamos de que los chicos vivan este tipo de experiencias para que aprendan a disfrutar de las pequeñas cosas. Si bien nosotros vivimos fuera de la ciudad y soñamos con mudarnos al campo el día de mañana, cuando los chicos estén más grandes, siempre es bueno cambiar de aire.
–Con Fede y sus hijos formaron una nueva familia…
–Me divierte esta familia que armamos. Los chicos juegan mucho entre ellos, se ayudan, son muy compinches. La verdad es que no lo siento como un ensamble. Somos una familia a secas y así lo vivimos, muy unidos, todos nos queremos mucho. Los hijos de Fede son parte de mi vida, son los hermanitos de Romeo, y eso se vive con naturalidad desde que estamos juntos.
–Hace seis años que están juntos y según sus miradas y gestos, pareciera que están tan enamorados como el primer día.
–¡Sí, re! Los dos somos súper cariñosos y atentos… Cuando estoy con Fede siento como si estuviéramos saliendo hace dos meses. Nos seguimos buscando en los gestos cotidianos de tomarnos de la mano, abrazarnos, encontrarnos en la mirada del otro. También tenemos nuestros días especiales en los que estamos solos. Nos seguimos divirtiendo mucho y eso es buenísimo. Hay mucha conexión, compartimos un mismo proyecto de vida y lo nuestro fluye naturalmente, porque al final de cuentas, de eso se trata estar enamorados.
–¿Cómo es Federico?
–Es un hombre muy cariñoso, sensible, atento y tranquilo. Nunca se toma las cosas a la tremenda, tiene mucha paz y eso me hace muy bien.
–¿Hay planes de casamiento?
–Los dos estamos planificando nuestra vida juntos y algún día nos casaremos. Con Fede tenemos la premisa de vivir mucho el presente, el minuto a minuto, el camino que trazamos día a día. No quiero correr detrás de las zanahoria y prefiero creer que estas cosas se van a ir dando naturalmente. Obvio que el sueño de casarnos siempre está presente, pero no nos desespera. Ojo, tampoco soy de las que dicen “otra vez no me caso ni loca”. ¡Yo me casaría y con todo! (Se ríe)
–¿Les gustaría tener un hijo?
–Nos encantaría, somos re profamilia. Ahora estamos muy cómodos, pero nos gustaría mucho agrandar la familia. Así que por ahí vamos, madurando esa idea.
- Texto: Jacqueline Isola
- Fotos: Diego Costantini
- Agradecimiento: Publico Press Group
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