Gillian Anderson contó que sufría ataques de pánico diarios durante las grabaciones de Los Expedientes Secretos X
“Hubo ocasiones durante esa serie en las que no estaba segura de poder continuar”, confesó la también protagonista de The Crown
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En los años 90, Gillian Anderson era la estrella de una de las series más populares de la televisión, The X-Files (estrenada en nuestro país como Los Expedientes Secretos X). Sin embargo, aquel meteórico ascenso a la fama para la actriz la sumergió en una seguidilla de ataques de pánico que la abrumaron durante largo tiempo.
En una mesa redonda organizada por The Hollywood Reporter junto a Cynthia Erivo, Anya Taylor-Joy, Elizabeth Olsen, Sarah Paulson y Mj Rodriguez, la intérprete de 48 años reveló que padecía ese tipo de episodios “a diario” mientras filmaba el programa dos décadas atrás.
Gillian se puso en la piel de la agente especial del FBI Dana Scully cuando solo tenía 24 años, en el momento del nacimiento de su primer hijo. La actriz participó en la serie desde 1993 hasta 2002 y, tras un periodo alejada del papel, retomó el rol en 2015, con el estreno de la décima temporada.
“Hubo ocasiones durante esa serie en las que no estaba segura de poder continuar”, confesó la también protagonista de The Crown. Y agregó que la ansiedad que experimentó entonces habría tenido su causa por una mezcla de “no haber lidiado con los problemas de la infancia” y la intensidad de su vida laboral.
“Al final no podía hablar de la serie, no podía verla, no podía ver fotos, no podía. Después de un tiempo, pude aceptarlo, pero cuando empecé a aceptarlo, me había separado tanto del tema que miraba mi imagen como si fuera la de otra persona. Cuando te sumerges tanto por períodos tan largos de tiempo en un papel, hay consecuencias, por supuesto que hay consecuencias”, relató.
Los ataques de pánico la llevaron a practicar la meditación como medida sanadora, técnica de relajación que le permitió seguir adelante con su vida y con su profesión.
Madre de tres hijos, Anderson también se refirió a las dificultades que atravesó a la hora de compaginar su vida laboral con la maternidad. Al convertirse en madre de su primera hija, Piper, de ahora 22 años, Gillian sintió la necesidad de estar trabajando aunque, cuando estaba lejos de su recién nacida, sentía que debería estar en casa con ella: “Es ese tira y afloja constante”, valora hoy.
LA NACIONTemas
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