Mark Ruffalo, verde de furia
Enojado con la situación política de su país, pero también esperanzado por nuevas formas de activismo, el actor que interpreta a Hulk cuenta por qué aceptó sumarse al boom de los superhéroes en el cine
LOS ÁNGELES. - Mark Ruffalo ha interpretado papeles muy diversos: un superhéroe con problemas de ira, un periodista que investiga casos de pedofilia encubiertos por la Iglesia en Boston, un detective obsesionado con un asesino serial y un productor de música venido a menos que encuentra una posibilidad de redención en una joven cantante inglesa, entre otros. Tan distintos entre sí, estos personajes tienen en común una enorme pasión por lo que hacen. Tal vez esa característica ya estaba marcada en los guiones de Los vengadores, Zodíaco, En primera plana y ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?; pero es inevitable pensar que tiene mucho que ver con lo que Ruffalo les aportó como intérprete.
Escucharlo hablar un rato será suficiente para comprobar la sospecha de que la pasión es una cualidad que el actor comparte con sus personajes. En una charla a solas con La Nación revista, a propósito de su trabajo en Thor: Ragnarok, que se estrena esta semana, el actor despliega el mismo aire afable y seductor que en el cine, combinado con la intensidad que reserva para hablar de su profesión y de su activismo político.
Ruffalo, que nació en Wisconsin en 1967, tuvo varios papeles chicos en televisión y cine hasta que saltó a la fama con Puedes contar conmigo, la película de Kenneth Lonergan en la que interpretaba al hermano de Laura Linney. A partir de entonces, fue construyendo una carrera con actuaciones notables en films como Colateral, de Michael Mann; Los estafadores, de Rian Johnson; La isla siniestra, de Martin Scorsese; Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, de Michel Gondry; y Los chicos están bien, de Lisa Cholodenko, que le valió una nominación al Oscar por Mejor Actor de Reparto, categoría en la que también compitió por sus trabajos en Foxcatcher y En primera plana.
En medio de este brillante recorrido profesional le tocó atravesar tragedias personales: un tumor cerebral del que pudo recuperarse tras someterse a una cirugía y la muerte de su hermano Scott, asesinado en 2009 y cuyo caso nunca fue resuelto. Apoyándose en su familia –está casado con la actriz Sunrise Coigney desde 2000 y tienen tres hijos–, Ruffalo siguió adelante con su trabajo como actor.
La fama conseguida gracias al cine le permitió ayudar a dar visibilidad a causas ecológicas y sociales que le interesaban, como la adopción de las energías renovables y la lucha por el acceso a agua no contaminada, entre otras, hablando sobre estos temas en la prensa, en público y utilizando el enorme alcance de las redes sociales. En la última campaña por la presidencia de los Estados Unidos, Ruffalo fue una de las voces que se alzaron en contra de Donald Trump y hoy sigue liderando marchas de repudio al actual presidente. Aunque al principio había apoyado a Bernie Sanders, el actor respaldó a Hillary Clinton cuando fue elegida como candidata demócrata y hasta participó en un video junto con otras estrellas como Robert Downey Jr., Scarlett Johansson, Neil Patrick Harris y Julianne Moore, dirigido por Joss Whedon, en el que prometía aparecer desnudo en su próxima película si Trump perdía.
-¿Cómo interpretás lo que pasó en los Estados Unidos con las elecciones?
-Creo que es una tormenta perfecta que tiene que ver con lo que hicimos en Irak; lo que pasó después de la crisis de Wall Street; los problemas económicos, la enorme grieta entre los que tienen mucho y los que no tienen nada; la pérdida de la credibilidad de la prensa, el gobierno y el sistema judicial. Lo que se está viendo ahora es el resultado de una falta de justicia en el mundo. Tenés gente que perdió la fe en todas estas instituciones y todo eso se puede rastrear en ciertas injusticias que sucedieron en los últimos diez o quince años. Siento que es algo muy complejo, pero se trata de una crisis de confianza en nuestro sistema. El hecho de que ahora tenemos un presidente que no fue elegido por el voto popular es otra expresión de esa injusticia, que se manifiesta en un gobierno y un clima particulares. Estamos viendo quiénes somos realmente, en nuestra forma más oscura y deshumanizante. Tenemos que lidiar con eso.
-En un discurso antes de las elecciones decías: “No somos gente que protesta, somos protectores de la gente”. ¿Podés explayarte sobre esta idea? ¿Qué significa ahora, después del resultado de la elección?
-Ya sea que seas una persona que vive en una comunidad donde están construyendo infraestructura que va a envenenar el agua, o estás peleándola para alimentar a tus hijos, darles cuidados médicos y educación y no tenés la riqueza que está establecido que necesitás para poder obtener esas cosas simples; es un insulto a nuestra existencia básica, a la esencia del ser humano. La idea de ser protectores de la gente es que tenemos que proteger lo que nos hace humanos: nuestra necesidad de agua potable, alimentos, aire no contaminado, seguridad. Todas las protestas que ves en el mundo en este momento, en Venezuela, Polonia, Ucrania, o en cualquier otro lado, son un grito que pide que el sistema en el que vivimos sea responsable ante la gente a la que se supone que tendría que estar cuidando. Y eso no está sucediendo. El sistema económico que tenemos está hecho para enriquecer a muy poca gente al costo de la mayoría. Eso se traslada a la alimentación, la salud y la educación. Estas son las batallas que vamos a estar peleando y se van a volver cada vez más intensas hasta que se levante esa presión que hay sobre la gente. Por eso, cuando ves personas protestando, ellos son protectores de una forma de vida justa, decente y humana.
Más allá de su activismo político y sus roles más comprometidos con causas sociales, como el que tuvo en el telefilm The Normal Heart, Ruffalo también es parte del lucrativo y lúdico universo de las películas de superhéroes. Desde 2012 el actor viene interpretando al Dr. Bruce Banner, un científico que tiene problemas de ira y se transforma en un superhéroe verde, musculoso y dueño de una enorme fuerza. El actor encarnó al famoso personaje de los cómics de Marvel en Los Vengadores, Iron Man 3, Los Vengadores: la Era de Ultrón y el año que viene estará en la primera entrega de Los Vengadores: Infinity War. Pero antes se lo podrá ver en Thor: Ragnarok, dirigida por Taika Waititi, en la que se reencontrará con el superhéroe interpretado por Chris Hemsworth y comparte elenco con Cate Blanchett, Tom Hiddleston y Jeff Goldblum.
-¿Qué tan distinto es el Dr. Banner/Hulk que vamos a ver en Thor: Ragnarok?
-Muy distinto. Él puede existir hoy sin estar necesariamente enojado, así que podés ver el comienzo del desarrollo de un personaje que tiene más de un sentimiento o emoción. Está empezando a poder hablar más.
-¿Qué te parece que le aportó el director neozelandés Taika Waititi (realizador de Casa vampiro) a Thor: Ragnarok y cómo funcionó su estilo dentro del universo Marvel?
-Creo que es brillante lo que hace Marvel de permitir que sus directores aporten su personalidad, su estilo y su visión del mundo a las películas. Aunque usen los mismos personajes y tramas, no hay una bajada de línea sobre el clima o estilo, por eso tienen películas con estéticas y personalidades tan distintas. James Gunn tiene su propia personalidad y le aporta eso a Guardianes de la galaxia, que es totalmente distinta a Los Vengadores. Creo que esto es parte de la razón por la cual Marvel funciona tan bien. Lo mismo pasa con Taika, él tiene su sentido del humor y una forma de ver el mundo que es única y propia, que lo hace ser un director interesante y maravillosamente talentoso que realiza películas hermosas. Él hizo lo que siempre hace, pero con estos personajes. Eso es emocionante también para nosotros porque nos permite probar cosas nuevas; estamos en un mundo distinto, con otro look y otras reglas. Podemos explorar eso como actores y entonces no nos aburrimos.
-En el panel que hicieron en Comic-Con estabas sacándoles fotos a tus compañeros de elenco y parecía que te estabas divirtiendo…
Sí, me estaba divirtiendo en este mundo que no está muy divertido actualmente.
-¿Te parece entretenido todo lo extracinematográfico que sucede alrededor de las películas de Marvel?
-Estoy aprendiendo a divertirme con eso. Es como un proyecto artístico en sí mismo. Está la actuación, pero también las redes sociales, el diálogo entre las películas y los fans, ¿cómo hago para que eso también sea interesante para mí? Ha sido un recorrido para mí. Es lo que es y podés ser creativo dentro de todo esto. Estoy subido a la ola, no hay nada con qué compararlo. Nunca vimos algo como esto antes. De esta última experiencia me quedo con la exhuberancia, alegría, dulzura y honestidad con la que los fans creen en esto. Hoy necesitamos eso en el mundo. Poder participar con el corazón abierto en algo así es vital en este momento. Ser más político o mandar un mensaje me parecía importante en otros momentos, pero ahora experimentar la alegría y la dulzura me resulta importante culturalmente.
-¿Por qué pensás que los superhéroes tienen tanto impacto actualmente? Existen hace mucho, pero ahora son centrales en la cultura popular. ¿Te parece que la gente necesita a los superhéroes más que nunca?
-Creo que tiene que ver con que estamos conectados para responder ante la mitología. Los seres humanos venimos haciéndolo desde siempre. Esto va directo a la parte del cerebro que trabaja con historias, conflictos culturales e ideas, de la forma en la que venimos haciéndolo desde hace siglos, con dioses y monstruos. Hay una moralidad detrás de estas historias, que es compleja en su naturaleza y que refleja los tiempos que vivimos. Por alguna razón Marvel tocó ese nervio, esa necesidad nuestra de contar este tipo de historias. Ya lo hacía Stan Lee, ya estaba en los cómics, pero cuando intentaban adaptarlo al cine quedaba limitado a la idea que el sistema de estudios tiene sobre cómo debe ser una película taquillera. Lo que diferencia a Marvel de DC es que construyeron un lenguaje rico a través de los años, las películas y los distintos personajes, que apela a esa necesidad de mitología que tiene la humanidad. Es la única razón que puedo pensar que hace que estas películas sean tan populares. Algunas de estas historias son tan locas que requieren un gran suspenso del descreimiento para poder engancharse con ellas (risas).
-¿Te parece que estas películas te ofrecen una forma simbólica de tratar temas importantes que otros de tus films hacían directamente?
-Claro. No podés pensar que vas a hacer una película para cambiar el mundo; es el mundo el que tiene que querer que una película exista para poner el foco sobre un sentimiento que ya estaba ahí. No podías hacer La mujer maravilla hace cinco años y que significara lo que significa ahora. No podías hacer Black Panther hace cinco años y que tenga el mismo valor simbólico que tiene hoy. Tenías que tener a Obama, a las hermanas Williams, necesitás que pase algo en la cultura para que esa película sea el pináculo de eso. Capitán América: Civil War es sobre la división de una unidad; la idea del bien y el mal; la fidelidad a una organización y lo que eso implica moralmente; son temas en los que estamos pensando en la actualidad. Hay mensajes que no son explícitos, no son políticos, sino que la trascienden a través de una historia de dioses y monstruos.
-La fortaleza de Bruce Banner surge de su propia debilidad, su ira, ¿tenés vos alguna característica de personalidad que es al mismo tiempo una fortaleza y una debilidad?
-(Risas) ¡Sí! ¡No tenemos suficiente tiempo para que te conteste eso! Cuando sos alguien famoso que se involucra en estas luchas, el juego que se arma es que parece que se tratara sobre vos cuando en realidad se trata sobre otras personas, sobre comunidades. Mantener eso limpio es muy importante. Somos parte del sistema que toma sin devolver y hay mucho desequilibrio. Algo de lo que hablamos mucho los activistas es que no podemos tratarnos a nosotros mismos de la misma manera en que el sistema trata al mundo y esperar que el resultado sea diferente. Tenemos que encontrar alegría, amor, comunidad, comprometernos con el equilibrio en nuestras propias vidas de la misma forma en la que le pedimos al sistema que cambie. Lo cual es difícil de conseguir. Este es un tiempo de descentralización. Todo se está distribuyendo. El regalo de Trump es el despertar de la conciencia de mucha gente. El activismo ya no es algo que las personas hacen, sino una forma de vida, una expresión de sus creencias, su humanidad y su amor. Es importante que los que están cargando con esta responsabilidad del activismo den un paso al costado y dejen que otras personas se unan, que encuentren su propia voz, fortaleza y su sentido de pertenencia. Ese es un sistema más justo. Un actor que está constantemente haciendo esto también tiene que encontrar su equilibrio. Así que me estoy corriendo un poco de ese lugar porque veo que hay otros actores que se están involucrando en estos temas. Mi naturaleza es querer hacer cada vez más y siempre pensar que no es suficiente, pero esa es una tendencia destructiva, es el mismo modelo de extraer sin reponer. Los que terminan perdiendo son mi familia, mis amigos y yo mismo. Es una lucha interesante. La descentralización de los movimientos también es positiva porque ya no pueden atacar a una sola persona, sino que tienen que atacar a miles. La última descentralización va a ser la de la energía. Mirá, la música es la que te dice siempre hacia dónde va la cultura; hace 20 o 15 años la música se empezó a descentralizar y todo lo demás siguió ese camino. La energía es la forma de controlar a la gente y va a ser la última descentralización. Todo nuestro sistema económico está basado en el petróleo, nuestra dominación militar en el mundo y nuestro sistema político se construyó alrededor de esto. Ahora tenemos la tecnología para cambiar eso. Hace cinco años empezamos a promover la idea de transformar todo a energías renovables y las oficinas políticas y organizaciones ecológicas se rieron de nosotros; ahora todos lo están aceptando. Desde que asumió Trump pasamos de 27 ciudades que iban a cambiar todo a energías renovables a 167. Ahora hay estados enteros, como California y Nueva York, que van a hacerlo. Una vez que la mayoría de la población adopta una tecnología, no hay vuelta atrás. Y ya casi lo estamos logrando. Es muy difícil porque el poder político de los Estados Unidos está muy basado en esto, pero hay un factor económico también: ahora es más barato usar energía solar o eólica.
¿Pensará Ruffalo en dedicarse de lleno a la política y postularse para algún cargo? El actor tiene una sola palabra para contestar a esto: un rotundo y decidido “no”.
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