La hija de Ricardo Fort habló de todo en un mano a mano con LA NACIÓN: desde sus ganas de tener una carrera en el medio hasta por qué “El Comandante” es su ángel de la guarda
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Muy poco queda de esa niña tímida que jugaba con su hermano mientras su padre filmaba sus realities, hacía temporada en Mar del Plata o cumplía su sueño de ser artista en televisión. Hoy, a sus 20 años, Martita Fort es toda una mujer que sueña con tener su propia carrera en el medio. “Quería empezar a estudiar actuación de vuelta. Quiero adentrarme un poco en ese mundo y en la música”, confiesa la joven que ya forma parte del scouting de Multitalent Agency y está dando sus primeros pasos en el modelaje.
Además de su costado artístico, la hija de Ricardo Fort planea explotar su costado de empresaria en la empresa de chocolates de la familia. “A los 18 nos tuvimos que adentrar un poco más en el tema de la fábrica, informarnos, estar un poco más presentes (...) En un tiempo, me veo haciéndome cargo de la fábrica. No me veo trabajando como lo único. Yo también quiero tener mi carrera, entonces no sería mi trabajo único y primordial”, advierte mientras aclara que con su hermano Felipe están pensando en hacer un producto en homenaje a su papá para expandir el negocio.
Tras asegurar que su padre siempre está presente en sueños o a través de señales, recordó a “El Comandante” como una persona honesta y sensible. “No tenía maldad, le gustaba mucho la vida que tenía, vivía por sus fans, por la gente, estaba lleno de ideas todos los días. La poca fama que tuvo (porque fue poco tiempo) la disfrutó mucho”, cuenta y asegura que lo extraña todos los días.
-Pasaron 14 años de esa vez que yo era movilera de Infama y tu papá nos había autorizado a mostrarlos por primera vez... ¿entendías algo en ese momento?
-No, era una película. Lo que más me acuerdo son las temporadas en Mar de Plata; eran terribles. Yo igualmente lo vivía con más inocencia, de una manera divertida, era despertarse y que siempre pasara algo. Siempre había gente, era un boliche mi casa (risas).
-Me acuerdo mucho de tus cumpleaños... Quiero decirte que me llegué a disfrazar de Cenicienta por vos.
- Sí, me acuerdo del armado, de los inflables en el medio del jardín. La pasaba bien porque era como un mini Disney que se armaba.
-¿Cómo era vivir con ese papá famoso rodeados de tantas cámaras de televisión y fotógrafos?
-Estaba odiada. A comparación de mis compañeros, mi vida no era normal y yo también quería eso. Me acuerdo de Mar del Plata, de salir y decirle a la prensa: “Mi papá no está, váyanse”. Era divertido, pero medio tedioso ver que no era algo que le pasaba al resto de las familias. Yo tenía que salir con un grupo de seguridad al lado. Me acuerdo de haber pedido un día que no me acompañen a almorzar con mis amigas y, de repente, entrar al local de comidas y ver a mi seguridad con un periódico en la mano espiándome.
-¿Y podías hacer esa vida de chicos de decir: “Bueno, a la tarde me voy a la playa un rato”?
-No, a la playa teníamos que ir a escondidas literal. Tengo una anécdota muy graciosa de esa época. A mí me encantaba ir a caballo en Mar del Plata, pero a papá no le gustaba, no quería, entonces siempre me decía que agarre el pony. Pero llegó un momento en que ya arrastraba las piernas con el pony. Un día, aprovechando que mi papá no estaba, agarré un caballo y, de repente, lo veo pasar a mi papá en el auto. Retrocedió y empezó a las puteadas (risas). Igual lo entiendo, era por un tema de seguridad.
-¿Te gustaba ir al teatro, acompañarlo?
- Sí, íbamos. Me he cruzado hasta profesoras de mi primaria viéndolo. Lo disfrutaba.
-¿Y la gente, entendías ese amor del público?
-Era muy chica, creo que me di cuenta más adelante. Empecé como a aceptarlo una vez que era algo más rutinario (esto de que la prensa esté en mi casa, que lo busqué) pero antes estaba medio, perdida porque tenía menos de nueve años.
-¿Y en el colegio cómo lo vivías?
-En la primaria lo viví bien. O sea, se ocupaban de que estemos como en nuestra burbuja. Estábamos muy cuidados.
-¿Cuándo entendiste que tu papá trabajaba en la televisión?
-Cuando era chica lo entendía, pero no entendía el nivel de fama que él tenía; eso lo entendí más adelante cuando murió y la gente me hablaba mucho de él. Esto de que la gente me comparta que le rezan a un San Fort antes de los exámenes, yo decía: “ah, mierda”. Ahí como que me di cuenta de la carrera que hizo.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió en estos años?
-Que después de casi 11 años que falleció siga tan presente. Que la gente siga comprando las medias, que siga hablando de él, que siga habiendo memes o chistes o referencias a él.
-Me nombraste las medias, contame qué tipo de cosas tenés de él...
-En primer lugar, las medias no las tengo (risas), pero conservé los muñequitos, los outfits, la corona del Rey León, los tapados, su libro.
-¿Lo leíste?
-Leí algunas páginas. Me gusta de vez en cuando leer algunas cosas de él, pero no sé si puedo leer el libro entero. Prefiero conservar su recuerdo como mi papá.
-Seguro te vas encontrando con un montón de cosas que no sabías, ¿no?
-Sí, parte de lo que sé es por lo que yo viví y recuerdo de él y otra parte, por anécdotas que me cuentan.
-Hablando de las cosas que quedaron de él, ¿tienen ganas de hacer como una especie de muestra para sus fanáticos?
-Sí, la idea estuvo y hay que ver si se hace. Está todo, así que en el momento en que nos pongamos de acuerdo, lo podemos hacer tranquilamente.
-¿Qué te escriben los fanáticos de Ricardo?
-Por suerte, siempre me escribieron mensajes lindos o me mandan fotos que se hayan sacado con él en su momento o cosas que tienen de él. Anécdotas de cuando lo conocieron.
-¿Y te gusta ver material de él?
-Sí, me cago de risa. Yo sigo una página en Instagram que siempre sube todo eso y me da risa.
-¿Hay mucha diferencia entre el papá que tenían en casa con el de la tele?
-No hay nada de diferencia. Por eso me gusta verlo porque nunca fue un personaje. O sea, el mismo que él mostraba en la tele o en las cámaras era en la intimidad. Entonces era ver ese personaje auténtico que él era.
-Si hay alguien que podía con él era tu abuela, una mujer muy especial también…
-Era un personaje. A mí me hablan de mi abuela y de mi papá y me acuerdo del amor-odio constante que se tenían. Los dos tenían una personalidad, un carácter importantísimo. Entonces los dos juntos eran explosivos.
-¿Y tu abuela fue una abuela cariñosa, presente?
-Sí, sí, sí. Me acuerdo en Navidad los regalos que nos hacía de cotillón. Al principio los usábamos, pero ya después era: “No quiero una maraca” (risas).
-¿Te gusta que te digan Martita?
-Hoy por hoy que tengo 20 para 21 me quedo medio corta con Martita; es muy de chiquita. Lo entiendo porque en ese momento era la diferencia entre mi abuela y yo, pero prefiero que me digan Martu.
-¿Quiénes quedaron de todo ese entorno? ¿Te ves con Marcelita, Tito?
-Sí, con Marcela entreno. También me veo con Celeste Muriega y algún que otro seguridad, pero no nos queda contacto con mucha gente.
-¿Con Virginia Gallardo?
-No, no tenemos trato ni para bien ni para mal.
-Si hoy le tuvieras que contar al mundo que está viendo esta entrevista quién fue tu viejo, ¿qué dirías?
-Que siempre fue una persona honesta, sensible. Que no tenía maldad, que le gustaba mucho la vida que él tenía, que vivía por sus fans, por la gente, que estaba lleno de ideas todos los días. La poca fama que tuvo (porque fue poco tiempo) la disfrutó mucho. La vida que yo llegué a vivir con él también la disfruto mucho.
-¿Logró su objetivo?
-Sí, él siempre dijo: “Yo quiero ser conocido, morir joven y que hagan una película sobre mí” y pasó todo.
-¿Qué les pasó a ustedes filmando la historia de tu papá?
-Bien, fue emotivo. Yo sabía ciertas cosas, pero no me las había puesto a leer o analizar para hacer el guion o el armado de la serie. Así que fue fuerte para todos. Creo que salió bien porque fue una mezcla entre lo artístico y lo sentimental; salió lindo.
-A partir de ese momento se habló de que vos y Felipe hacieran su propia historia, ¿te gusta esa idea?
-Querían que nosotros contemos desde nuestro nacimiento (y la subrogación) en adelante. Creo que estaría bueno. Tendríamos que hablar con mi hermano, a ver qué le parece, pero yo no tengo ningún problema.
-¿Te gusta la actuación, el teatro?
-Sí, quería empezar a estudiar actuación de vuelta. Ahora estoy haciendo modelaje (Anamá Ferreira me estuvo ayudando con este desfile que tuve para Jorge Rey), pero quiero adentrarme un poco en la actuación y la música.
-Fue impresionante lo que hiciste en el desfile, ¿era la primera vez?
-No, no era la primera vez. A Jorge ya lo conocía porque me había vestido para varios eventos, pero estaba muy, muy nerviosa. Creo que no se notó porque lo canalicé para el lado divertido. Cuando yo estoy nerviosa me pasan dos cosas: o me encierro o me agarra el humor fuerte por eso no dejaba de contar chistes. Estaba en el back y contaba chistes, chistes, chistes (risas). Pero la pase bien.
-¿Cómo fue la etapa del secundario y después salir al mundo con el peso de tu apellido?
-El cambio de 17 para 18 fue importante. En el secundario no compartía con mis compañeros, siempre tuve muchos amigos de afuera. A los 18 nos tuvimos que adentrar un poco más en el tema de la fábrica, informarnos, estar un poco más presentes y bueno, hoy por hoy, César Carozza nos ayuda y representa nuestro lugar en la empresa.
-¿Y te ves trabajando en la fábrica?
-Me veo haciéndome cargo de la fábrica; no me veo trabajando como lo único. Yo también quiero tener mi carrera, entonces obviamente lo cuidaría, estaría al tanto, pero no sería mi trabajo único y primordial.
-¿El chocolate en tu vida es importante?
-¿Vos conocés esta frase que dice: “en casa de herrero, cuchillo de palo”? A ver... tenemos cajas y Felipe come mucho más que yo pero, como cuando era chica ya comí mucho (era mi nafta), hoy por hoy ya no me alimento exclusivamente de chocolate.
-¿Y te gustaría hacer algún chocolate en particular? ¿Algo relacionado con tu viejo?
-Sí, lo estamos viendo con Feli esa parte. No puedo decir nada porque estamos haciendo el armado.
-¿Qué tal el tío Eduardo?
-Nos hace parte, nos informa, hablamos. Obviamente trata de que en algún momento estemos más situados en la fábrica. Por ahora, tenemos 20 no tenemos 30, así que ya vamos a tener tiempo de sentarnos en la silla.
-¿Y con Rocío Marengo cómo te llevás?
-Es una tipaza. Me llevo muy, muy bien con los dos. Nosotros vivimos muy cerca, entonces siempre nos juntamos, tomamos mate, hablamos. Es un personaje, es muy divertida.
-Te gusta viajar como a tu papá... ¿Con quién lo hacés? ¿Lo organizás con tiempo?
-Organizar con tiempo nunca (risas). Es más, este último viaje tenía pensado irme con Marisa (es como mi madrina porque ya necesitaba otro título, ya no podía ser más mi niñera) y un día me desperté y me dijo: “che, ¿querés irte esta noche a Miami?” y nos fuimos. Generalmente hago viajes con ella, o con mis amigos o con mi hermano.
-¿Cómo es la relación con tu hermano?
-Como cualquier hermano: amor-odio. Vivimos juntos entonces tenemos nuestros encuentros o peleas bobas, pero nos queremos un montón. Él es mi persona de confianza aunque a veces se pasa un poco de lengua. Y también Marisa y César.
-¿Sos amiguera?
-¡Sí, re! Tengo varios amigos que se llevan bien entre sí, pero grupo como tal no tengo. Nos juntamos mucho en mi casa. No estoy saliendo últimamente, estoy muy casera. Disfruto con amigos, tomo mate; me agarró bien la de jubilada. Me tomo un vino en mi casa con amigos y me voy a dormir. Siento que mi adolescencia la disfruté bien, entonces ya hoy no me llama la atención salir. Voy a cenar, a tomar algo y me voy a dormir. La paso mejor así que yendo a bailar. Yo no era así, no sé qué me pasó. Era re salidora y Felipe el casero, y ahora es al revés.
-¿Están al tanto de las salidas del otro? ¿Se cuidan entre ustedes?
-Tenemos la ubicación en tiempo real por las dudas, pero muchas veces yo me sumo a sus salidas. Tenemos eso de cuidarnos y acompañarnos.
-¿Estuviste de novia?
-No. Conocer gente sí, pero noviazgo como tal no. Felipe sí, hasta se tatuó con la novia. Se hicieron una mordida.
-¿Sos buena como cuñada?
-No, soy bastante forrita (risas). Cualquier persona que se le acerque a Felipe, tanto una pareja romántica o no, soy muy celosa y muy cuida. Por ejemplo, a esta última pareja que él tuvo me costó aceptarla, me costó quererla, pero en el último tiempo nos entendimos de otra manera, nos llevamos mejor. Yo por lo general soy muy estricta con las relaciones. Lo trato de cuidar en el sentido de que no quiero que la gente que esté al lado de él trate de acercarse por conveniencia.
-¿Vos te das cuenta de esas situaciones mucho más que él?
-Sí, por eso lo trato de acompañar pero los dos tenemos 20, las dos somos mayores, los dos tenemos derecho a elegir lo que queremos y lo que no, entonces él sabe internamente quién es bueno, quién es malo y él manejará eso como le sirva a él.
-¿ A vos te pasó que mucha gente se acerque por conveniencia?
-Sí, me ha pasado un par de veces. Capaz más de chica no tenía la capacidad para darme cuenta desde un principio, por eso ahora estoy como muy alerta siempre tanto para mí como para Felipe, como para la gente que me rodea. Soy re cuida, pero a raíz de las juntas de mi papá a mí me quedó como esta dificultad de confiar en la gente.
-¿Vos lo viste sufrir mucho a tu papá porque mucha gente se le acercó por interés?
-Claro. Él confiaba o señalaba a alguien como que tenía buenas intenciones y capaz al final no terminó siendo así. Igualmente era gente con la que él trabajaba. Nosotros no trabajamos con la gente que nos rodea entonces podemos tener un poco más de filtro.
-¿Cómo te llevás con la plata? ¿Sos gastadora? ¿Cuidás el bolsillo?
-Me doy mis gustos. Creo que maduré de una manera en la que si me quiero comprar algo dentro de todo caro, voy y me lo compro, pero no me compro 20 cosas. Trato de ser responsable. Si hay algo que quiero, me lo compro, pero no soy de despilfarrar.
-¿Felipe gasta más?
-Re, es una cosa de locos lo que gasta. Acá igual no gasta tanto, de vez en cuando le gusta ir a cenar a algún lugar bien, pero gasta más de viaje.
-Si tuvieses la oportunidad de elegir un lugar en el mundo para vivir, ¿elegirías la Argentina o Miami?
-Yo siempre dije que como soy americana cuando cumpliera 21 me iba a ir a vivir allá pero no, no me suena. La gente, el afecto que hay acá no está allá en Miami. Allá son más fríos. Vivo acá y cuando tengo ganas me voy para allá, creo que eso es lo mejor porque de esa manera no me termino aburriendo ni de allá ni de acá.
-Hace algunos días fue el cumpleaños de tu viejo y lo recordaste en redes sociales, contame en qué momento lo sentís...
-Siempre cuando rezo, cuando pido alguna señal o cuando busco alguna respuesta, yo no le rezo a Dios, yo le rezo a él. Siempre que le pedí algo, siempre lo recibí, siempre me sentí escuchada, acompañada. Entonces por eso yo lo tomo como mi ángel de la guarda.
-¿Y en sueños te apareció alguna vez?
-Sí, no puedo contarlos porque es muy privado; lo mantengo mucho para mí. Pero hay un sueño en específico que fue muy loco, que lo soñamos al mismo tiempo con Felipe. O sea, nunca me pasó eso en la vida. Fue poco tiempo después de que él fallezca. Me acuerdo de haberme despertado, que mi hermano me mire y yo decirle: “¿soñaste esto?” Es como que nos completamos el sueño el uno al otro, soñamos lo mismo, al mismo tiempo. Fue como un sueño de despedida.
-¿Al cementerio pudiste volver?
-Sí, es fuerte. Felipe no va, por ejemplo. Hay gente que le parece muy fuerte. Yo voy para fechas importantes, siempre el día de su cumpleaños o el 25 de noviembre, pero porque me ayuda a desconectar. Me hace bien estar ahí un rato, tranquila. A veces voy con gente que también compartió con él y me siento más acompañada. Es fuerte, pero me ayuda a organizar todas mis ideas locas. Trato de no hacerme la cabeza porque es obvio que siempre van a quedar cosas por vivir o por saber más que nada habiendo fallecido a mis nueve años. Pero no me rebusco con eso, la verdad. No es que digo: “ay, me hubiese encantado que haya vivido mi adolescencia” porque al mismo tiempo, yo siento que desde algún lugar me está viendo, me está escuchando.
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