Ronan Farrow dio detalles de cómo Harvey Weinstein vigilaba a sus víctimas
El periodista reveló el entramado de espionaje y maniobras intimidatorias que el magnate desplegaba para evitar que sus abusos salieran a la luz
Más de 50 mujeres afirmaron haber sido acosadas y en algunos casos violadas por el poderoso productor cinematográficoHarvey Weinstein , pero el abuso del poder del magnate hollywoodense parece no haber terminado allí. Según se dio a conocer este lunes, Weinstein perseguía y vigilaba a sus víctimas para asegurarse de que no hablaran sobre los ataques que habían sufrido.
El un nuevo artículo publicado en The New Yorker, Ronan Farrow, hijo de Mia Farrow y uno de los periodistas que hizo girar la rueda de denuncias y acusaciones, dio ahora detalles de cómo el productor construyó una minuciosa red con la que procuraba acallar a sus víctimas. Según Farrow, de esa red formaban parte agencias de seguridad privada que investigaban y perseguían tanto a las mujeres que habían sido acosadas o abusadas como a los periodistas que intentaban dar a conocer esos casos.
El perseguidor
El periodista dice que cuenta con documentos y las declaraciones de siete personas involucradas que confirman su investigación y que aseguran que Weinstein contrató a la agencia de investigaciones estadounidense Kroll y a Black Cube, otra agencia dirigida por ex oficiales de la Mossad. Esta última, con sucursales en Tel Aviv, Londres y París, se habría ocupado de la tarea de espionaje, inteligencia y acción encubierta.
Una de las víctimas que fue "controlada" por estas agencias fue la actriz Rose McGowan . Según la investigación, con ella se entrevistó en varias oportunidades una agente encubierto que se hacía pasar por una defensora de los derechos de las mujeres. En total, los encuentros habrían sido cuatro, y la agente habría grabado íntegramente las conversaciones que mantuvo con la actriz abusada por Weinstein.
Esa misma agente, bajo otra identidad falsa, se habría reunido también con un periodista que era conocedor de los abusos cometidos por el productor con la intención de averiguar cuáles eran las pruebas y testimonios que poseía el comunicador. Farrow también fue contactado por esa misma mujer luego de que McGowan contara que había hablado con él.
Con estas elaboradas y burdas maniobras, Weinstein intentaba abortar cualquier intento de las víctimas o de la prensa de dar a conocer sus enfermizas prácticas. Pero según el periodista, su plan de silenciamiento incluía otras instancias.
Analizando a las víctimas
Una de ellas era la de contratar especialistas para elaborar perfiles psicológicos y sexuales de las mujeres a las que había atacado para determinar si eran capaces de denunciarlo. Pero su obsesión por esas mujeres lo habría llevado también a "pedirle" a empleados y ex empleados de su compañía que les hicieran llamadas con mensajes intimidatorios, siempre bajo su propia supervisión.
En el artículo, además, se introduce la voz de la propia McGowan. La actriz asegura que las agencias y los estudios de abogados permitieron y acompañaron el intento de Weinstein de silenciar las acusaciones. "Fue como la película Luz de gas: todo el mundo me mintió todo el tiempo", contó.
Pescado podrido
Otra de las estrategias de Weinstein para controlar lo que debía decirse y lo que que nunca debía salir a la luz sobre sus ataques. El periodista de The New York Magazine Benjamin Wallace, fue uno de los objetivos: luego de un mes y medio de investigación sobre los abusos cometidos por el productor, se contactó con él una supuesta víctima que se identificó como Anna. Durante las reuniones que mantuvieron, él comenzó a sospechar de las verdaderas motivaciones de la mujer, que al momento de contarle cómo había sido atacada "actuó como en una telenovela".
Finalmente, cuando Farrow le mostró fotografías de una ex agente del las Fuerzas de Defensa israelitas, él la reconoció: era la misma mujer que se había reunido con McGowan, haciéndose pasar por una defensora de los derechos de las mujeres.
La actriz italiana Anabella Sciorra -una de las víctimas que lo acusa de violación-, también le contó al periodista que fue acosada y perseguida luego del hecho. Lo mismo ocurrió con David Carr, otro periodista del The New York Magazine que, durante años, había escrito artículos poco amigables sobre el magnate. La esposa de Carr le contó a Farrow que antes de morir él le había revelado que sentía que lo estaban investigando.
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