Son las seis de la tarde, el calor y la humedad se concentran en el Eco Parque de la Ciudad de Buenos Aires, pero Soledad Fandiño (36) está radiante. Nada le borra la sonrisa y se entrega al lente de la cámara con total soltura. "Pasé un año alegre, divertido, tal como lo quería vivir. Resultó muy bueno, tenía fe, pero fue mucho más. Disfruté todo lo que hice y me pasaron muchas cosas que ni me las imaginaba", admite la actriz a la hora de analizar su 2018. Este año volvió a vivir en Argentina, participó de "Bailando por un sueño" y puso su energía en redescubrirse, contará después en la entrevista. Separada del cantante puertorriqueño René Pérez (40) –después de siete años de relación–, perdidamente enamorada de su hijo Milo (4), reconoce: "Si bien en algún momento de mi vida era más selectiva con lo que decía, ahora no me importa cómo les puede caer a los demás".
–¿Cómo fue volver a vivir en Argentina?
–Excelente, amo mi país. Nueva York es increíble, ahí me recibí de chef, trabajé en un restaurante, y viví experiencias muy diferentes. Me anoté para hacer clases de teatro en inglés, y ni sabían si yo era actriz o si había trabajado en tele, nada importaba. Fue una vivencia completamente distinta a todo lo anterior. Pero cuando me separé, quise volver para estar en contacto cotidiano con mis seres queridos. Acá tengo mi carrera, la gente que quiero y para mí los vínculos son muy importantes.
–¿Cómo vivió la vuelta tu hijo Milo?
–Siempre amó Argentina. Ama a Messi, el fútbol, y todo el tiempo estuvo en contacto con sus raíces. Así que llegó acá y estaba feliz. Habla una mezcla de inglés, con acento boricua y castellano. Es muy dulce, gracioso, independiente, y lleva el arte en la sangre. Cuando venía conmigo a los ensayos del "Bailando…", él quería ser un bailarín más, o cuando lo ve al papá, se pone a cantar o a tocar la batería. Es sociable, nunca tuvo problemas de adaptación en el jardín, hasta nos pasa que la gente se quiere sacar una foto conmigo o con su papá en la calle y él quiere aparecer. Es inocente, sociable y no sabe que sus papás son famosos.
–¿Lo ves parecido a vos?
–Tiene respuestas y modos de hablar que soy yo ciento por ciento. Mis amigos siempre me dicen "no sé si Milo se copia de vos o vos de él". En cambio, a René se parece mucho en lo físico. Es igual, y tiene mucha rapidez para la música. Tomó clases de batería, canta bien, se la pasa cantando los temas de su papá sin desafinar. Es impactante.
–Hace un año que te separaste, ¿cómo estás?
–Muy bien. Me enfoqué en mi carrera, en la familia y los amigos, que hace siete años no los tenía al lado. Aproveché para disfrutar de eso, juntarme con una amiga hasta cualquier hora, contar con mis padres en lo cotidiano. Todo el tiempo me redescubro y encuentro cosas nuevas en mí misma. Después de tanto tiempo, volver a estar soltera y conectar con uno es una linda experiencia. Fue un año lleno de desafíos, superé un montón de miedos, me reinstalé en mi país, me animé a participar en un certamen de baile sin ser bailarina… Muy movilizante y todo junto, pero así soy yo. [Risas]. Si voy, voy con todo.
–¿Cómo es tu relación con René?
–Para nosotros era muy importante seguir manteniendo una buena relación porque tenemos un hijo. Siempre fuimos muy compañeros, nos separamos porque queríamos cosas diferentes. Tuvimos la necesidad de sentarnos y darnos cuenta de que las cosas no iban de esa manera, y por eso decidimos que cada uno hiciera lo que tenía ganas de hacer, pero siempre ponemos como prioridad a nuestro hijo para que tenga buena relación con él y conmigo.
–¿Siguen en contacto más allá de las necesidades de Milo?
–Nos llevamos muy bien. Cuando arranqué en el certamen de Showmatch no dudé en llamarlo para que nos ayudara con el sueño, porque él siempre estuvo conectado con la solidaridad y la educación. Enseguida me dijo "contás conmigo". Además, para esas fechas él viajaba a Argentina para hacer un recital, y entre los dos organizamos una colecta para la comunidad Ita Poty Miri, de Puerto Iguazú, Misiones. Como vivimos lejos, es importante tener una buena relación para poder organizarnos con Milo, que no sea una lucha y que los dos pasemos tiempo con él. Somos flexibles.
–¿Estás sola?
–Sí, y muy tranquila. Creo que el amor llega sin avisar. Mientras tanto, necesitaba conectar con otras cosas de la vida. No es que me separé y salí corriendo a ponerme en pareja. Reconecté conmigo misma y eso está bárbaro.
–¿Tenés ganas de volver a enamorarte?
–Me encanta estar enamorada. Pero también me gusta la soledad. Por el trabajo de mi ex pareja, tuve una relación en donde había mucho tiempo que estaba sola, entonces hay algo de eso que me es conocido. Por eso disfruto de la soltería, no tengo problemas con estar sola. Me encanta ser una mujer independiente, con mis horarios, sin darle explicaciones a nadie.
–¿Volverías a dejar tu carrera por amor?
–Nunca lo viví así. Cuando nos fuimos a vivir a Estados Unidos sentí que era algo que sumaba a mi vida y siempre mantuve mi casa y mis cosas en Argentina. Nos acompañábamos mucho, cuando yo tuve que grabar una tira acá, él hizo su gira desde Buenos Aires, y cuando a él le tocó irse yo lo acompañé. Mientras, yo tomé clases de teatro y así se fueron dando las cosas sin pensarlo. De repente quisimos tener un hijo, nos casamos, y se fueron dando cosas que para mí estaban perfectas porque era lo que quería en ese momento. Nunca vi que dejaba mi carrera, más allá de que me iba del país, siempre tuve fe de que si volvía, iba a tener trabajo. Confío en los caminos que se abren en la vida. Dejo que las cosas fluyan sin pensarlo demasiado.
–¿Te volverías a casar y a tener hijos?
–No lo sé, nunca me imaginé que me iba a casar con René. Fue algo que sucedió en el medio del bosque nacional El Yunke, en Puerto Rico, de un día para el otro. No hicimos invitaciones, ni pagamos un salón. No sé qué puede pasar en mi futuro. Por el momento, Milo no pide hermanos, no se le ocurre.
–Si te presentaras frente a alguien que no te conoce, ¿cómo te definirías?
–Soy una mujer perseverante que le gusta luchar por lo que quiere. Si tomo una decisión, voy para adelante sin importar el miedo que eso me cause. Si quiero algo, voy a superarlo todo y hacer lo posible para conseguirlo.
EL REGRESO AL SHOW
–¿Cómo viviste volver al "Bailando…"?
–El balance es positivo, cuando me hicieron la propuesta me encantó, siempre me gustó el baile y mezclado al compromiso solidario, mejor. Es una manera positiva de entrenar, de disfrutar de la música y me pareció una gran oportunidad. Enseguida conecté con el sueño, antes de la primera gala fui a conocer los chicos y adultos de la comunidad Ita Poty Miri, de Puerto Iguazú, Misiones, vi las necesidades que tenían, y aproveché el espacio que te da Showmatch para visibilizar sus carencias, entre las que estaban construir un aula de material para que puedan estudiar. Nunca supe cuánto iba a durar en el certamen, pero quería exprimir las posibilidades que se te dan cuando entrás al "Bailando…". Es un fenómeno impactante, te crecen los seguidores en las redes sociales y aumenta tu exposición al máximo.
–¿Te afectaron las discusiones que se generaban al aire?
–No viví ningún mal momento, lo que pasó [discutió al aire con Laurita Fernández por su ex pareja, Nicolás Cabré] lo tomé como un intercambio de ideas, jamás voy a ser agresiva con alguien, lo que hice fue marcar lo que yo consideraba y exponer mi pensamiento. Prefiero ser auténtica antes que estar ocultando algo o siendo alguien que no soy. No iba a permitir que estuvieran hablando sin saber, por eso sentí que estaba bueno aclarar la verdad. Yo sé lo que hice, la clase de persona que soy, de dónde vengo, y no tengo problema de explicárselo a los que lo quieran saber.
–¿Cómo te llevás con la exposición?
–Desde que entré al programa me sentí cómoda. Cualquier cosa que me preguntaban contestaba tranquila. Las primeras galas eran un desafío porque tenía a mis amigos diciéndome "sé vos", pero era difícil. A medida que fue pasando el tiempo, me relajé, y tenía a mi favor que ya conocía a los que estaban detrás de cámara, de cuando hice mis primeros trabajos en televisión, y eso me ayudó a disfrutar más. Me sentí como en casa.
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