Valentina Bassi, que debutó profesionalmente en la película El caso María Soledad y actualmente integra el elenco de Salvajada, en el Teatro Nacional Cervantes, habló con LA NACION y contestó un especial cuestionario
Alguna vez, Valentina Bassi reconoció que es actriz porque no sabe hacer otra cosa. Cuando cumplió 20 años, eso fue hace tres décadas, estaba en pleno rodaje de la película El caso María Soledad, su primer trabajo profesional. Allí le tocó la compleja tarea de ponerse en la piel de la adolescente víctima de un caso de femicidio que marcó al país. Y desde entonces su carrera tomó vuelo.
Antes de la pandemia, estrenó la película Al desierto que dirigió Ulises Rosell (padre de su hijo Lisandro). Esta experiencia implicó para ella volver a su amada Patagonia natal y a estar junto a los suyos. Claro que en esta ocasión volvió como actriz porque -y no necesariamente haya que creerle-, ella dice no saber hacer otra cosa. En tiempos pandémicos, la actriz que formó parte del elenco de la serie Verdad/Consecuencia y que obtuvo un Martín Fierro por su trabajo en El tiempo no para filmó con estrictos protocolos Yo nena yo princesa, otra película basada en una historia real que atraviesa la vida de una madre, esta vez de una madre que tiene un hijo nacido varón, pero que, a los dos años, se identifica como niña.
Desde el mes de julio, Bassi, quien trabajó tanto en la escena alternativa como la comercial, interpreta en la obra Salvajada a una madre que pierde a su hijo y que se encuentra a un cachorrito de tigre que, con el poder de la magia, se transforma en un niño. Como ha reconocido en alguna nota previa al estreno, a ella, como madre de un adolescente que transita un trastorno del espectro autista (TEA), el interpretar a esta mujer en la obra de Mauricio Kartun que habla sobre la discriminación y el bullying le resulta algo cercano, algo que la interpela. “Todas las vidas tienen el mismo valor”, se dice en la obra aunque afuera, en el mundo real, esa máxima no aplique.
En medio de las funciones en donde comparte escenario con Pablo Mariuzzi y Carlos Belloso, entre otros, y que dirige Luis Rivera López, la talentosa intérprete nacida en Trelew se sumó a la propuesta de LA NACION y contestó las preguntas de un cuestionario estilo Proust, que permite conocer otros aspectos de su vida.
-¿Qué aprendiste en tu profesión que te sirvió para la vida?
-Supongo que a relacionarme con el otro, tampoco es que aprendí tanto, pero sí me ayudó un montón. Antes de empezar a estudiar teatro era bastante introspectiva, demasiado, y no entendía cómo arrancar una conversación. Ahora, gracias al teatro, eso lo fui mejorando, pero un poquitito... Dentro del teatro, dentro de la ficción es una hermosura como me relaciono, me encanta; es lo que más me encanta de actuar. Lo que más me gusta de la interpretación es poder relacionarme con el otro.
-¿Cuál es el momento de tu vida que más querrías poder revivir ahora?
-Lo primero que se me aparece es la adolescencia en Playa Unión, en Rawson. Lo segundo que se me aparecen son los problemas de la adolescencia. Por lo cual, diría que no tanto... (risas). Yo creo que es el ahora, mi momento actual. Si pudiéramos acercar la playa sería lo ideal, pero no sé si me gustaría revivir un momento que ya pasó. Pongámosle al ahora algunas cositas: como el calor y una playa cerquita.
-¿Tu posesión más preciada?
-Mi vida.
-¿Qué querrías probar, pero todavía no te animás?
-Ehhh... Es que se me ocurrieron muchas cosas que no se pueden decir en un diario (risas). Me gustaría ser más desobediente, un poquitito más desvergonzada. No, bastante más desvergonzada. Que no me importe tanto, pero taaaanto, lo que piensen de mí. Eso de la imagen que das a los demás, ¡uf, eso es un peso! Me encantaría ser desobediente, que no lo soy. En el teatro me lo permito mucho más, pero hasta ahí. Sería mejor actriz si me lo permitiera.
-¿Qué querrías que desaparezca de la faz de la tierra si dependiese de vos?
-Los trámites, sin ninguna duda. Es más, justo ahora estoy en eso.
-¿Qué hábito ajeno no soportás?
-Los parlantitos en la playa, en el río, cuando quiero estar en la naturaleza o voy a una plaza buscando algo de verde y se me ponen al lado con un parlante. Aunque sea música que me guste no me va eso de que me obliguen a escuchar algo cuando tengo ganas de oír el sonido de los pajaritos. No lo soporto, me vuelvo loca, ¡me gustaría que desaparezcan de la faz de la tierra esos parlantitos!
-¿Tu héroe o heroína de la vida real?
-No, no me caen bien los héroes o las heroínas, me caen pésimo. No tengo.
-¿Cómo sería tu domingo ideal?
-Fiaca, ocio, la nada misma. Una cama, una ventana con vista linda y cosas ricas para comer.
-¿Cómo te imaginás a los 70?
-Viva y actuando, ojalá se dé...
-¿Qué frase pondrías como título de tu autobiografía?
-Eso es muy difícil... Pará que lo tengo que pensar. Igual, no estaría mal eso de “pará que lo tengo que pensar...” como título de mi autobiografía.
Para agendar
Salvajada, dramaturgia de Mauricio Kartun en base a un cuento de Horacio Quiroga con dirección de Luis Rivera López. Sala: Teatro Nacional Cervantes (Avenida Córdoba y Libertad). Funciones: de miércoles a domingo, a las 20. Entradas: 900 pesos.
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