Polanski, a puertas abiertas
"La última puerta" ("The Ninth Gate", Francia, España/1999). Presentada por Warner. Fotografía: Darius Khondji. Música: Wojciech Kilar. Intérpretes: Johnny Depp, Frank Langella, Lena Olin, Emmanuelle Seigner, Barbara Jefford y Jack Taylor. Guión: Enrique Urbizu, Roman Polanski y John Brownjohn, basado en la novela "El club Dumas", de Arturo Pérez-Reverte. Dirección: Roman Polanski. Duración: 132 minutos. Para mayores de 16 años. Nuestra opinión: buena.
No es extraño que Roman Polanski se haya sentido atraído por "El club Dumas", best seller del escritor español Arturo Pérez-Reverte, si se tiene en cuenta que trata sobre un mercenario, un rebelde trotamundos experto en novelas y perseguido por fuerzas oscuras. Es decir, una definición que le calza a la perfección al talentoso y controvertido realizador de "Repulsión", "La danza de los vampiros" y "Barrio Chino".
"La última puerta", una película menor en la carrera de este director polaco, resulta narrativa y visualmente tan sólida que es difícil resistírsele. En un regreso al espíritu que treinta años atrás convirtió "El bebé de Rosemary" en un clásico, Polanski construye un cautivante thriller sobrenatural con todos los elementos, símbolos y estereotipos del género: desde Lucifer encarnado en una femme fatale , hasta sectas macabras que invocan al diablo, pasando por un cínico y ambicioso antihéroe, castillos en llamas y misterios milenarios que desembocan en una seguidilla de cruentos asesinatos.
En esta cruza entre "El nombre de la rosa" y el Kubrick póstumo de "Ojos bien cerrados", el siempre despistado y aquí avejentado Johnny Depp es Dean Corso, un experto en libros exóticos que es contratado por el millonario Boris Balkan (Frank Langella en plan Vincent Price), un excéntrico y enigmático coleccionista de obras diabólicas, para que compare su copia de "La novena puerta del Reino de las Sombras", aparentemente coescrito por Lucifer, con las otras dos existentes en Europa.
Así, arranca un largo (el film supera las dos horas) y tortuoso periplo por Nueva York, Toledo, Sintra, París, Saint Martin... y el Infierno, plagado de persecuciones, conjuros, muertes, romances, sectas y un final -como se debe- a toda orquesta.
No encontrará el espectador más exigente una trama que se diferencie demasiado de decenas de otros trabajos que coquetean con personajes salidos del policial negro, situaciones de corte fantástico amplificadas por rebuscados efectos especiales y esa reconocible y grandilocuente iconografía que tanto aprecian los cultores del cine de terror. Pero el estilo visual de Polanski, uno de los últimos grandes cineastas clásicos, es garantía de varios memorables planos-secuencia, que encuentran en los impecables trabajos del iluminador iraní Darius Khondji ("Delicatessen", "Pecados capitales", "Evita") y del diseñador Dean Tavoularis (la trilogía de "El Padrino") a dos perfectos traductores. En este sentido, "La última puerta" se abre mucho más allá de las cerradas mentes que conciben en Hollywood este tipo de películas.
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