Princesita: un cuento de hadas perverso
Buena (Chile-Argentina-España/2017) / Dirección: Marialy Rivas / Guion: Camila Gutiérrez, Marialy Rivas / Fotografía: Sergio Armstrong / Edición: Delfina Castagnino, Andrea Chignoli y Felipe Gálvez Haberle / Música: Ignacio Pérez Marín / Elenco: Sara Caballero, Nathalia Acevedo y Marcelo Alonso / Duración: 71 minutos / Calificación: Apta para mayores de 16 años. En el Gaumont (Rivadavia 1635), a las 13.45 y 21.30.
Tras su elogiado debut con Joven y alocada (2012), la directora chilena Marialy Rivas filmó esta fascinante y desgarradora historia ambientada en el seno de una secta en el sur de su país. Miguel (Marcelo Alonso), líder y profeta de una comunidad neohippie, autogestionada y religiosa, ha elegido a Tami (Sara Caballero), una niña de 11 años que vive allí, para que -apenas tenga su primera menstruación- engendre el hijo puro y santo que será su heredero y continuador. Sin embargo, como es la única integrante de ese clan que concurre a la escuela, Tami comienza a vincularse con uno de sus compañeros y su maestra empieza a sospechar que algo extraño ocurre. No conviene adelantar nada más, pero el film contrapone el universo cerrado de la secta con el del pueblo donde está el colegio.
Princesita -inspirada en un caso real- tiene cosas que funcionan muy bien (una puesta en escena hipnótica, casi propia de un cuento de hadas perverso, que remite por momento al cine de Lucile Hadzihalilovic y en el que mucho aportó el director de fotografía Sergio Armstrong, el mismo de El club y Neruda) y otras que distancian demasiado (una voz en off abrumadora y machacantes efectos de sonido), pero el balance final es tan valioso como inquietante. Aunque en principio poco tiene que ver con el tono bastante más lúdico y desprejuiciado de Joven y alocada, esta película de Rivas comparte la apuesta por la provocación y la reivindicación de sus jóvenes heroínas.