Evocaciones de un joven de 92
Jacques Arndt, tiene tan sólo 92 años, es actor, cantante, director de teatro y televisión, puestista y, desde hace 13 años, conductor de radio, lo que resume a un profesional tan versátil como polifacético. Los jueves, de 21 a 22, y los domingos, de 22 a 23, anima en Radio Cultura (FM 97.9) "La agenda de Jacques", donde, como su nombre lo indica, presenta los más diversos temas que le interesan, aportando simpatía, buen humor y el savoir faire de un hombre que nació en Viena y que viajó y conoció el mundo, jalonando cada relato con recuerdos y anécdotas de su vida y profesión. Los ciclos que Jacques también musicaliza cuentan con el singular auspicio de las embajadas de Alemania, Austria y Suiza. Jacques llega a los estudios de Radio Cultura, feliz, emocionado y gozando aún de la alegría y emoción de haber recibido hace apenas quince días un Cóndor de Plata a la trayectoria y por su loable y honesto aporte al cine nacional, un premio que avala su labor en las 39 películas locales y cinco internacionales en las que participó.
-¿Cómo definiría "La agenda de Jacques"?
-No tiene una línea fija. Lo único fijo es que no abordamos temas políticos ni confesionales; de ahí en más, todo es una agenda abierta. En general, lo preparo de antemano, pero en ocasiones las llamadas de los oyentes actúan como disparadores de diferentes temas.
-¿La música juega un rol muy importante?
-Sí, y eso lo puedo hacer, porque siempre fui coleccionista y ahora tengo una enorme discoteca en mi casa, con aproximadamente 25 mil temas musicales, que van desde lo bailable hasta lo sinfónico. En el próximo programa, por ejemplo, voy a hablar de la época del rock, un ritmo que quizás a la gente mayor no le agrada tanto. Pero recordaré que cuando era adolescente y se instalaba el ritmo del jazz, la gente mayor lo criticaba porque estaban el vals y otras melodías. De esa manera, llegaré a la vida de un genial trompetista: Louis Armstrong, y contaré sucintamente su vida y repasaremos sus canciones.
-¿Después de trece años al aire tiene muchos seguidores?
-Felizmente, creo que contamos con un público cautivo. En la radio medimos nuestro rating por las llamadas telefónicas que recibo de Capital y el Gran Buenos Aires. Además de los oyentes que escuchan la radio por Internet llegan mails de Australia, de París y los Estados Unidos, donde vive una de mis hijas.
-¿Cuándo y cómo comenzó su inclinación por la radio?
-Desde que nació la radiotelefonía, como la llamaban antes, alrededor del 20, cuando aparecieron los primeros aparatos para escuchar con auriculares, y un cristalcito a cadena. Ya en el conservatorio, comenzaron a enseñarnos sobre este nuevo arte. Desde ese momento estoy conectado con el micrófono y lo usé prácticamente siempre, tanto en Austria como en Hamburgo y en Francia. Yo cursé las escuelas habituales y luego el Conservatorio Estatal de Música y Artes Escénicas. Fui actor del Teatro Imperial de Viena, que era lo más tradicional. Ellos me formaron y ésa es la cultura que sigo manteniendo.
-¿Cómo ingresó en Radio Cultura?
-Por una trombósis en una pierna debí dejar mis otras actividades artísticas con público y me concentré de lleno en la radio. Comencé en Radio Rivadavia en un micro de 15 minutos donde elaboré el estilo de mis programas actuales. Luego estuve algunos años en San Isidro Labrador; después, en Radio Cultura, donde felizmente supe crearme una numerosa y fiel audiencia, y un nutrido grupo de oyentes que están organizando actualmente un fans club.
De todo un poco
-Hablemos de su llegada a la Argentina...
-Llegar no es el verbo adecuado, porque ingresé en la Argentina a los 21 años, solito, como polizón, sin hablar una sola palabra de castellano y sin un peso. Me tuve que refugiar escapando de Viena luego de la entrada de los nazis en mi país y en una fuga y travesía casi cinematográfica. Escapando de los nazis logré llegar a Marsella y, con la anuencia de un marinero, me escondí en un barco de carga. Recuerdo que no pude ver nunca más a mi madre, el primer y mayor dolor de mi vida. Tuve miedo, pero creo que fue más fácil porque pude usar mi imaginación de actor y proyectarme como si hubiese sido todo una película.
-Cuéntenos su trayectoria en cine, teatro y televisión.
-A los dos años de estar aquí, un empresario teatral de Buenos Aires me llamó, y desde aquel día mi carrera siguió siempre en forma ascendiente. Trabajé en todas las salas de la avenida Corrientes, luego en el Complejo San Martín y hasta en una actuación protagónica en el Teatro Colón, en una ópera de música dodecafónica sin bel canto, contratado y guiado por la mano del gran músico argentino, el maestro Sivieri y como segundo de Angel Matiello. Y luego llegó el cine. Nunca hice un protagónico pero creo que sí, muy buenas caracterizaciones como actor de reparto. Trabajé con Torre Nilsson y con Enrique Carreras, por sólo mencionar a dos cineastas. Con Zully Moreno y el dúo Porcel-Olmedo. Y luego siguió la televisión con trabajos en los canales 7, 9, 11 y 13. Abel Santa Cruz, Miguel Coronatto Paz y Hugo Moser escribieron para mí fantásticos personajes. En Radio Nacional asumí la jefatura de equipo internacional de RAE, con transmisión diaria, por onda corta en idioma alemán hacia Europa. En teatro tuve a mi cargo la dirección de "Un violinista en el tejado". Luego llegó el éxito del público en el Teatro Avenida para actuar y dirigir "El diluvio que viene", que se mantuvo 4 años con localidades agotadas. Además, tuve la suerte de ser distinguido por varios premios nacionales e internacionales, como el Podestá de la Asociación de Actores; un Martín Fierro; la medalla de oro por 50 años de trabajos culturales en la Argentina, otorgada y entregada por el Senado de la Nación. En lo que a premios internacionales se refiere tengo galardones de Estados Unidos, Francia y Londres; la Cruz de Mérito, de Alemania; la Gran Cruz de honor de primera clase de Austria; muchas más cosas que ya ni las recuerdo.
Políglota al micrófono
-¿Cuántos idiomas habla?
-Yo diría que seis o siete. Oficialmente, hablo inglés, francés, alemán y un pasable italiano. También portugués, un poco de húngaro y polaco, y un poquito de yugoslavo. Y a todos los aprendí de oído.
-¿Qué cuenta acerca de los países que conoció?
-Básicamente hablo de sus paisajes, sus costumbres, su gente y las cosas que vi. Es muy variado. A veces salgo de una música y la misma música me inspira un tema que transformo en una charla. El problema del jueves es pensar que viajamos en avión; yo me convierto en el piloto y vamos haciendo escalas imaginarias por distintos países. Viajé mucho con mi esposa argentina, recorriendo casi todos los continentes.
-¿Cuál fue su última incursión en el cine?
-La última fue "De amor y de sombras", basado en la novela de Isabel Allende; interpretaba nada menos que al dictador Pinochet. Recuerdo que hubo muchas presiones tanto chilenas como argentinas para su estreno y se cortaron las escenas más crueles.
-¿Qué le significó recibir el Cóndor de Plata por su trayectoria?
-Fue una gran sorpresa y allí recordé mi primera película, en el 46: "La hostería del caballito blanco". Y también la última ,"Pobre mariposa", junto a Graciela Borges. Pero ahora felizmente disfruto de la radio con su magia, su misterio y esa maravilla que posee por la rapidez y fluidez que hay en el contacto con la gente. Eso es algo que siempre sorprende, divierte y emociona... Y seguiré en la radio hasta que el Señor de arriba lo decida.
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