El cantautor escatológico habla de Fontanarrosa, Varsky y del culto alrededor de sus canciones
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Mucho jugo de lucuma, durazno sangrando, todas esas hojas que son del viento… Sin embargo, los libros de la buena memoria de Luis Alberto Spinetta archivan el catálogo completo de los insultos clásicos y repentinos del Dr. Tangalanga, uno de sus artistas más admirados. Gracias a la doble casetera, los llamados de Raúl Tarufetti inauguraron en los 80 un método de difusión alternativa, y cautivaron al poeta más elevado del rock argentino y a una logia de fieles seguidores que lo transformaron en un personaje de culto, creador del insulto como hecho artístico. Dos décadas más tarde de la explosión Tangalanga, el artista conocido como Zambayonny reprodujo ese método (grabaciones clandestinas, humor escatológico y el insulto como acto creativo). Internet multiplicó y aceleró el proceso para transformar al trovador guarango en un fenómeno que trascendió el mundo virtual y que alcanzó casi cien shows en vivo a lo largo de 2008. Dos de esas presentaciones fueron, justamente, como telonero del Dr. Tangalanga. Sin embargo, Zambayonny sostiene que fue, más bien, algo casual: "Toda la vida escuché los casetes de Tangalanga, pero nunca lo tuve presente para hacer las canciones. Sin embargo, en los cuentos de Fontanarrosa hay un montón de ese tipo de palabras. Cuando elegí esa estética para esas canciones, decidí ir hasta el fondo".
Hasta el fondo, para Zambayonny, significa escribir una canción muy breve que, con crudeza, suena a consejo y a ruego: "No me hables de amor mientras me chupás la pija, porque no se te entiende nada". Líneas como ésa, y como las de "Averiguá si cojo mucho", le valieron la admiración y el respaldo de algunos personajes célebres, como Andrés Calamaro, que en su blog le manifestó su más profunda admiración, y el periodista académico Carlos Ulanovsky, que le rindió culto en las mañanas de la Rock & Pop.
¿Zambayonny es un chiste que salió bien? ¿Superó las expectativas?
La verdad que sí, porque empecé a hacer canciones para mostrárselas en los asados a mis amigos. Y eso se convirtió en una rutina. Y se amplió a otros grupos de amigos. Tal vez pensé que iba a tener una oportunidad con otras canciones. Pero se me fue de las manos. Y sin plan. Porque el nombre, con doble "n" e "i griega" ["y"] conspira contra la promoción.
¿Eras de putear mucho?
No. Ni siquiera ahora. Fue una decisión artística. Y tengo quinientas canciones sin insultos. De hecho, el nuevo disco tiene mitad y mitad.
¿Sería posible describir al fan promedio de Zambayonny?
De entrada pensaba en un público adolescente, o de ventipico. Pero cuando empecé a tocar, vino gente de todas las edades, de verdad. Pibes de 18 y señores de 68. Y aunque las entradas son más bien caras, viene gente de distintos niveles sociales. Todos se ríen y disfrutan de cosas distintas. Al final del show, los comentarios son distintos.
De hecho, fue a verte un pibe de la Butteler, la barra brava de San Lorenzo…
Sí, y nos quedamos tomando cerveza y hablando… más de fútbol que de música. Y aunque no hago casi ninguna referencia futbolera en las canciones, a casi todos les gusta el fútbol.
¿Cómo surgió la idea de mencionar a Juan Pablo Varsky en "Las tres cosas de la vida"?
Los nombres propios en las letras a veces funcionan como un ancla. Pero además, creo que existe un estereotípo de fan de Varsky. Y eso que a mí me gusta mucho él, de verdad. Pero me parecía que en una serie de definiciones abstractas, que aparezca es frase ["boludón, sabelotodo y fan de Varsky"] era muy efectivo.
¿Te imaginás cantantdo "La incogible" dentro de veinte años?
Salvo que seas un súper clásico, nadie canta canciones tan viejas. Yo me veo cantando la evolución de "La incogible". Pero me veo cambiando, lo que he hecho toda mi vida. No sé si evolucionás o involucionás.
¿Pero no tenés miedo de aburrirte del personaje?
Es que sería como aburrirme de mí mismo. Yo soy mi primer crítico y el primer oyente de lo que hago. Y mi lucha diaria es tratar de hacer algo interesante, sorprendente. Buscarle una vuelta a las rimas, abordar nuevas temáticas, como la de "El último peaje".
¿Cómo te cae la reivindicación que hacen los intelectuales de tus canciones? Hasta publicaron un artículo en la revista Otra Parte [dirigida por Marcelo Cohen y Graciela Speranza]…
El guiño intelectual me parece desmedido. Y peligroso. A veces siento que son los mismos que mañana te van a pegar un tiro en la cabeza. Pero de todos modos, siempre un elogio está bueno, y más si viene de gente que se sentó a escuchar y lo analizó. Muchas veces encuentran cosas que yo no puse, pero yo laburo de ese modo, tratando de que cada renglón tenga dos lecturas. Igual, no fueron tantas las reivindicaciones intelectuales.
A pesar de los insultos, las letras no son necesariamente agresivas. Hay, más bien, una complicidad y una solidaridad con los antihéroes...
Tiene que ver con que el enfoque de las canciones siempre es el de un tipo común, de los que vemos en todos lados, y de lo que es uno mismo. Alguno con más plata, otro con un viaje a Europa, o lo que sea… Cuando se sientan a hablar en el bar, son los mismos temas.
¿Es una cofradía que se va multiplicando?
Parece que sí. Incluso recibo muchos mails de argentinos que están viviendo en el exterior y se juntan a escuchar estas canciones. ¡Es increíble!
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