La semana pasada, Rodrigo Lussich debutó con su propio programa en Pop Radio. Hacía mucho tiempo que tenía el deseo de volver a la radio y se le dio, luego de golpear varias puertas. A los 46 años, el periodista se siente afianzado en la tele -con su programa Confrontados- pero tenía una cuenta pendiente en el medio donde comenzó a trabajar, a los 14. Por eso ahora, aunque tenga que correr de un lado a otro, está feliz al frente de ATR, su reciente programa estrenado, que va de 16 a 19.
-¿Cómo fue que comenzaste a hacer radio a los 14 años? ¿Fue tu primer trabajo?
-Mi primer trabajo fue a los 12, vendiendo café. Pero en radio, sí, empecé a los 14. Yo iba a un colegio en Pilar, me vieron en un acto haciendo alguna gracia y me ofrecieron un espacio en una radio amateur, en una de esas radios de la zona. Ahí hice mi primer programa con mis compañeros de la Escuela Técnica.
-¿Qué gracia habías hecho?
-Habían hecho una peña para recaudar fondos y habían invitado al gran locutor de Pilar de esa época, Osvaldo Barbecini. Entonces yo le dije que quería conducir la peña con él, me mandé de caradura, obviamente, y el tipo me dijo que sí. Lo hice y cuando terminamos me dijo si quería hacer un programa en su radio. Así fue como debuté en Radiodifusora América de Pilar, en 1987. El programa se llamaba Con buenas ondas.
-Marcó tu destino...
-¡Sí! Marcó mi destino a full. Imaginate que mi programa ahora se llama ATR, las "buenas ondas" de estos tiempos.
-¿Y tus compañeros de la escuela eran como vos?
-¡No! Eran súper rudos y yo los hacía conducir en radio, muy gracioso. Tres años duró.
-¿Les pagaban?
-Nos daban el espacio y nosotros conseguíamos canjes... para las pilas del grabador.
-Vos en el colegio te morías de embole.
-Repetía "Taller" todo el tiempo, no era para mí. Nos habíamos ido a vivir a Pilar y era el único colegio que tenía vacantes.
-¿Cómo llegaron a vivir ahí?
-Mis viejos se separaron cuando yo era muy chico, en Uruguay. Mi papá se fue a vivir a Florianópolis con una argentina y mi mamá se mudó a Buenos Aires conmigo y con su novio. Compraron un campo, donde todavía viven, en Manzanares. En esa época era un desierto, ahora está lleno de countries y de ranchos. Nosotros vivíamos de cultivar, de los animales, de darle de comer a los chanchos, a las vacas... A mí me gustaba ir al colegio doble turno porque no quería estar en el campo ordeñando vacas.
-¿No te gustaba?
-Me costaba, pero lo hacía.
-¿Tenés hermanos?
-Tengo siete, entre los de mi mamá y mi papá. Mi historia familiar es amplísima. Hubo momentos divinos porque me criaron con un montón de libertad y fue precioso, pero también fueron épocas súper movidas, hippies, nuevas parejas, gente que entraba y salía todo el tiempo, casas tomadas, familias ensambladas. Una vida muy loca para un chico.
-¡Sobreviviste!
-Soy un sobreviviente, a full. Cuando terminé la secundaria, empecé a trabajar formalmente: me empezaron a pagar un sueldo en la tele de cable de Pilar. Era muy gracioso porque yo conducía un noticiero a los 18 años con un señor que tenía como 80. Yo parecía de 11 a los 18 y él parecía de 100. Era muy insólita esa dupla.
-¿Tu mamá te apoyaba o te pedía que fueras al campo?
-Mi vieja es muy drástica. En un momento, cuando el cable cerró, dos o tres años después, no había laburo y yo ayudaba en mi casa, tenía 20, 21 años. En Pilar, hay un parque industrial y necesitaban operarios en Hellman’s para tapar mayonesas, entonces, mi vieja me decía que fuera a tapar mayonesas. ¡Había que laburar!
-¿Fuiste?
-No, esperé, esperé y esperé, seguí buscando y al tiempo abrió otro cable y me metí a ahí y también hacía un programa de radio en la primera mañana, en FM Plaza.
-Dijiste que habías vendido café también.
-Eso fue cuando recién vinimos a Buenos Aires. Antes de irnos a Pilar, vivíamos en Bella Vista y mi vieja había hecho un negocio de venta ambulante de café para todos los vendedores que estaban en la calle y en la estación de San Miguel. Como tenía mucho laburo y tenía muchos pedidos, yo hacía algunos de los viajes, íbamos en colectivo, con los termos.
-Sacrificado...
-Sí, pero nunca viví nada dramáticamente. Ni en las épocas locas de mis viejos, a fines de los 70. Tenían una vida hippie que ahora sería vista, quizás, como algo natural. Hoy si alguien se fuma un porro es casi una moda. Cuando mis viejos fumaban porro en los 70, era durísimo, era otra historia, pero no veo dramatismo en las cosas que pasaron.
-¿Hiciste terapia?
-Sí, yo soy un tipo que hace terapia hace 20 años y en el diván hubo un replanteo de todo esto. Siento que son cosas que me han hecho bastante fuerte y hace que nada me parezca tan grave.
-Tenés algo bastante histriónico, ¿te hubiera gustado ser actor?
-Mis viejos se conocieron estudiando teatro, en Montevideo. Mi viejo fue un muy buen actor, trabajó en la comedia nacional... Después su vida nómada lo alejó de la profesión. Es un desperdicio porque de verdad era un muy buen actor y yo tenía como ese mandato. Pero, primero, no sé si soy tan bueno como actor y segundo, tenía esa dicotomía de que era periodista porque adquirí el oficio de chico y la vida me fue llevando a ser productor, movilero, panelista y conductor. El tema de ser actor no se llevaba bien con eso y menos haciendo chimentos. Los actores no quieren trabajar con un chimentero en una tira, nos ven raro. Nos quieren, pero nos odian. Y cuando me han llamado para hacer unos bolos en su época, cuando todavía yo tenía la intención, era para hacer de periodista... No había mucha manera, era como ir contra la corriente. Entonces, en un momento dije "¡basta, no es por acá!" Lo relajé y después, cuando empecé a conducir, vi que a través de la conducción podía meter histrionismo. Seguía siendo Rodrigo, pero Rodrigo haciendo de conductor de un programa de chimentos.
-Ya no soñás con hacer Shakeaspere.
-No, ahora sólo voy a clases de teatro más que nada para entrenar, no para ser actor.
-¿Por qué te fuiste a vivir a Mar del Plata hace algunos años?
-Tuvo que ver con que no me gustaba mucho lo que hacía con Viviana Canosa. No por ella, por mí. Tenía un rol de panelista muy belicoso, peleador y provocador. Eso me había generado varios enfrentamientos y no me gustaba. Además, medio que me enamoré de un chico que vivía allá, quise probar a ver qué pasaba, conseguí un trabajo en Radio Brisas y me fui. El programa tuvo bastante repercusión.
-¿Estudiaste periodismo?
-No, fui movilero de Radio 10 durante cinco años y si no aprendés periodismo ahí, no aprendés más.
-¿Cómo llegaste a Radio 10?
-Porque le vine a hacer una nota a Daniel Hadad cuando yo todavía trabajaba en Pilar. Ese fue el salto, en 1998, cuando terminé la nota me ofreció laburo, lo mismo que me había pasado a los 14 años.
-¿Qué te dijo Hadad?
-Me dijo que empezaba su programa en Radio 10, que la estaba lanzando en ese momento y que él quería que fuera productor. Laburé un mes y renuncié, no me gustaba ser productor. Yo quería estar al aire, mi ego no lo soportaba, la empecé a pasar mal, me enfermé. La única vez que tuve 40 grados de fiebre fue cuando fui productor de Hadad. Tenía veintipico de años y mis jefes eran Ronen Schwartz y Facundo Pastor -que tenían 18- y me retaban, me tenían corto y entonces me fui.
-¿Renunciaste?
-Lo fui a ver a Hadad y le dije: "Me voy". Le expliqué que lo mío era el aire. "¿Qué querés hacer al aire?", me dijo y yo le contesté, muy suelto de cuerpo, que mínimo un móvil. "Bueno, empezás el lunes", me respondió. Empecé y me quedé cinco años.
-¿Hacías todo tipo de de noticias?
-Sí, salía en todos los programas. Era la época de Chiche Gelblung, Jorge Rial... Una programación que se puso primera, así que laburábamos un montón, doce horas nos tenían. Había mucha mística.
-¿Eso sí te gustaba?
-Sí, porque aparte había un objetivo que era posicionar la radio y a mí esos desafíos me encantan. Estaba aprendiendo. La calle me encantaba. Tenía un montón de amigos. Cubría desde sesiones del Congreso hasta rehenes, piquetes, la caída del avión de LAPA, la caída de De la Rua... La calle fue mi facultad.
La calle fue mi facultad
-¿Y por qué te fuiste?
-En un momento no quise más. De los lugares hay que saber retirarse a tiempo. Yo me retiro a tiempo siempre.
-Tenés una personalidad movediza.
-Siempre me fui de los laburos sin tener otra cosa y, no es por hacerme el canchero, pero siempre al otro día tenía trabajo. Cuando me fui de Infama, al otro día me contrataron en Polémica en el Bar.
-Tuviste miles de trabajos...
-Miles. Este es el momento más estable. Hace tres años que estoy en Confrontados y para mí es un récord. También me he calmado un poco, tampoco podés quedar como un renunciador serial.
-¿Qué es lo que te tiene inquieto?
-Cuando siento que toco mi propio techo, veo que no voy a crecer más y el cuerpo me lo pide.
-Te reprimís poco.
-Reprimir siempre es una mochila de piedra. Yo soy transparente. Soy natural. Una vez la Tota Santillán, en venganza por una cosa que yo había dicho de él, me dijo algo sobre mi sexualidad y pensó que me mandaba al frente por decir que era gay. Eso me sirvió para liberarme. Nadie te puede señalar con un dedo y nadie te puede prohibir lo que querés ser.
-¿Te sirvió de algo decirlo públicamente?
-Yo creo que, en este laburo, la identificación se da más cuando más natural sos. Para que te amen, para que te odien, para que te acepten, o no, pero siempre desde una total libertad, sin nada que ocultar. La represión se nota, se te nota en el cuerpo. Hay cosas que transmitís sin decir, entonces yo, no sé cuándo fue, qué día lo dije... Está implícito. No pasa nada. En algunos casos hay gente que puede sufrirlo por la familia. Yo lo hablé con mi vieja a los veintipico y casi le agarra una hernia, le costó mucho.
-¿Y a tu papá?
-Mi viejo fue el primero que lo supo. Él me hizo decírselo porque ya lo sabía.
-¿Te discriminaron en el trabajo alguna vez?
-No, no. La verdad, he laburado con gente que me ha tratado siempre bien. Me han dado mi lugar, me han dejado crecer...
-Sos de expresar si algo te molesta, sobre todo con los famosos.
-A mí la mala actitud me jode mucho porque los famosos te desmienten cuando no quieren que cuentes algo y cuando te necesitan está todo bien. Hay mucha hipocresía. Igual, antes era más intempestivo, hoy lo mastico diez veces antes de enojarme. Ahí debo reprimirme bastante todavía porque si digo todo lo que pienso...
-Es que no se puede decir todo lo que uno piensa...
-No se puede. Uno aprende con el tiempo.
-¿Cuál sentís que es tu lugar en el medio?
-El de alguien que está creciendo, que está aprendiendo todavía y no lo digo desde la falsa humildad. Creo que todavía estoy aprendiendo el oficio de conducir, todavía estoy buscando que la gente venga más a ver mis programas.
-¿Por qué tenías tantas ganas de hacer radio?
-Porque para mí hacer radio es el aire mismo que respiro. Es algo que me pasa por el cuerpo. Yo creo que la radio es un medio donde se ven todos los hilos. La tele, las lucecitas, las notas, los conductores tienen otro artificio. Es lindo, pero mucho más estructurado. La tele no arriesga mucho, en la tele algo funciona y se repite. En la radio tenés una amplitud de tres horas por día, tenés que generar un montón de contenido, entonces ahí es donde se ve si tenés oficio, aunque tengas equipo. El conductor arenga, anima, es el que lleva adelante el programa, el que le da la impronta, el estilo. Me encanta.
-¿Te llega información todo el tiempo?
-Sí, me enfermo cuando no tengo data, sufro como un condenado.
-¿Sos sufrido?
-Olvidate. Si mido 1,6 de rating esa noche no duermo y si mido 3,2 siento que soy Gardel con todos los guitarristas. En este trabajo el cielo y el infierno están muy cerca.
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