Se despedía el inventor de la sanata
El 11 de mayo de 1974, a los 69 años, murió el actor Fidel Pintos, uno de los nombres fundamentales del humor porteño.
Más allá de sus virtudes actorales, que llegaron a influir, por ejemplo, en Alberto Olmedo, el sólo hecho de haberles dado cuerpo al concepto y a la palabra sanata ya se merece el recuerdo.
Radio, teatro, cine, televisión, Pintos pasó por todos los medios, pero antes de todo eso tuvo el puesto de animador de veladas nocturnas, en especial presentando orquestas de tango, durante los años 30. Era muy común que el que ejercía esa profesión recurriera a un discurso rebosante de metáforas, no siempre originales.
Un poco con esa influencia y otro poco porque olvidaba a los que debía presentar, el actor inventó para sí un idioma propio, hecho de medias palabras y frases inconexas, pero todo dicho con gran convicción y actitud corporal. Es muy posible que el público que asistiera a esas veladas no entendiera nada, pero se reía. La sanata había nacido.
Luego vino su afianzamiento como actor cómico, trabajo que ponderaba así: "Uno pica una cebolla y se pone a llorar; tráigame usted una hortaliza que me haga reír".
Ese humor lo tenía a él mismo como centro de atención, en especial a su gran nariz.
También queda en la memoria su participación en el sketch que después derivaría en Polémica en el B ar, donde su papel de sanatero llegó hasta ser referido por el propio presidente Perón: "Pero qué me van a hablar de paritarias si, como dijo Fidel Pintos, las inventé yo".
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