American Vandal: anatomía de los dibujos de la discordia
American Vandal / Creadores: Dan Perrault y Tony Yacenda / Elenco: Jimmy Tatro, Tyler Álvarez, Sam Eckglund, Camille Ramsey, Camille Hyde, Calum Worthy / Disponible en Netflix.
Sátira de la fascinación de las audiencias estadounidenses por el crimen televisado, American Vandal es tanto un falso docudrama como una absurda historia de detectives que persiguen vándalos y falsos testigos. Todo comienza la mañana del 15 de marzo de 2016, cuando los 27 autos estacionados en la secundaria Hannover de Oceanside aparecen decorados con dibujos obscenos. ¿Una broma genial o una estupidez? Detrás de esa pieza del arte escatológico se encolumna la nueva serie de Netflix, burlando tanto a los serios programas de investigación periodística como a los más absurdos realities de crímenes bizarros, a partir del trabajo de dos adolescentes que intentarán descubrir quién dibujó los penes gigantes que adornan los autos de los directivos y profesores del colegio californiano.
Humor hitchcockiano
Creada por Dan Perrault y Tony Yacenda, American Vandal se construye alrededor de un culpable. ¿O un falso culpable? Siguiendo la estela del mejor Hitchcock, el acusado de ser el dibujante estrella no es otro que el chico malo de la escuela, Dylan Maxwell (Jimmy Tatro). Dylan es la carta marcada, el odiado por profesores y alumnos, el de las bromas pesadas, los amigos youtubers y el pésimo rendimiento académico. El documental dentro de la ficción que filman Peter Maldonado (Tyler Álvarez) y Sam Ecklund (Griffin Gluck), dos alumnos de audiovisual sagaces como Hércules Poirot, se concentra en revelar la verdad tras la apariencia. ¿Fue Dylan el autor de los bocetos fálicos o es demasiado tonto para tanta habilidad? ¿Tuvo la ocasión, el motivo, la destreza? ¿O es sólo uno de los "sospechosos de siempre", un mero chivo expiatorio?
Con algunos capítulos mejores que otros, la serie mantiene el ritmo y el humor, realiza guiños evidentes a productos de la misma factoría Netflix, como Making a Murderer, y combina diversos recursos como animaciones en 3D, voz en off, discurso periodístico y algo de cámara oculta.
Uno de los grandes hallazgos es Jimmy Tatro, quien construye a su Dylan con una combinación inmejorable del adolescente molesto, el perfecto culpable, el idiota incapaz de salirse del libreto y el mejor amigo de sus amigos. El destino de Dylan, en tensión entre la inocencia y la culpabilidad, es la clave que mejor juega American Vandal. Es en esa búsqueda donde se revela la capacidad corrosiva de su humor, la intensa crónica de la vida educativa y la reflexión sobre la capacidad de subversión que tiene el chiste, aun cuando se acuse al comediante equivocado.