Cinco razones para ver All Creatures Great and Small, la heredera espiritual de Downton Abbey
Las dos temporadas de la serie británica están disponibles en la plataforma Acorn TV
En uno de los episodios de la segunda temporada de All Creatures Great and Small, la serie británica disponible en la plataforma Acorn TV, el mayor conflicto a resolver por sus protagonistas es la castración de uno de los personajes más queridos de la trama. Claro que lejos de tratarse de un tema de sadismo o tortura al estilo de The Handmaid’s Tale o un recurso al que algunos creadores televisivos de la llamada era dorada de la televisión recurren para alentar el interés de los espectadores a costa de horrorizarlos, en el universo de esta ficción ambientada en los años 30, todo se resuelve con más humor y picardía que terror. Es que el pacienteen cuestión es Tricki Woo, un pequinés cuyos ímpetus amatorios complican la vida de su aristocrática dueña. La resolución del conflicto es tan tierna como graciosa, un tono que prevalece en toda la serie centrada en las aventuras de un joven veterinario escocés que consigue su primer empleo en una clínica ubicada en el ficcional poblado de Darrowby, ubicado en Yorkshire, al norte de Inglaterra.
La historia. Basada en los libros escritos por James Herriot sobre su mudanza de Escocia a las tierras altas de Yorkshire para trabajar como veterinario rural en los años treinta, la serie aprovecha al máximo los pequeños relatos literarios plenos de humor y pintorescos personajes locales. En el centro del relato están el joven Herriot (Nicholas Ralph) y su misantrópico jefe, Siegfried Farnon (Sam West), que aunque necesita un asistente tiene serias dudas sobre la capacidad de su colega recién recibido. Además de compartir pacientes en las muchas granjas cercanas, los veterinarios también deben convivir bajo la amorosa custodia de la ama de llaves, la señora Hall (Anna Madeley). Cada episodio los muestra resolviendo alguna emergencia animal –la perrita entrada en años que tendrá su primera camada de cachorros, las ovejas desmayadas por stress–, tan plácidas para el espectador como importantes para los personajes cuyas costumbres y modos de vida dependen del bienestar de esas criaturas. Grandes y pequeñas. No hay en esta ficción grandes intrigas ni suspenso y aunque el mundo real se adivine en los márgenes –los recuerdos de la Primera Guerra Mundial se entremezclan con la inminencia de la Segunda–, la idas y venidas de esa encantadora aldea en la que nunca pasa demasiado y el corte del pico de un loro puede ser la noticia de la semana, resulta en una narración encantadora, sutilmente cómica e indiscutiblemente tierna.
Los protagonistas. Los libros de Herroit que ya habían sido adaptados como serie en 1978 –se emitió hasta 1990 en la TV inglesa– y antes, em 1975, fueron transformados en un telefilm en el que Anthony Hopkins interpretaba al gruñón Siegfried muchos años antes de convertirse en el espeluznante Hannibal Lecter. En esta nueva versión que ya tiene dos temporadas disponibles en AcornTV y una tercera en camino, ese papel lo ocupa Samuel West, un veterano actor shakesperiano de presencia constante en la TV y el cine británico con alguna aparición también en las pantallas de Hollywood. El observador atento lo identificará como el chismoso compañero de elenco del personaje de Julia Roberts en Un lugar llamado Nothing Hill o por sus más recientes participaciones en The Crown, Las horas más oscuras y Slow Horses, entre otros proyectos de alto perfil. Aquí West se luce como el siempre malhumorado Siegfried cuyas protestas esconden –no demasiado bien–, un verdadero cariño por sus pacientes animales y los humanos que los cuidan. Su vínculo de desconfianza inicial con Herroit forma el arco narrativo más dinámico de la trama con un comienzo más que ríspido y un desarrollo en el que se construye una sólida amistad. Para acompañar al experimentado West, los productores decidieron contratar al novato Ralph, un intérprete escocés que como su personaje funciona como perfecto contrapunto de su experimentado colega.
El elenco. En esta serie los actores secundarios son tan fundamentales para la creación del mundo ficcional como sus protagonistas. Y, a diferencia del texto original, esta adaptación le otorga matices y vida propia a las mujeres que se relacionan con los veterinarios. En primer lugar, está la señora Hall, una viuda siempre efectiva en las tareas del hogar pero también en lidiar con los berrinches de Siegfried, su hermano menor Tristan (Callum Woodhouse) y las pequeñas crisis cotidianas que ocurren en la clínica. Pero más allá de su capacidad como ama de llaves, la señora Hall también es mostrada como una madre preocupada por su hijo rebelde y como una mujer que tal vez pueda rehacer su vida amorosa después de muchos años de soledad. De todos modos, uno de los vínculos más ricos e interesantes del programa es el de la amistad que sostiene con Siegfried, alguien en quién apoyarse y al que apoya siempre que sea necesario. Por otro lado aparece Helen (Rachel Shenton), la hija de un granjero que enseguida atrae y se siente atraída por Herroit. El hecho de que esté comprometida con Hugh Hulton, el rico terrateniente que interpreta con gracia Matthew Lewis, el ya crecido Neville Longbottom de la saga de Harry Potter, agrega algo de turbulencia al cuento que también contaba con la presencia de la legendaria Diana Rigg (Los vengadores, Game of Thrones), en el papel de la acaudalada señora Humphrey, a la que interpretó en dos episodios de la primera temporada en lo que resultó uno de sus últimos trabajos antes de su fallecimiento.
Heredero de un fenómeno. Cuando se anunció el estreno de La edad dorada, la serie de HBO sobre el choque entre los nuevos y viejos ricos de la Nueva York de fines del siglo XIX, muchos de los fanáticos de Downton Abbey –disponible en Netflix– creyeron que por fin tendrían un ciclo que llenara el espacio que habían dejado los Crawley y sus sirvientes con el final el programa. Sin embargo, más allá de sus méritos y el hecho de haber sido creada, como Downton, por Julian Fellowes, el tono de la ficción de HBO era demasiado cínico y autoconsciente como para conformarlos. En busca de herederos espirituales de aquel fenómeno All Creatures Great and Small resulta una opción mucho más satisfactoria. Ambos relatos comparten el punto de vista sobre el mundo como un lugar lleno de personas de buenas intenciones, en el que la cordialidad y la honestidad conducen al éxito y dónde la posibilidad de crecer y cambiar siempre está a la mano. Una coincidencia que identificaron sus productores al recurrir al realizador Brian Percival, histórico director de Downton Abbey –trabajo por el que ganó un premio Emmy–, para que tomara las riendas de sus seis episodios de comienzo de temporada.
Especiales navideños. Las dos temporadas de All Creatures Great and Small disponibles en la plataforma de AcornTV figuran como de siete episodios cada una aunque el conocedor de las tradiciones de la televisión británica sabrá que ese número en realidad incluye a seis capítulos “normales” y un especial de navidad, esa venerable práctica de la pantalla chica inglesa que le ofrece a sus espectadores un episodio extra de sus series para ver durante las fiestas. En el caso de esta ficción esos dos capítulos no solo le dan el esperado empujón a algunos de los romances incipientes sino que también dan cuenta de los usos y costumbres de ese rincón del mundo durante las fiestas de aquellos años. “Papá Noel debe vestir de verde y blanco y no de rojo y blanco como quiere imponer esa desagradable gaseosa americana”, dice Siegfried disfrazado para recibir a los chicos del pueblo con barba, bonete y chaqueta abrigada. Y verde, por supuesto.
Más leídas de Espectáculos
"Nos beneficia a todos". ¿Todos al streaming? Los que se suman y las estrellas que compiten y le ganan a la TV tradicional
"La de carne y hueso". Conocé a la verdadera Edilma Pérez, la azafata de la historia real del Secuestro del Vuelo 601
En La noche de Mirtha. Valeria Mazza contó por qué no conduciría La jaula de la moda y reveló el verdadero rol de Gravier en su carrera