Smokey Robinson and the Miracles

Solía ir a los recitales de la Motown, y los Miracles siempre cerraban el show. Eran lo mejor, y todo el mundo lo sabía. Nada demasiado llamativo. Las Supremes tenían hits más exitosos. Los Temptations, los mejores pasos de baile. Pero los Miracles eran pura música. En esa época, en la radio pasaban los temas más crudos sólo de noche. A Smokey Robinson lo pasaban todo el día. Todos amaban sus canciones, y él estaba por encima de los otros cantantes, con su voz levemente chillona y aguda. Podía cantar con voz áspera y en falsete, algo muy difícil, pero ideal para baladas tristes como "The Tears of a Clown" o "The Tracks of My Tears".

Smokey escribía sus canciones, y tenía una originalidad de la que carecían otros grandes de Motown. Era un gran letrista y un gran inventor de melodías, un músico para músicos. Es como en Hollywood, donde están las estrellas por un lado, y por el otro los que hacen de actores. Smokey era el Gene Hackman de la Motown.

Yo pasé mis primeros años en los barrios negros de Ann Arbor, Michigan, y no distinguía entre música blanca y música negra. Para mí, todo era simplemente música. "Shop Around", el primer hit de Smokey, fue uno de los primeros discos que compré. Poco después, cuando mi hermano se fue al ejército y yo quedé como único sostén de mi madre, trabajaba tocando en bares seis noches a la semana, cinco sets de 45 minutos por noche. Esto fue entre el 63 y el 67, y lo mejor desde el punto de vista económico era tocar en un trío. Hacíamos un medley de seis temas de Smokey que tocábamos por lo menos dos veces por noche: "You’ve Really Got a Hold on Me", "Shop Around", "Bad Girl", "Way Over There"... Smokey era el tipo más agradable de Motown, y eso se notaba en su voz. Yo conduje un programa de televisión en Canadá, Swingin’ Time, donde iban los músicos de Detroit: las Supremes, Stevie Wonder, los Temptations. Todos buena gente, pero Smokey era particularmente amable. Volví a verlo en 1987 en una entrega de premios. Me animé a decirle cuánto apreciaba sus canciones, y le conté que gracias a ellas había ganado dinero tocando en bares. Tengo grandes recuerdos. Gracias, Smokey.

Por Por Bob Seger

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