
Susana Rinaldi vivió una noche emotiva
La Tana repasó su vida y su carrera
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Se anticipaba como un homenaje sorpresa para Susana Rinaldi. Y lo fue, para ella y para los espectadores que asistieron para unirse al festejo.
Más allá del repaso de su niñez en el barrio de Caballito, del agasajo de sus compañeros del Conservatorio Nacional de Arte Dramático, de las palabras de los hombres de su equipo musical, la ceremonia -de cuatro horas de duración- tuvo picos de emotividad muy especial para la actriz y para el público. Uno de ellos fue el reencuentro artístico con su hermana, Inés, rememorando aquellas épocas en que cantaban juntas.
Otro momento impactante fue cuando el conductor, Guillermo Fuentes Rey, alentado por la versión a capella de "Sur", que interpretó la Rinaldi, se animó a pedirle que hiciera algo similar con "Tinta roja". La cantante vaciló hasta que sintió los primeros compases del bandoneón y al darse vuelta se encontró con la presencia de Osvaldo Piro, que se había sumado a la orquesta. Superado el asombro, la Tana, sin vacilar, tomó el micrófono y cantó con fuerza y vibración ese tango de Castillo y Piana, cuya versión tanto los identificó en el pasado. El público reaccionó más que entusiasmado ante el encuentro de esos dos grandes -en otra época, marido y mujer- que volvían a unirse en el escenario del Maipo. Ni qué hablar del llanto y la emoción de los hijos de la pareja, Alfredo y Ligia, que a duras penas, momentos después, pudieron salir a cantar, a pesar de tener la garganta ahogada por la emoción.
El abrazo de Piro y Rinaldi fue el punto inicial de una larga ovación.
Sus comienzos actorales
No estuvieron ausentes los recuerdos del conservatorio donde la Rinaldi rescató a Cunill Cabanellas, su maestro, y María Herminia Avellaneda, su amiga y gestora de su lanzamiento internacional. Tampoco omitió un reconocimiento a la grandeza de Cátulo Castillo y a la de Horacio Ferrer.
Entre todos esos recuerdos, refrescados por fotografías, dos actores corporizaron una de esas imágenes: María Rosa Gallo y Alfredo Alcón, con quienes trabajó en sus comienzos, que participaron con un fragmento de "Orfeo desciende", de Tennessee Williams. Tampoco faltaron Amelita Baltar y Marikena Monti, con quienes Susana Rinaldi hizo, durante cuatro años, "Tres mujeres para el show".
Hubo varias voces en el canto. A la de ella, se sumaron la de Celia Guzmán, Mario Clavell y Chico Novarro. Pero también hubo palabras y Susana Rinaldi se apropió de ellas para agradecer a Juan Carlos Cuacci, realizador de ese homenaje, para hablar de su militancia por la cultura, para valorizar el uso de la resistencia como forma de permanencia más allá de la desidia y el olvido de los funcionarios de turno, para promover la solidaridad y el reconocimiento a los artistas que hacen la cultura de los pueblos. En fin, se permitió no privarse de decir lo que pensaba, con franqueza, sin eufemismos, como artista, como argentina y como mujer que quiere un país mejor para sus hijos, para sus nietos y para todos.
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