Corrección y pulcritud en un misterio de Agatha Christie
La ratonera. De: Agatha Christie. Intérpretes: Valentina Bassi, Gloria Carrá, Fabián Mazzei, Guillermo Pfening, Walter Quiroz, Hugo Arana, María Rosa Fugazot y Daniel Miglioranza. Vestuario: Pablo Battaglia. Música: Martín Bianchedi. Iluminación: Marcelo Cuervo. Escenografía: Daniel Feijoo. Dirección: Jorge Azurmendi. Sala: Multitabarís. Duración: 81 minutos. Nuestra opinión: buena
La producción literaria de la "reina del crimen" es profusa. Su obra está compuesta por 66 novelas y más de 150 cuentos, entre los que se cuenta Tres ratones ciegos, de la que se realizó la versión escénica bajo el nombre de La ratonera. Después de una permanencia inédita en cartel durante 66 años ininterrumpidos, se puede decir que esta pieza, que es una atracción turística de Londres, se estrena por primera vez en Buenos Aires.
Esta obra de corte policial pone de relieve una vez más una estructura que la escritora inglesa prefería para desarrollar sus argumentos. Un grupo de personas se encuentran aisladas en una casa de la que no pueden escapar, generalmente por razones climáticas. Algo similar a lo que sucede en Asesinato en el Expreso Oriente o en Diez negritos. Esa situación no presentaría mayores problemas si no fuera por el hecho explícito de que entre esas personas se encuentra un asesino.
Revelar el culpable del crimen es una tarea que asume con entusiasmo el famoso detective Hércules Poirot, Miss Marple o el matrimonio Tommy y Tuppence Beresford. En esta pieza en particular, no hay un profesional del crimen que ayude a revelar el misterio. Son simplemente siete personajes recluidos en una casa de huéspedes de las afueras de Londres que deben enfrentarse a la noticia que trae un sargento de policía de que entre ellos se encuentra una posible víctima de un criminal, que ya ha cometido otro asesinato en Londres, y que es un huésped de esa casa.
Este es el punto de partida para desarrollar la trama que contempla la investigación de antecedentes de cada uno de los huéspedes hasta llegar al descubrimiento del homicida.
El desenlace es ingenioso porque el culpable es la persona menos esperada. En ese sentido, sobre el final de la función, Hugo Arana pide que no se revele su identidad para no restar interés por ver la obra.
La puesta contempla un planteo realista en un espacio bien diseñado y amueblado para recrear el albergue, ubicado en la Inglaterra de los años 40, época a la que remite también el vestuario. La única innovación es el diseño lumínico de Marcelo Cuervo, que por momentos contempla un efecto dramático para subrayar el suspenso.
El trabajo de los intérpretes es correcto, pero todavía la composición es un poco exterior, aunque cabe señalar que Hugo Arana, María Rosa Fugazot y Daniel Miglioranza marcan el nivel de actuación al que el resto del elenco debería alcanzar después de trajinar el escenario durante las funciones.
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