"Dedos" es un vodevil negro y musical
Alejandro Tantanian es el director de la obra del español Borja Ortiz de Gondra, inédito en nuestro país
La pieza del español Borja Ortiz de Gondra, "Dedos", se dará a conocer en Buenos Aires y su autor iniciará su camino en la Argentina, como ya lo han hecho otros dramaturgos de su generación.
Ortiz de Gondra (1965) integra un grupo de autores que en los últimos años han comenzado a fortalecer vínculos con sus pares locales. No por casualidad será Alejandro Tantanian el responsable de la versión y también el director del espectáculo, que realizó algunos cambios en el texto original. Junto con Marcelo Moguilevsky musicalizaron algunos textos y por eso la obra se presenta aquí como "Dedos, el musical".
El espectáculo se estrena esta noche en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín y el elenco está compuesto por Susana Pampín, Javier Lorenzo, Alberto Suárez y Analía Couceyro.
"Dedos" fue escrita en 1995 y se estrenó en 1999 en el Centro Dramático Nacional. También se representó en México y en Francia. Por entonces, Borja Ortiz de Gondra vivía en Francia y produjo este texto influido por la profunda crisis que dominaba Europa en ese momento. En España, sobre todo, había un gran desempleo. "Quería hablar de todo eso -dice el autor- y con un tratamiento que no fuera acorde al tema. Busqué aproximarme al absurdo, al ridículo. De hecho, la obra se subtitula "vodevil negro"."
Y es que el vodevil está presente en la estructura de la pieza. Ortiz de Gondra planta a unos personajes muy contemporáneos dentro de esa estructura de teatro tradicional y con un lenguaje y un humor como él bien define "barriobajero, ordinario, que se corresponde con la revista española".
"Dedos" muestra a cuatro personajes -dos parejas- que irán intercambiándose todo el tiempo. Con cada cambio de escena se produce un cambio de pareja. Y entre ellos irán sucediéndose las más diversas e inesperadas relaciones.
En cada país en el que se ha estrenado la pieza se adapta al lenguaje local, por lo que entre nosotros el espectador sentirá a esos hombres y mujeres muy próximos a sus experiencias personales.
Alejandro Tantanian cruzó además el material con la comedia musical. Si en España el texto se relacionaba con el vodevil, aquí parece que lo que mejor le va es el musical. Y no es que los actores canten y bailen bien. Por el contrario, "lo que importa -destaca el autor- es mostrar a una compañía que hace teatro musical sin tener los medios. Asoma continuamente, desde la interpretación, esta idea de ridículo".
Borja Ortiz de Gondra prefiere no hablar demasiado acerca del título de su texto. Aclara que se han hecho miles de interpretaciones y todas le han parecido interesantes.
"Es algo que salió -aclara-, pertenece a mi interior, no podría darle un significado unívoco." "Dedos" tiene sus particularidades. Tanto que algunos espectadores, en las diversas puestas que ha tenido, se levantan y se van ni bien comienza el espectáculo. "Sólo podía abordar ciertos temas que me parecían candentes desde un humor salvaje, muy descarnado. La materia de la que se habla no se puede tratar con guantes de seda. En este caso lo que hace la comedia musical es provocar una distancia, asoma una ironía que rebaja cierta crueldad, pero igual hay algunos momentos de la puesta que resultarán chocantes y por eso el espectáculo está prohibido para menores de 18 años. Este es un trabajo muy lúdico, muy divertido, pero al mismo tiempo, bajo la aparente brillantez de la comedia, asoma una fuerte carga."
Un largo recorrido
Nacido en Bilbao, Borja Ortiz estudió actuación en su ciudad, luego dirección en Madrid y al poco tiempo descubrió que le interesaban las adaptaciones y traducciones. Un buen día decidió escribir su propio texto. Actualmente se mueve entre la escritura y la dirección y aclara que no puede entender que en Buenos Aires los teatristas sean autores, actores y directores.
"Aquí -dice- hay unas propuestas, tanto textuales como de dirección, que tienen mucho que ver con lo actoral. Es algo que le reprocho al teatro europeo y en particular al español. Ahora mismo en la dramaturgia española hay un divorcio entre lo que es la pura escritura dramática que está explorando campos bastante nuevos, la dirección que va como a remolque -porque va tratando de agarrar eso- y la interpretación. Los actores no están formados ni acostumbrados a trabajar nuevas textualidades."
Actualmente el autor está produciendo un material, junto a una actriz española, que muestra cómo los medios periodísticos fagocitan la realidad.
Es la historia de una mujer que trabaja en una gran cadena de televisión y ve afectada su realidad por lo que ella va contando.
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