
El ensamble: integrantes vitales, no invisibles
Hace 30 años se lo llamaba coro. Ahora, ensamble, simplemente por la castellanización del término inglés ensemble. A pesar de su origen, no es desacertado llamar así a los intérpretes de un musical que no realizan personajes protagónicos, sino que los circundan y ponen sus voces y cuerpos en movimiento para darle ampulosidad a cada musical. Antes se solía contratar a un coro de voces y a un grupo de bailarines. Hoy en día (en parte, gracias a las escuelas integrales de teatro musical) el ensamble está compuesto por artistas que ya no pasan inadvertidos y que no sólo nutren cada propuesta sino que la exaltan. Ellos son capaces de alternar o reemplazar a cualquiera de los protagonistas o de interpretar cualquier personaje. ¿La diferencia? La actuación, sin dudas. Ya no basta con hacer un grand jeté, poner carita seductora o llegar al Fa sostenido. Ahora hay que actuar. El integrante del ensamble que actúa es el que se destaca. Son los que viven sus pequeños roles con la conciencia de que no están sólo para decorar. El año pasado fue sublime el de Más de cien mentiras y virtuosos los de Los locos Addams , Calígula y Vale todo . Este año podría decirse lo mismo de Y un día , Nico se fue y de Priscilla, la reina del desierto . Querido teatrero, querido lector, preste atención a esas individualidades. Sólo por mencionar algunos: Cecilia Estévez, Juan José Marco, Adrián Scaramella, Florencia Viterbo, Jorgelina Maglio, Marcos Gorosito, Mariano Botindari, Flavia Pereda, Jimena González, Jessica Abouchain, Emanuel González, Augusto Fraga, Pedro Frías, Carlos Pérez Banega, Cynthia Manzi y sigue la lista.




