Gallo, una experiencia escénica que evoca una época y desafía el presente
Un fuerte recuerdo infantil le posibilitó al actor y director Nacho de Santis dar forma a su primera pieza teatral. Un material que desarrolló en el taller de dramaturgia de Javier Daulte y que lleva por título Gallo. La experiencia le permite afirmar que su profesión se ramificó bastante. Hasta ahora se había desempeñado como intérprete, director, docente, también productor, aunque es lo que menos le gusta hacer en el teatro.
El creador, que en los últimos años trabajó en proyectos muy destacados como los musicales Pegados, Cita a ciegas, tuvo la posibilidad de recrear de manera muy sobresaliente a un personaje sumamente oscuro en el unipersonal Socavón, de Luis Cano, y siente que este encuentro con su ser autor le permite ampliar su camino expresivo. "Uno tiene la posibilidad de jugar un poco más en su recorrido por la actividad teatral", aclara.
Nacho de Santis creció en distintas ciudades. Su familia, a la que califica de "algo nómade", es de Buenos Aires. Cuando él tenía siete años se trasladaron a Cañada de Gómez, Santa Fe, y luego a Chivilcoy. Durante su estancia en Cañada vivieron en una casaquinta ubicada en una zona semirrural. La cuadra en la que se ubicaba era la última de la zona habitable, luego se abría el campo. Frente a ellos vivía una familia integrada por una madre, un abuelo y dos hijos muy jóvenes, con quienes los hermanos De Santis entablaron una fuerte amistad.
Esa gente mantenía un hogar humilde que en el patio tenía un gallinero. "Jugué mucho en esa casa -cuenta el autor y director-, me crie viendo ese gallinero, sintiendo su olor, reconociendo aquel piso de tierra. Cuando Daulte me pidió que buscara una imagen que provocara la escritura de un texto, apareció ese ámbito. Un lugar entrañable al que nunca quise regresar porque seguramente estará muy cambiado. Gallo trata, básicamente, sobre la amistad en la adolescencia. El despertar sexual, romántico, y el amor entre jóvenes, pero en un mundo muy hostil, muy pobre espiritualmente, muy dañado, contaminado por dos mayores que están representados por un abuelo y una madre", rememora.
El autor y director reconoce que el proyecto tiene mucho de autobiográfico, pero también de ficción. Los dos planos se fueron mixturando y potenciaron cuestiones que adquirieron una dimensión inesperada. El dramaturgo afirma con cierto placer que le gusta mucho "imaginar y conversar" y en ese proceso, seguramente, apareció un romance entre dos amigos. "Uno se enamora de los amigos -explica-. Y quiere ser amigo de tal persona porque está enamorado. Y eso no tiene que ver con lo sexual. Sino con lo que, de golpe, te atrae. Y uno quiere estar todo el tiempo con su amigo. A mí me pasaba eso. Aquí, a la vez, aparece un miedo muy grande que tiene que ver con el dolor que puede generar el amor en los mayores", confiesa.
A pesar de la pintura de ese mundo en apariencia sombrío, el autor dice estar muy agradecido por haber vivido en el interior. "Me dio una libertad en el crecimiento y mucha seguridad -afirma-. Nosotros éramos lieros, saltábamos de casaquinta en casaquinta, nos metíamos dentro de las piletas de natación con el agua sucia, juntábamos renacuajos, cruzábamos el campo y hacíamos picnic en un molino que estaba lejos. Los planes que armábamos para divertirnos eran muy hermosos y los hacíamos con muy pocas cosas". En este texto De Santis decide no perder aquella ingenuidad e intenta reconstruirla en escena situando la acción de su pieza en la década de 1980.
Cuando observa ese universo que parte de un momento de su vida reconoce que, en la actualidad, la escena lo ha modificado notablemente. "Estoy dirigiendo un relato que cuenta ciertas cosas que viví -comenta-, habla de mí, pero ya no me pertenece. Ahora es de los actores".
Ese proceso Nacho de Santis lo conoce muy bien. Les ha puesto el cuerpo a personajes muy distintos a lo largo de una carrera que comenzó en Chivilcoy a los 11 años y que, obstinadamente, como le gusta decir, seguirá desarrollando. Formado en danzas folklóricas, técnica vocal, teatro, es un profundo amante de la comedia musical (dirigió la escuela Protagonistas durante trece años) y también se animó a experiencias de teatro físico y aéreo. Hombre vertiente, proyecto del grupo De la Guarda, dirigido por Pichón Baldinú, le posibilitó hacer presentaciones en diversas ciudades del mundo.
En el Espacio Callejón, Gallo, que está interpretada por Adriana Ferrer, Luis Gutmann, Valentino Grizutti y Juan Cottet, le permite a De Santis inaugurar su camino como autor.ß Carlos Pacheco
Gallo
- Espacio Callejón, Humahuaca 3759
- Viernes, a las 20
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