Lola Arias prepara el estreno en Berlín de Lengua madre y cierra el capítulo de Campo minado
Mientras ajusta la versión alemana de otra pieza de teatro documental que ya mostró en Madrid, en Buenos Aires concluye la temporada de su notable trabajo sobre la guerra por las Malvinas
Hasta el 26 de abril hay chances de ver en Buenos Aires Campo minado, la notable obra de teatro documental montada por Lola Arias que ya fue presentada con gran suceso en más de treinta ciudades de todo el mundo y que tiene un significado muy especial para los argentinos, dado que reúne a un grupo de veteranos de la guerra de Malvinas que reconstruyen aquella traumática experiencia de 1982 y también cuentan en primera persona cómo fue su vida una vez terminado el conflicto. No hay que perdérsela, es un trabajo de investigación muy eficaz transformado en una aventura artística apasionante que ya lleva seis años de desarrollo y que abre perspectivas nuevas sobre un asunto complejo y muy angustiante. “En el teatro documental siempre estás trabajando con algo contemporáneo. Incluso cuando estás haciéndolo con material de archivo, porque el archivo es la persona misma, es algo que está vivo. En Campo minado los seis protagonistas hablan de algo que pasó hace cuarenta años, están su pasado y su presente en escena. Y la persona está ahí, esa persona ‘es’ la guerra”, asegura Lola Arias.
Mientras Campo minado empieza a despedirse de Buenos Aires, justo en el mes del 40° aniversario de la guerra por las Malvinas, Lola Arias prepara una versión alemana de Lengua madre, obra que acaba de pasar Madrid y ahora se estrenará en Berlín. Es otro proyecto de teatro documental que inició en 2019 con una serie de entrevistas a personas que tienen historias de maternidad o paternidad particulares. Las problemáticas que aparecen en Lengua madre son distintas: madres migrantes que dejaron hijos en su país de origen o tuvieron hijos en otro país, personas que adoptaron o que recurrieron a procedimientos de fertilización asistida complejos, parejas lesbianas o gays que tuvieron que decidir cómo tener hijos, casos de subrogación de vientre… “Llevó mucho tiempo encontrar todas esas historias –cuenta la directora argentina–. Después hicimos un taller con un grupo de gente que seleccionamos, más o menos el doble de los que finalmente llegan a escena, y les explicamos qué significa exactamente participar en una obra de teatro documental porque la mayoría no tiene ninguna experiencia en ese terreno”.
–Lengua madre es una obra muy conectada con el presente. Las problemáticas sobre las que trabaja están vinculadas con las peleas y conquistas del feminismo, con la fluidez de género, con las nuevas configuraciones familiares…
–Tanto Lengua madre como Campo minado tienen cruces con el presente. En Campo minado, aunque se hable todo el tiempo de Malvinas, lo que se dice de aquello que ocurrió en el pasado se refleja en una realidad muy concreta y actual, las consecuencias de esa guerra. Y Lengua madre es efectivamente una obra muy contemporánea: plantea interrogantes en torno a temas muy actuales –la subrogación de vientres, por citar apenas uno–, y sobre cómo se resuelven esos temas en el marco del neoliberalismo. Pero nunca pienso las obras en términos de agenda, no es que busco trabajar exclusivamente sobre temas actuales. No estoy pendiente de lo que sale en los diarios para después trabajar sobre eso. Las obras surgen de distintos puntos de partida: mi propia experiencia, por ejemplo, y algunas cuestiones que me planteo a partir de cosas que pasan a mi alrededor a nivel social y político.
–¿Cuál fue el disparador concreto para Lengua madre?
–Hablaba recién de mi propia experiencia... La maternidad me obligó a encontrarme con una nueva persona: yo misma, pero después del parto. Tenés que encontrar una nueva identidad en relación con ese otro ser que entra en tu vida, pensar cómo cambian las cosas en relación al entorno social. Encontrar una nueva manera de trabajar y de vivir, en suma. Y yo no tenía un modelo para seguir en ese sentido. Así que mucho de todo eso aparece en la obra. Y también es una obra que surge del fervor y la expansión del movimiento feminista en Argentina, alrededor de las campañas para legalizar el aborto, para terminar con los femicidios. Empezaron a tener nivel de discusión masiva temas que estaban restringidos a círculos muy específicos. Toda la campaña que se hizo en la Argentina alrededor del tema del aborto puso sobre el tapete cómo las mujeres nos vemos obligadas en este sistema capitalista a parir cada vez más tarde, o a recurrir a técnicas de asistencia reproductiva. Porque es imposible conciliar el trabajo productivo con el reproductivo. Yo misma soy una “madre vieja”: tuve mi hijo a los 38 años. Una de las preguntas que plantea la obra es sobre cómo nos vamos a reproducir de acá en más.
–Los procesos en los que venís trabajando son siempre largos. ¿Cómo va evolucionando tu relación con las obras con el paso del tiempo?
–Esos procesos largos me permiten ir desarrollando distintas fases de un mismo proyecto, investigando facetas diferentes de una misma problemática. Campo minado fue primero una videoinstalación, y después vinieron la obra de teatro y la película. Son más de cinco años dedicados a un proyecto, un tiempo necesario para poder pensar sobre la representación de la guerra, sobre la memoria, sobre la masculinidad y el heroísmo… Un montón de cuestiones abordadas desde distintas perspectivas y formatos. Trabajar a lo largo de tanto tiempo te permite repensar el proyecto constantemente.
–¿Es más difícil trabajar con actores no profesionales? ¿Cómo se logra cierta disciplina para que las cosas avancen?
–El compromiso es distinto que cuando trabajás con actores profesionales, no solo por el hecho de que tengan o no antecedentes en una producción de teatro, sino porque trabajar sobre la propia experiencia, hacer pública una cuestión privada –sea contar cómo tuviste a tus hijos o cómo recordás y qué pensás hoy de una guerra en la que participaste– es una gran exigencia para cualquier persona. Tenés que tomar una decisión bastante radical para ser parte de procesos de este tipo. Y alguien que nunca tuvo una experiencia con el teatro no sabe dónde se está metiendo ni con quién se está asociando en ese proyecto. Las personas que son parte de estas obras tienen que tomar decisiones importantes: deben dejar sus trabajos por un tiempo, o pedir un permiso especial o una licencia, por ejemplo. Y en un caso como el de Campo minado, sostener eso a lo largo de seis años... Es un tiempo prolongado en el que tienen que poner a la obra como prioridad frente a otros trabajos y otras cuestiones personales.
–Hace años que venís pasando buena parte del tiempo en el exterior. Tus proyectos, de hecho, se suelen iniciar fuera de la Argentina. ¿Cómo te observás en términos de identidad?
–A mí me interesa la figura del extranjero como alguien que tiene la distancia suficiente como para describir una situación y que al mismo tiempo puede establecer una conexión más íntima con el otro justamente porque es un extraño. Muchas veces las personas les cuentan sus cosas más íntimas a alguien que no conocen mucho. Es como si supusieran que los que tienen cerca ya saben cómo son las cosas y el que viene de otra parte no, entonces se lo cuentan todo con mucho más detalle. No es una mala posición para un artista… Yo claramente soy argentina, eso está en mis referencias, en dónde estudié, en cómo fui criada, en todo… A veces la distancia te permite ver tu propio lugar desde otro punto de vista también. Pero tampoco es que esa distancia siempre facilita las cosas o es la mejor posición. Puede ser un potencial si tenés un contexto que te ayude.
–¿Este año volvés a trabajar en la Argentina?
–Sí, después de estrenar Lengua madre en Berlín voy a volver, creo que en octubre, para un proyecto de cine titulado Reas, una película que empezó en 2019, cuando hice unos talleres de teatro, danza y cine con la coreógrafa Leticia Mazur en la cárcel de mujeres de Ezeiza. La idea es filmar en 2023, y será una especie de musical protagonizado por mujeres y personas trans que estuvieron en el penal de Ezeiza o en algún otro. En parte es la reconstrucción de esa experiencia en la cárcel y en parte un musical, una zona mucho más relajada donde aparecen los sueños de estas personas, que no tienen que ver necesariamente con la experiencia del encierro.
Para agendar
CAMPO MINADO, de Lola Arias. Dirección: Lola Arias. Elenco: Tip Cullen, David Jackson, Gabriel Sagastume, Rubén Otero, Sukrim Rai, Marcelo Vallejo. Jueves a domingos, a las 20, en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, Corrientes 1530. Entradas: 1.050 (pullman) y 1.500 pesos (platea).
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