Magia freak: el extraño mundo del ilusionismo
Una celebridad en el mundo entero, las proezas de Criss Angel son seguidas por millones de espectadores en vivo y en Internet; llega Mindfreak, una experiencia que promete ser algo más que magia
LAS VEGAS.- El escenario está en penumbras. Criss Angel -pantalón chupín y zapatillas negros- tiene los ojos delineados. No tiene el aspecto de un mago clásico. Es un rockero con aire gótico que ahora recrea uno de los trucos más conocidos del gran Houdini, el escapista austrohúngaro que asombró al mundo a fines del siglo XIX. En escena lo sujetan dos asistentes que, bajo un haz de luz, le colocan una camisa de fuerza. En medio de un silencio tenso, una soga desciende desde el techo y el ilusionista es colgado de los pies, cabeza abajo. El cuerpo empieza a girar muy rápidamente, dando vueltas en círculo, y la platea, azorada, observa cómo va desprendiéndose de su camisa, como si se tratara de una venda. Esto ocurre en cuestión de segundos a la vista de todos. Angel no sólo se libera de esa prisión, sino que también baja por sus propios medios. Es uno de los actos de Mindfreak Live, el show del que esta celebridad del ilusionismo moderno ya ofreció cuatrocientas funciones en el Luxor Theatre de Las Vegas y que lo confirmó como una suerte de estrella de rock de la magia, capaz de electrizar a la platea con sus trucos y, sobre todo, con su sentido del gran espectáculo.
Una vez en camarines, después de haber levitado en escena, sacado una docena de palomas de un pañuelo y cortado a su abnegada secretaria en dos, Criss Angel se limpia el sudor de la frente.
"Mucho de lo que hago es real y mucho es pura ilusión: es el público el que decide qué creer y qué no."
Está relajado, tiene en el camarín una pantalla chica desde la que puede ver qué está pasando en el escenario. Falta casi una hora para volver a girar en el aire, desaparecer y aparecer sentado entre la gente. Pasaron 15 años de su truco épico cuando se metió dentro de un tanque de agua en medio de Times Square, en Nueva York, y pasó ahí 24 horas esposado, casi sin poder moverse.
"La magia era una verdadera fortaleza para mí, me generaba un sentimiento asombroso, me despertaba una enorme curiosidad mirar y no entender cómo funcionaba -dice-. En la vida hay tantas pero tantas personas que no saben cómo vuela un avión... Cada vez que volamos en un avión, ¿realmente entendemos cómo funciona? Hay tantos misterios en la vida. La magia es un modo de reencontrarnos con el niño que tenemos dentro."
Está sentado en un sillón rojo, relajado después del esfuerzo, aunque sabe que dentro de poco más de una hora deberá volverá otra vez a escena para, entre otras cosas, esfumarse del escenario y aparecer sentado en algún rincón de la platea. A pocos metros están Dimitra, su madre, y sus hermanos JD y Costa. Criss acaba de ser reconocido en el Hall of Fame y su estrella está precisamente frente a la de Houdini, uno de sus inspiradores. Su carrera no hubiera sido la misma sin el apoyo de su círculo íntimo. Para montar su primer espectáculo en Broadway, Criss (de nacimiento Christopher Nicholas Sarantakos) hipotecó su casa familiar. Había descubierto su vocación a los 6 años, gracias a un truco de cartas que le mostró su tía Stella. Después de verlo un par de veces, confiesa ahora, se obsesionó: quiso aprender a hacerlo para sorprender a los más grandes. Sentía que realizar algo cuyo mecanismo los adultos desconocían le concedía una dosis de poder sobre ellos. Recién más tarde descubrió que lo que importaba no era cómo hacerlo, sino el efecto que el truco generaba en los demás. Es lo que vuelve a ocurrirle cada noche cuando la audiencia se deja encandilar, sorprendida, por alguna de sus proezas escénicas.
Su show no sólo se trata de magia; más bien, es una experiencia en la que convergen las artes marciales y la música en vivo. Tiene cómplices en escena, claro: Maestro, un español que juega a hacerse el mexicano; acróbatas, y la clásica secretaria que lo secunda. El imponente juego de luces, la música y las explosiones de fuego en escena convierten el show en algo diferente de cualquier otro espectáculo de magia. Es casi un concierto de rock, sexy y vampírico. Y Criss maneja con astucia los climas: hace bailar al público y, un segundo después, consigue conmoverlo en un pasaje de extrema intimidad cuando habla de los niños con cáncer; su hijo Johnny, de 3 años, lucha contra esa enfermedad.
"Cuando empecé a desarrollar mi arte, traté de alejarme de los magos, porque no quería hacer lo que ellos hacían ni verme como ellos. Sentía que la magia estaba algo atrasada en el tiempo, no era cultura pop. Mi show es antes un concierto que un espectáculo de magia; es una experiencia, es ilusión y efectos especiales."
Y al parecer funcionó. La Asociación Internacional de Magos lo ha elegido en seis ocasiones el mejor del año y durante seis temporadas unos 100 millones de espectadores vieron por la señal A&E su espectáculo Mindfreak. Sus trucos rompieron récords de visitas en Internet: llegó a tener más de 60 millones de reproducciones de un solo video y más de 300 millones de visitas a su canal.
Con 49 años y un estado físico envidiable, Angel asegura que llegar hasta aquí le costó dos décadas. Hizo trucos en las calles y en bares, en cumpleaños y casamientos. Hasta que de pronto mereció el reconocimiento de Siegfried y Roy, dos colegas que supieron ser un clásico en el circuito de Las Vegas.
"Pienso que lo más importante es la conexión emocional que mantengo con la audiencia -dice. Afuera, el público que llega para asistir a la segunda función no se priva de visitar el pequeño museo en el que se exhiben elementos que Criss utilizó en el pasado: motos, chalecos, cadenas, arco y flecha, trajes, pinches y hasta un tanque de agua-. No se trata de trucos solamente, aunque el público asiste a algunos actos de magia e ilusionismo verdaderamente revolucionarios. Es una experiencia que los va a conmover; se van a emocionar, se van a asustar."
Dimitra escucha atentamente a su hijo, pero no dice nada. Con un tono calculadamente dramático, Criss asegura que está "preparado para morir". En todos estos años ha vivido varios momentos de riesgo. Durante un espectáculo que ofreció en Broadway, maniatado por una camisa de fuerza, se cayó y se rompió unos cuantos huesos y debió ser operado durante cuatro horas. Lleva varias marcas como medallas de esas batallas: una en la nariz, producto de haber permanecido durante veinticuatro horas bajo el agua con una máscara; otra en el brazo, donde se quemó con fuego. Heridas de guerra. Pero nada de eso lo amedrenta. Quienes peor la pasan, dice, son sus familiares, que piensan que está loco. A un costado, su madre y sus hermanos asienten con la cabeza.
"Conozco los riesgos -dice con gravedad-, pero los tomo para satisfacer a la audiencia. Si debo poner mi vida en juego, lo voy a hacer."
A unas cuadras del hotel tiene un laboratorio donde crea, construye, graba, ensaya e investiga nuevas tecnologías. En el siglo XXI, asegura este admirador del peruano Richiardi, de quien tomó el truco de la silla y parte de su personalidad escénica, los magos deben lidiar con los problemas que trae la tecnología, que en un sentido simplifica las cosas, pero a la vez expone mucho a los ilusionistas. Un desafío es cómo iluminar la sala y que esa luz no devele el misterio. Angel utiliza más de mil luces en escena para que se vea claramente desde la platea, aunque en cuanto algún espectador intenta grabar algún truco con su celular es amablemente invitado a retirarse.
"Para mí es mucho más desafiante cuando voy a la calle y levito o corto a alguien por la mitad: todos tienen cámaras, hay tecnología por todas partes. Uno tiene que aprender cómo hacerla funcionar para uno y procurar que no se vuelva en tu contra."
Su hermano le señala el televisor. Faltan tan sólo minutos para que vuelva a salir a escena. Criss entonces se disculpa amablemente. Tiene que repasar el maquillaje y entonces sí: otra vez a quitarse la camisa de fuerza en el aire pendiendo de una soga, otra vez a hacer mil y un trucos para conquistar a la platea, una ceremonia que desde esta noche celebrará en el teatro Gran Rex. Cenará más tarde en el hotel, dice, que desde hace años es su casa. Antes de despedirse, le pide a un asistente que se ocupe de ofrecer algo para tomar, quizá un Margarita.
"Estoy ansioso de llegar a Buenos Aires -dice, saluda con un abrazo-, es mi primera vez."
Y desaparece.
Mindfreak, Live!
De Criss Angel
Funciones, hoy y mañana, a las 20; viernes, a las 20.30; sábado, a las 18 y a las 22; domingo, a las 20.
Gran Rex, Corrientes 857.
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