Mamá Cora se mudó a Jujuy
Postales de una rica experiencia que se repite, en el marco de un plan que fomenta el teatro y permite mostrarse a los artistas del interior del país
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SAN SALVADOR DE JUJUY.- Todo (o una parte del todo) comenzó hace más de dos meses, cuando en el diario local se publicó un aviso que anunciaba el casting de la obra Esperando la carroza, una producción del Teatro Nacional Cervantes y la Secretaría de Cultura de Jujuy. Llegado el momento, se presentaron 140 actores. Al director Daniel Suárez Marzal le tocó el complejo trabajo de decir "vos, sí", "vos, no".
Después de dos meses de ensayos, que comenzaban a las 9 de la noche (antes era imposible porque la siesta es sagrada y porque los 15 actores seleccionados tienen otros trabajos), el miércoles pasado se estrenó en el Teatro Mitre, la pieza que, en su versión cinematográfica –con la composición de Antonio Gasalla como Mamá Cora– caló hondo en el inconsciente colectivo. Lejos de aquellas imágenes, para el momento del saludo final de esta versión, vinieron los aplausos, los abrazos, las fotos y los brindis a 1654 km de Buenos Aires y a pocos centímetros de las emociones más verdaderas.
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Esta producción forma parte del Plan Federal. Este plan comenzó a gestarse hace tres años, mientras el Cervantes atravesaba la peor crisis política. Y como la sala estaba paralizada, la gestión que presidía Julio Baccaro ideó este sistema por el cual la única sala nacional, asociada con las provincias, produce espectáculos en salas del interior y luego, a fin de año, llegan al Cervantes como gran frutilla de un tentador postre. "A lo largo de estos tres años, ya hicimos más de 100 funciones en distintas ciudades. Estamos muy orgullosos", dice orgulloso Rubens Correa, director del Cervantes, que se vino a San Salvador para compartir ese orgullo con los jujeños.
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Patricia Lubel hace de Elvira, el papel que en cine hizo China Zorrilla. Hace unos años, era la telefonista de la revista La Maga. Cuando la revista entró en crisis, no le quedó otra que abandonar el barco. En 2001, cuando el país entró en su peor crisis, se vino para acá tratando de encontrar su norte en el norte del país. En la obra –junto a Gabriela Bertolone y María Soza, el plantel de cuñadas del texto de Jacobo Langsner– son las que sostienen el ritmo de esta obra que parece no haber perdido efectividad.
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Roberto Cruz fue aviador y hasta llegó a ser piloto del helicóptero presidencial en tiempos de Isabelita. Luego de miles de horas de vuelo, desde hace años vive en un sitio maravilloso de Purmamarca, la ciudad "boutique" de la Quebrada de Humahuaca. Ahora es uno de los que están a cargo de la compleja producción de la obra. Rosa Celentano, una señora cuya elegancia ni la constante lluvia de estos días pudo apichonar, es la productora del Plan Federal por parte del Cervantes. Su trabajo no es fácil. La primera dificultad es convencer a las gobernaciones que se sumen al proyecto. La falta de dinero, o la falta de voluntad política, habrá que decir, es el hueso más duro de roer.
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San Salvador es una ciudad de contrastes. Frente al edificio donde está la catedral y el arzobispado, se está construyendo un shopping. Frente al hotel donde se aloja la delegación porteña, está el edificio de la policía. ¿Será por eso que, por momentos, el audio de la tele esté interferido por las lacónicas comunicaciones de la policía? "Y... sí. Puede ser", dicen.
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Esperando la carroza hará funciones por distintos pueblos de la provincia. El armado de la gira es complejo. Por lo pronto, en el Museo Terry, de Tilcara, la sala está cuidada de una forma que da placer, pero no entra toda la escenografía. No importa; igualmente habrá función en la quebrada. Durante la gira se harán dos funciones diarias: una gratuita, para alumnos, y otra nocturna, para público en general. En otras regiones de la provincia, el panorama es desalentador. Cuentan que en los Altos Hornos de Zapla hay un teatro con 1300 localidades, abandonado. Dicen que en el ingenio Ledesma hay otra sala de 600 butacas, casi vaciada. Otros tiempos. Otro Jujuy.
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Daniel Suárez Marzal es un conocedor del Plan Federal. De hecho, el año pasado montó en La Rioja ¡Jettatore!. "Estar dos meses en San Salvador es como un regalo. Me gusta más esto que montar una obra en el Cervantes", reconoce, mientras toma un café en el bar Dos Chinos. Para el montaje de la obra se topó con algunos desafíos. Por ejemplo, si bien encontró el texto un poco viejo, le descubrió el valor de lo clásico. "Para salvar eso, tenés que encontrar actores enamorados de sus personajes. Es lo que pasó acá". Eso sí: fiel a su costumbre, no volvió a ver la película para liberarse de arquetipos y rutas ya transitadas.
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Dicen y repiten, una y otra vez, que en Jujuy la mitad de la gente vive de la administración pública y, la otra mitad, del Plan Trabajar. Entre los primeros, a uno de ellos que se desempeñaba como sereno aterrizó como técnico en Esperando la carroza. A los que dependen del Plan Trabajar puede ser que, cuando alguien les ofrece hacer una changa, la rechacen por temor a ser descubiertos trabajando y perder así el plan. Algunas de esas consecuencias están a la vista.
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En la versión local de Esperando..., Suárez Marzal se tomó algunas libertades. De hecho, hace sonar un rock furioso y hasta se animó a convocar a una coplera, Hilaria Navarra (ver recuadro), para que hiciera de Mamá Cora ("¿A usted le parece que el señor Gasalla se enojará cuando se entere de que hago de Mamá Cora?"). En el saludo final de la noche del estreno, algunos de los nueve hijos de doña Hilaria ("cuatro de los míos y cinco del cariño") sacaron un cartel que decía: "Sos única". Seguramente lo es. Tanto como esta versión que en estos días anda carnavaleando por diferentes pueblitos jujeños y que en diciembre llegará a Buenos Aires.




