
Mateo: seres en estado de desesperación
Roberto Carnaghi y Rita Cortese encabezan el elenco con el que mañana sube a escena, en el Cervantes, el tercer Discépolo de Guillermo Cacace
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Vivir en estado de desesperación. Ese es el punto al que Armando Discépolo lleva a Miguel y a su familia, los personajes que creó para dar vida a la historia de Mateo , el grotesco que desde mañana ocupará el escenario mayor del Teatro Nacional Cervantes. Para que la idea de este estreno no se asocie a un homenaje a un clásico nacional -que bien podría cuadrar con la sala que lo cobija-, las autoridades del teatro convocaron a Guillermo Cacace, a esta altura todo un especialista en el universo de Discépolo, que con este estreno completa su trilogía, luego de Stéfano y Sangra, nuevas Babilonias.
Cualquiera que haya visto estas obras en Apacheta, la sala-estudio que Cacace tiene en San Cristóbal, o algunas de las adaptaciones que este joven director hizo de tragedias griegas en Bacantes o A mamá puede imaginarse que la mirada que imprima a su Mateo no se instalará en la comodidad que podría dictar un clásico. "Tampoco me voy a hacer el loco, apenas tomaré algunos elementos clásicos y los pondré en tensión -explica Cacace-. En general cuando uno se enfrenta a una obra con tanto peso histórico aparecen tres grandes enemigos: la ocurrencia, que te lleva a decir cosas que el texto no propone; la solemnidad o la nostalgia. Lugares todos en los que se refugia el miedo a ir en contra de lo que se espera." Por eso mismo, para ir por donde no espera nadie fue que Cacace eligió hacer el ejercicio de correrse y asumir el riesgo de no trabajar en las certezas que crean directa empatía con el espectador.
Cuando pergeñó el que iba a ser el primer encuentro con el elenco buscó el modo de entrar al texto por un lugar sensible más que por uno analítico. "Charlando con uno de los asistentes empezaron a salir ideas en las que primó la imagen de tracción a sangre, del esfuerzo físico, de poner el cuerpo. Y en eso vemos –estábamos en un bar– pasar por la calle un cartonero arrastrando su carro."
Así, el primer encuentro con el elenco y todo el equipo técnico se desarrolló alrededor de un proyector de fotos. En la pared empezaron a aparecer una decena de imágenes de cartoneros trabajando en distintas partes de la ciudad.
"Me pareció que era una buena manera de que los actores no juzguen y empiecen a entender lo que es vivir el estado de desesperación y todo lo que eso habilita. Quería que pudieran sentirlo en el propio cuerpo, no como un sentimiento de piedad, como algo que le pasa a otro. Un otro que en esa situación puede abandonar sin más las creencias que lo fundan." El método parece que sirvió, ya que Cacace asegura que fue un antídoto para combatir la nostalgia. "Dejó de ser una historia que ocurrió en 1923 para ser algo que me está atravesando aquí y ahora. Empezamos a meternos en la basura, en la mugre, en nuestra propia mugre."
Grotescos
De esta manera Cacace completa una trilogía que empezó hace unos años cuando reconoció que el grotesco de Discépolo le daba elementos de una teatralidad extrema con la que estaba muy tentado de trabajar. "Es un género que convoca un lugar de investigación para que el actor ponga el cuerpo en franca exposición. Siempre digo que soy un actor que dirige y como tal eso de poner el cuerpo me parece siempre el gran desafío; por eso me gusta el grotesco. Género que también he podido seguir en los trabajos de Ricardo Bartis, de Eduardo Pavlovsky o en los que Alejandro Urdapilleta hacía en el Parakultural. Me atrae mucho esa tensión que provoca, esa mueca que no resuelve ni hacia la comedia ni hacia la tragedia. Me gusta llevarlo al actor a una exposición que no lo tranquiliza en la certeza de un género. Y un género como el grotesco no tranquiliza ni en el gag, ni en la ocurrencia.
-¿Cómo fue tu encuentro con Roberto Carnaghi, Rita Cortese o Mario Alarcón...? Pensando que es la primera vez que dirigís intérpretes con semejante trayectoria.
-Va a parecer una frase hecha, pero la verdad es que estos meses de trabajos fueron para mí un verdadero seminario. Yo he aprendido tanto que no sé cómo agradecerles. Sobre todo el hecho de haberse puesto en mis manos con tanta apertura y generosidad. Todo el elenco [que también integran Horacio Acosta, Max Berliner, Paloma Contreras, David Masajnik, Iván Moschner y Agustín Rittano] es un seleccionado de primera, y además conté con un equipo creativo (luces, música, escenografía, asistencia y vestuario) valiosísimo. Sin ellos comprendiendo la potencia del trabajo en equipo no tendría la singularidad que estoy seguro va a tener.
-Si hubieses hecho Mateo en Apacheta con tu equipo habitual... ¿hubieses realizado la misma puesta?
-¡¡¡¡¡No!!!!! Hubiese sido mucho más clásico… - dice y larga una carcajada.
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