Teatro físico y expresivo

Retame, Zárate , de la Compañía Buster Keaton. Dirigida por Pablo Bontá y Héctor Segura. Elenco: María Laura Barreiro, Mariana Cabrol, Jorge Eiro, Lara Hernaiz, Graciela Jacubowicz y Emanuel Zaldúa. Vestuario: Alejandro Mateo. Iluminación y video: Fernando Berreta. Asistencia de dirección: Magalí Melia. En La Tertulia, Gallo 826 (6327-0303).
Nuestra opinión: bueno

En La liturgia de las horas , allá sobre mediados de los 90, la Compañía Buster Keaton le rompía el cerebro a más de uno con las interpretaciones de sus cinco personajes, que componían a unos monjes jesuitas en su voto de silencio. Luego siguieron La pérdida de los nombres y Los cuatro cubos , entre muchas otras. Todas bajo la misma línea del grupo, dirigido por Pablo Bontá y Héctor Segura, que apunta a prescindir de la palabra para lograr una dramaturgia basada en un teatro de acciones físicas, apoyado en la gestualidad y la expresividad en su más amplio desarrollo.

En Retame, Zárate el grupo desarrolla una metáfora sobre la vorágine citadina y, sobre todo, de la incomunicación que de ésta se desprende.

Aquí quedan de manifiesto la frialdad y la fragilidad de los vínculos, el dolor, el sufrimiento, la violencia y la indiferencia cotidiana. Todo esto Bontá y Segura lo lograron con un exhaustivo trabajo de contramáscara y teatro físico sincronizado a través de una rítmica casi perfecta y de una puesta trazada a partir de geometrías.

Estas seis criaturas deambulan mientras la asistente está sentada a la mesa generando ruidos y dictando los tiempos. No se mueven en un libre albedrío, sino en forma precisa, sólo por diagonales o a los lados del cuadrado escénico. Así, cada vez que la asistente lo marca ellos caminarán cada uno a su forma, pero en el mismo ritmo, mientras se cruzan, se chocan, se evitan, se provocan... hasta que se encuentran, se detienen, se miran y, consecuentemente, confrontan o se agreden.

Los directores hicieron una puesta tan admirable como prolija e interesante. Pero esa pulcritud escénica lleva a un inevitable regodeo en la exactitud y vuelve a Retame, Zárate algo repetitiva por momentos. Tal vez algo de síntesis beneficiaría mucho al resultado final de esta interesante propuesta, aunque la repetición esté puesta intencionalmente como acento dramático.

Bontá y Segura trabajaron el vínculo entre los actores para lograr la exactitud planteada con su teatro físico, con la suma de una expresividad verdadera y conmovedora. Estos personajes muestran su cara oculta y sólo son una representación de sus sentimientos y pensamientos más internos. Son como animales que dejan ver su esencia en la interrelación. No pueden evitar ser depredadores, tal vez por defensa, tal vez por esencia.

Lo interesante de este trabajo de la Compañía Buster Keaton es su búsqueda de dramaturgia no sólo en las acciones, sino también en cada vértice de la puesta. Con un acento lumínico son capaces de detener el tiempo, o sea la vida, en ese aquelarre expresivo.

La puesta de luces de Fernando Berreta es muy buena y esencial a la hora de marcar y delimitar un espacio casi absolutamente vacío. Del mismo modo, Alejandro Mateo se plegó en forma más que correcta a la hora de vestir a cada uno de estos arquetipos.

Complicada y obsesiva

Los seis intérpretes, junto a la asistente en escena, Magalí Melia, están bien atentos a esta puesta complicada y obsesiva, sin salirse de esos universos intrincados de las almas que les tocó componer.

Dos de ellos son mendigos, otras dos son colegialas y el resto parecen ser maestros o profesores. Algunos, de distintas maneras, muestran algún tipo de deterioro físico.

Ninguna de las composiciones es igual a la otra (una puesta así podría inducir a eso). Cada una se distingue por algo en particular y es en el detalle individual donde basan sus composiciones. Todo el elenco es compacto, parejo y muy bueno. Pero sería justo destacar a una actriz muy completa: Mariana Cabrol. Posee una expresividad de esas que logran que el espectador no deje de poner la atención en ella. Lara Hernaiz y Emanuel Zaldúa también realizan trabajos sobresalientes, con un dominio físico intachable.

Por Pablo Gorlero

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