Todos le pegan a Casciari ... y su mamá, también
Hernán Casciari es un ex gordo que hace reír. De eso vive. Pero ahora enfrenta cada jueves al público, se sienta en un escenario y cuenta sus historias, las que durante años escribió en un blog llamado Orsai. Unas historias que hablan de su infancia en Mercedes, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, escritas en Saint Celoni, un pueblo de España. Después de 15 años de vivir en Europa, Casciari, escritor de la novela Más respeto que soy tu madre, protagonizada en teatro por Antonio Gasalla, decide pararse él mismo y contar su vida en forma de cuento.
Cada show es distinto. Hay invitados sorpresa que van desde Kevin Johansen, Mercedes Morán y Mario Pergolini hasta su hermana. Y está su madre, quien le pega con el libreto en la espalda; o están sus primos, que tocan el piano, el chelo y la flauta traversa; más sus sobrinos, que pueden hacer de teloneros y cantar temas de Adele y Amy Winehouse. También, su cuñado y su hermana, que lo acompañan al comienzo de la obra, en algunas funciones.
Antes de empezar la obra, Casciari publicaba cada domingo un cuento en el diario El Mundo, de España, pero, como cuenta en su blog, ya no tiene tiempo de seguir haciéndolo, porque descubrió que actuar "le produce cosquillas en la nuca", que le causan placer.
La escenografía es simple e inmóvil, aunque habla por sí sola: el sillón donde murió su padre de un infarto, el escritorio donde encontró revistas europeas de pornografía a los ocho años, revistas que pertenecían al mismo hombre y la máquina de escribir con la que su padre escribía cartas a la Dirección General Impositiva.
Humillarse en público, eso es lo que Casciari busca. Con su cuñado, el Negro Sánchez, y su madre, Chichita, los grandes protagonistas de sus historias. "Nunca antes un escritor nacional se había dejado golpear por su madre en público", se lee en el programa. Pedirle a su madre que se suba a un escenario y lo golpee en público no fue difícil para Hernán. Ella ya hacía teatro amateur en su pueblo cuando él era adolescente. Su veta artística estaba ahí, latente, esperando. "Se lo pedí con mucha naturalidad, sabía que me iba a decir que sí. Ella estaba en otra historia, había quedado viuda por segunda vez y estaba buscando novio por Facebook", cuenta.
Una obra en construcción es el nombre de este experimento, el último de un hombre que se reinventa en cada proyecto. Como cuando pasó de escribir en un blog a crear una editorial para lectores que no querían intermediarios en otro país. O ahora, en cada columna que hace en la Radio Metro, en el programa Perros de la Calle. Este proyecto propone salir de lo virtual y meterse de lleno a sentir al público que pasa de leer sus cuentos-chistes a verlo en vivo y en directo todos los jueves en la sala Santos 4040: el éxito de la propuesta hace que recién se consigan entradas para agosto.
La novedad para las vacaciones de invierno será una nueva protagonista: su hija. Cuando ella suba al escenario, será obligatorio llevar a un niño espectador a esa función. Con Chiri, su mejor amigo, como actor en una función que hizo en "su" Mercedes, Casciari ya considera que tiene "el álbum completo".
La noche anterior al show, el ex gordo cambia el libreto. Ninguno de los actores-parientes lo sabe. Saca un cuento, pone otro. El objetivo: mantener la frescura, la improvisación, los errores, la obra en construcción.
Una obra en construcción
de Hernán Casciari
Sala, Santos 4040
Funciones, los jueves, a las 21