Un homenaje al ritmo flamenco

Ficha técnica: Fiesta flamenca / Dirección general: Jorge Mazzini / Intérpretes: Jorgelina Amendolara, Iván Carrillo Jiménez y el ballet Palma y Tacón / Primera guitarra, música original y dirección musical: Rodrigo González; Diego Bermúdez, guitarra; Ignacio Jáuregui, cajón; Lisandro Pejcovich, violín; Montsé Ruano, cantaora, y Eugenio Romero, cantaor / Coreografía: Jorgelina Amendolara / Vestuario: Pablo Bonet / Iluminación: Paco Urdiales / Sala: En el Astral, Corrientes 1639 / Funciones: martes y miércoles, a las 20.30 / Entradas: $ 160.
Nuestra opinión: muy buena

Transformado por la idiosincrasia del pueblo andaluz y por las distintas culturas que convivían en esa región, el flamenco, cuyos orígenes se remontan hacia fines del siglo XVIII, supo vivir con esplendor en todos los escenarios del mundo. Nuevamente, ese arte llegó a un escenario porteño a través de este espectáculo que tiene el sabor, la hondura y la gracia de sus cantos y de sus bailes que reflejan lo más íntimo y colorido del alma española. El martinete y la seguiriya abren, a través de la pareja de bailes integrada por Jorgelina Amendolara e Iván Carrillo Jiménez, esta ardorosa cabalgata, a la que sigue un cuadro en el que Carrillo Jiménez danza una soleá por bulerías dedicado a un amor perdido.

En ese proscenio despojado de todo innecesario artilugio escenográfico, el cantaor Eugenio Romero, de voz ronca y profunda, interpreta dos temas populares que parten de sus atávicos gitanos, mientras que los integrantes del ballet Palma y Tacón se lucen, al son de palmas y de sones de guitarras, de cajón y de violín, en sucesivas intervenciones que abren un nostálgico abanico de recuerdos de las más contagiosas muestras flamencas. Montsé Ruano revive, desde su privilegiada garganta, la canción "Se nos rompió el amor", y Amendolara, a través de su espigado cuerpo, de sus manos aladas y de su nervioso taconeo, se convierte en un maniquí que descubre que puede danzar. Bulerías y seguiriyas se insertan en la fiesta para demostrar no sólo lo más auténtico del flamenco, sino también para presentar a un elenco por el que corre en sus venas lo más privilegiado de ese arte ancestral.

El ritmo del tango se mezcla luego con el fragor de la identidad gitana en un humorístico cuadro que recrea antiguos ritos porteños y de ellos surgen, en las voces de Eugenio Romero y de Montsé Ruano, sendos homenajes a Virgilio y Homero Expósito y a Homero Manzi con los temas "Naranjo en flor" y "Fuimos".

El director Jorge Mazzini supo poner a disposición de este espectáculo todo su amor hispano, y al contar con un elenco de indudable calidad, logró su propósito de homenajear a ese ritmo flamenco que habla del fragor de sus palmas, de sus taconeos, de sus voces, de su música y de esa mirada cálida siempre dispuesta a no permitir que el flamenco caiga en el olvido.