
Un robo y unas maestras
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Acassuso . Libro y dirección: Rafael Spregelburd. Intérpretes: Paula Acuña, Pilar Gamboa, Valeria Correa, Andrea Lo Tártaro, Ideth Enright, Laura Paredes, Emma Rivera, Elisa Carricajo, Lula Pettigiani, Adrián Fondari, Mauricio Morando. Escenografía: Oscar Carballo. Ambientación y vestuario: Mónica Raiola. Iluminación: Matías Sendón. Asistente de dirección: Laura Fernández. En el Margarita Xirgu.
Nuestra opinión: bueno
El robo al Banco Río de Acassuso parece el punto de partida para la nueva creación de Rafael Spregelburd aunque, a poco de iniciada la representación, aquel acto delictivo sólo atravesará la realidad de un grupo de maestras de una escuela ubicada en una localidad marginal de la provincia de Buenos Aires y nos develará sus patéticas realidades. El robo, sus participantes y el modo en que ellos operaron para concretar el saqueo despierta un interés particular en las docentes. Lo interesante es comprobar que ellas también tienen su modo singular de operar dentro de la escuela y que quizá por eso se muestran tan fascinadas por conocer más y más detalles de los ladrones, porque no sólo están seducidas por los túneles por los que ellos escaparon o los gomones que usaron en su viaje por las alcantarillas, sino que toda esa aventura les posibilita hasta fantasear con la masculinidad de esos protagonistas.
El autor es extremadamente detallista a la hora de describir ese mundo escolar. Cada uno de sus personajes femeninos resulta de una fuerte observación de esa realidad en la que se mezclan las más diversas variables: los rasgos individuales de cada uno de los personajes son de una particularidad impensable, las competencias a las que se enfrentan y las estrategias para ganar son infinitas; allí también asoman la inoperancia, la falta de interés por el trabajo que desarrollan, las adaptaciones al barrio y sus habitantes y hasta cómo se aprovechan de determinadas cuestiones administrativas en beneficio personal.
Elenco homogéneo
La pintura de Rafael Spregelburd es de un fuerte y alocado impresionismo. El seguramente se ha divertido mucho construyendo esta paleta, que ha completado desde la dirección con el aporte concreto de cada uno de sus intérpretes. Sus actores le aportan la calidad exacta de los personajes que necesita. Y la platea disfruta de esas situaciones que desprenden un humor desopilante, en más de una oportunidad ingenuo, pero siempre apoyado en una crítica inteligente a un estado de cosas que tienen que ver con lo educativo, pero también con una realidad de país en la que ciertos gérmenes delictivos parecen apoderarse de los más diferentes niveles de acción comunitaria. Una delincuencia mayor -el robo al Banco- da pie a la historia que se desarrolla en un ámbito tan fundamental como es la escuela primaria. Y allí también las noticias que podrían construirse son muchas pero están escondidas y eso las torna más terribles.
Un elenco muy homogéneo construye una gama de personajes por momentos increíbles. Pero cada uno de ellos tiene un valor en sí mismo muy impresionante si se tiene en cuenta que todo ese mundo es el que forma a nuestra sociedad.
Las escenas finales pueden cuestionarse, no por su valor sino por su tratamiento. Cuando el nuevo robo ingresa en ese mundo femenino, algo de su teatralidad resulta leve. Y es que hasta entonces el delirio es tan grande y efectivo que debería, ese final, cargar con más elocuencia. Aun así el trabajo en general tiene solidez y mucha riqueza textual e interpretativa.


