
Una mirada alemana sobre la música
El director invitado actuó anoche en el Teatro Colón frente a la NDR Orquesta Sinfónica de Hamburgo
1 minuto de lectura'
LÜBECK-. Tras dos exitosas décadas como director de la orquesta de Cleveland, Christoph von Dohnányi regresó a su "hogar musical" para hacerse cargo, a partir de la actual temporada, de una de las más importantes orquestas sinfónicas de Alemania: NDR Orquesta Sinfónica de Hamburgo. Entre los planes del berlinés está la primera gira sudamericana que lo trajo ayer con su prestigioso organismo en el Teatro Colón.
-¿Qué diferencias hay entre las orquestas privadas y las subvencionadas por el Estado?
-Programáticamente se puede permitir una libertad mayor que en aquellas orquestas que se manejan por sus taquillas. Se pueden hacer obras y programas que en las orquestas no subvencionadas rara vez podrían hacerse. En Cleveland teníamos, sin embargo, una situación excepcional: una orquesta ambiciosa y, debido a la demanda del público, una programación libre. Pero ése fue el resultado de 22 años de trabajo.
-En cuanto a lo musical ¿qué rasgos destacaría de cada una?
-Las orquestas son muy diferentes en cuanto a sus estructuras. Una norteamericana y una inglesa se destacan por ser rápidas en la lectura, son veloces y encuentran una sustancia desde el comienzo. Pero hablando de interpretación, si viene a Hamburgo a dirigir Brahms, no necesita explicar mucho. Ellos están en casa con esa música. Esa es la tradición centroeuropea y aquí no necesita trabajar el estilo. Sí es necesario hablar de lo estilístico si está en los EE.UU. porque es una tradición que no les pertenece, de allí que tengan tantos directores europeos en sus orquestas, como también directores norteamericanos que vienen a Europa a recoger esa tradición y técnica para llevarla a su país. En Alemania y Austria el trabajo debe apuntar más a las demandas técnicas en lugar de las interpretativas. En EE.UU. los músicos deben alcanzar un objetivo que en general es elevado en un corto tiempo y por eso toman muy en serio el texto musical. En Europa, en cambio, el acercamiento a la música es absolutamente más musical y artístico.
-¿Es este regreso a Hamburgo un retorno a su "hogar artístico"?
-¡Absolutamente! Es claro que si uno ha nacido aquí, ha vivido una gran parte de su vida y ha sido impregnado de las tradiciones musicales de este lugar, más aún viniendo de una familia musical, uno se siente en casa. No creo en la globalización porque considero que es un grave error querer exportar la cultura. Tampoco se puede exportar la democracia. Existen ciertos valores que sencillamente no pueden imponerse en un lugar donde no existen como tal.
-Sobre las décadas del 30 y del 40 en Alemania, ¿qué opina de la vinculación entre arte y política?
-Es un tema bastante difícil... pero no se puede vivir en una sociedad sin asumir responsabilidades. Como tampoco se puede decir: soy un gran artista, por eso me mantengo aislado. No funciona así. En Alemania se reconoció demasiado tarde qué era y qué significaba Hitler. Se habían alejado de lo que sucedía a su alrededor y cuando se dieron cuenta ya se había llegado demasiado lejos. Estoy convencido de que Furtwängler actuó mal en Alemania, así como mi abuelo actuó mal en Hungría. Es verdad que mantenían una distancia con la política, pero ninguno de ellos rechazó un cargo, como en cambio sí lo hizo Bartok, que además se fue de Hungría; como lo hicieron Toscanini y muchos otros. No hay disculpas... Tampoco sirve que hayan salvado a personas individuales ni que hayan protegido a sus orquestas. Soy de la idea de que estas personas habrían hecho mucho más por el arte si se hubieran comprometido políticamente.
-El destino de emigrante de su abuelo tras el fin de la guerra fue Tucumán, ¿por qué eligió la Argentina y por qué se fue de allí?
-Cuando llegaron los rusos se fue primero a Austria y permaneció en las cercanías de Innsbruck... Mi abuelo siempre hizo música y nunca fue infeliz... De repente alguien le consultó si no le gustaría abrir una universidad para estudios musicales en Tucumán. Viajó a ese lugar, pudo ganar dinero y al tiempo comenzó a darse cuenta de que nada de lo prometido se construía y que, por el contrario, había un verdadero caos. Recibió una propuesta de Florida y se fue entonces a los EE.UU., donde se dedicó a enseñar por mucho tiempo.
Programa
- Antes de llegar a Buenos informaron de un cambio en el programa que interpretó la orquesta. "Atmosphere", de György Ligeti; Preludio del 1er. acto de "Lohengrin", de Richard Wagner; "Las aventuras de Till Eulespieguel", de Richard Strauss, y la Sinfonía N° 7, Op. 92, de Beethoven, fueron las obras escogidas por la orquesta, que, según aclara el teatro Coliseo, tuvo su primera actuación en Buenos Aires, en 1997, en el ciclo Harmonia. Acerca de la elección comentó Von Dohnányi: "«Atmosphere», de Ligeti, produce una mezcla interesante con Wagner porque ambas composiciones tienen puntos de contacto. Luego Strauss y Beethoven. Esta orquesta es una excelente intérprete de Strauss y la Séptima sinfonía es una gran obra que quiero mostrar especialmente. Destacable en materia de timbre será la sonoridad aportada por algunos instrumentos, en particular el clarinete que utilizamos, que es el clarinete alemán".





