
Calvo, el hacker justiciero
"El hacker 2001", miniserie de acción y suspenso. Guión: Alejandra Bochatey y Pedro Cristiani, sobre una idea original de Sebastián Ortega. Protagonistas: Carlos Calvo, Patricia Viggiano, Rubén Stella, Nahuel Mutti, Antonella Costa, Belén Blanco, Nicolás Pauls, Alejo Ortiz, Boy Olmi y elenco. Dirección: Federico Palazzo. Por Telefé, los martes, a las 23.
Nuestra opinión: bueno.
Casi todo es posible con una pantalla de computadora, un teclado y unos cuantos dispositivos integrados de comunicación. Eso sí: deben ser lo suficientemente complejos para que sólo un especialista de altísima capacitación pueda utilizarlos como corresponde y, de paso, evitar que sean aprovechados por intereses aviesos.
Dante Rossi lo sabe. Pionero en el arte de la piratería informática y dueño de una mente privilegiada que le permite ingresar sin mayores problemas en los archivos mejor custodiados (su trabajo es comprobar cuán vulnerables son los sistemas de seguridad empresariales), es víctima de un atentado casi mortal tras haber recibido datos confidenciales sobre una maniobra con medicamentos armada por políticos y empresarios inescrupulosos.
Salvado in extremis por un vagabundo que cura sus heridas y se convertirá en su aliado, Rossi sobrevive con sus posibilidades físicas menguadas, pero en plenitud mental y en condiciones de librar secretamente, ya que es dado por muerto, sus batallas informáticas en pos de causas justas. Y en contra de quienes le hicieron daño y mantienen en vilo a su familia.
"Yo soy tus ojos", susurra Rossi (el personaje más severo e inflexible que le haya tocado interpretar a Carlos Calvo en TV) en el oído de su esposa poco antes del atentado, que interrumpe una vida exitosa. Tras el hecho, el televidente de "El hacker 2001" comprueba que, de a poco, todo el relato se desenvuelve a través de la mirada del protagonista, reproducida por el ojo de la cámara.
Con nuestro televisor jugando el mismo papel que cumple la pantalla manejada por el hacker casi inmovilizado desde su escondite, vemos todo lo que él ve. Vigilamos a su familia por medio de cámaras instaladas en su casa y lo acompañamos en las acciones para desactivar el plan de los malos de turno, planificadas por Rossi ("Próspero" es su apodo informático) y ejecutadas por un cuarteto de hackers juveniles.
Próspero y sus aliados
La parte medular de esta miniserie descansa, precisamente, en las operaciones que Próspero y sus precoces aliados desarrollan para encontrar a los culpables del atentado. Que son descriptas con un generoso despliegue de expresiones y términos propios de quienes viven obsesionados por los nuevos sistemas de información. Cuando ello se transforma en imágenes que se suceden nerviosamente y a ritmo frenético, pero sin perder jamás dinamismo y sincronización, "El hacker 2001" logra momentos atrapantes. No sólo por algún alarde llamativo de precisión técnica (sobre todo, el montaje que se realiza sin cortes, pasando de una secuencia a otra con movimientos casi supersónicos), sino por la progresión dramática y de suspenso que se alcanza confiando simple y plenamente en el poder narrativo de la imagen.
Pero cuando llega el momento de hacer explícitos los comportamientos y las intenciones de sus protagonistas, la miniserie no logra levantar el mismo vuelo y se vuelve tan rígida como la postura a la que es llevado Calvo para recitar, más ceremonioso que convencido, las consignas que deben cumplir sus jóvenes subordinados.
Y es aquí cuando quedan de manifiesto situaciones de difícil justificación argumental en una historia que apuesta a no dejar nada desajustado: ¿es posible que una familia tan amenazada como la de Rossi deje abierta la puerta de su casa para que un falso basurero (el vagabundo que lo rescató) pueda ajustar en secreto los mecanismos de seguridad en la vivienda? ¿Cómo se explica que jóvenes tan desconfiados como son los hackers acepten sin la mínima reserva trabajar para el misterioso Próspero?
A "El hacker 2001" no le faltan ni holgados recursos tecnológicos ni figuras de indiscutible atracción, aun las de paso fugaz, como Palito Ortega. Ofrece buenas actuaciones (Rubén Stella, Belén Blanco, Antonella Costa) y un funcionamiento pocas veces alcanzado en TV por las escenas de acción registradas en exteriores.
Pero si descansa casi exclusivamente en sus momentos de mayor adrenalina y temperatura más elevada corre el riesgo de quedarse sólo en una exterioridad que en primera instancia sorprende, pero después del impacto inicial se olvida muy rápido. Los efectos especiales bien utilizados y el montaje más sorprendente favorecen cualquier historia de suspenso, siempre y cuando no pasen de medios a fines.
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