El Chavo del 8 fue, sin dudas, una de las series de habla hispana más exitosas de la historia de la televisión y pese a que finalizó hace ya varias décadas, todos recordamos sus personajes y siguen saliendo a la luz detalles desconocidos de las rivalidades que nacieron en el seno de este producto creado y encabezado por Roberto Gómez Bolaños, más conocido como Chespirito.
El secreto de su éxito radica en un puñado de protagonistas entrañables, reales, con sus virtudes y sus demonios, cada uno representando un rol en esa pequeña comunidad que no pierde actualidad y en la que podemos encontrar similitudes con cualquier barrio. Un chico pobre y las diferentes reacciones de sus vecinos: el que busca ayudarlo, la que lo estigmatiza, el que le refriega sus cosas materiales, los que lo ignoran, los que le ofrecen su amistad incondicional. Pero muy a pesar del reconocimiento, los premios y el dinero, la grieta en la vecindad fue tan grande que llevó a la salida de algunos personajes emblemáticos como Quico (Carlos Villagrán), Don Ramón (Ramón Valdés) y La Chilindrina (María Antonieta de las Nieves). Sin ellos, es claro, nada tenía sentido ya que alrededor del Chavo circulaban amigos, vecinos, un maestro. Amores y odios: un engranaje perfecto.
Pero, ¿qué habría originado tanto conflicto? En su momento, los medios mexicanos fueron por la versión más cómoda: señalar a Florinda Meza como la causante de todos los males. Aseguraban que en 1972, cuando Roberto Gómez Bolaños se separó de su mujer por ella y blanqueó lo que era un secreto a voces, todo cambió y que Doña Florinda se convirtió en una persona manipuladora que quería tomar absolutamente todas las decisiones, creando malestar entre sus compañeros. Una especie de Yoko Ono de la vecindad. Otros fueron más allá y señalaron que Chespirito sentía celos de Carlos Villagrán ya que su caracterización de Quico había logrado opacar al Chavo y que hizo todo a su alcance para borrarlo de la escena.
Lo cierto es que se dieron tremendas batallas legales, envidias, guerras de ego y hasta un triángulo amoroso. Un todos contra todos. Nadie sería capaz de poner en duda el enorme talento de Chespirito pero algo falló, así que mientras se prepara la biopic del comediante, repasamos los conflictos que nos dejaron sin las aventuras del chico del barril.
"Cállate cállate, que me desesperas..."
En 1978, Carlos Villagrán dejó el elenco que integraba desde 1970 con la idea de crear su propio show ya que, según él, había "envidias, celos artísticos y profesionales". Para eso, solicitó la autorización de Roberto Gómez Bolaños. El creador de Quico accedió. No satisfecho, tiempo después el humorista quiso ir por más y demandó a su antiguo jefe considerando que el personaje le pertenecía. La justicia le dio la espalda y el guionista le retiró ese permiso por el que aseguró en una entrevista, tampoco había querido cobrar durante el tiempo que Villagrán lo utilizó.
Villagrán contó entonces por qué sentía que el personaje era suyo: "Me enteré que estaban buscando a un niño. En ese entonces se alquilaba el vestuario dentro de la empresa, así que fui allí y encontré el traje de marinerito y la gorrita. Saqué mi propio pelo por el agujero de la gorrita y le hice como unos cuernitos. Me encontré con Chespirito y le dije: ‘¿Quieres que te hable así como niño o que te hable así (con la característica voz de Quico)?’ Y me respondió: ‘Así, con los cachetes’. Y de esta manera nació Quico".
"El programa tenía un popularidad total y absoluta, pero el 70% de las preguntas en conferencias eran para Quico porque estaba de moda. Entonces se empezó a despertar un poquito la ira. Poco a poco fue trepando más Quico en popularidad que el Chavo y me sacaron del programa. A las dos semanas, por solidaridad, Don Ramón también se salió del programa. Así que Doña Florinda se quedó sin hijo para pegarle, la Bruja del 71 se quedó sin Don Ramón y la Chilindrina se quedó huérfana", declaró tiempo después.
Y también dio su versión sobre la despedida del ciclo: "Cuando regresamos en avión a México de una gira por Chile me dijo: ‘Mira, hay un déficit en los registros de los personajes’. Le dije: ‘Son tuyos los registros’. Pero me respondió: ‘Hay un déficit y debo quitarte algo de tu sueldo’. Le pregunté: ‘¿Cómo me vas a quitar si son tus personajes? Yo soy un intérprete nada más’. Él estaba buscando un pretexto para sacarme. Entonces le dije que me salía del programa".
Horas después recibió el llamado del dueño del canal ofreciéndole un ciclo nuevo pensado para él, pero según sus dichos, el personaje no debía hablar como Quico, ni tener cachetes y debía estar supervisado por Chespirito: "Lo que quería hacer era sepultarme artísticamente, ponerme el pie encima, así que le dije que no. Cuando salí a la calle me di cuenta que me había quedado sin trabajo. Me vetó de México por 20 años y mandó fax a la Argentina, Colombia, Venezuela, a todos lados donde se veía El Chavo... y decía que no me dieran trabajo".
Según su relato, se tuvo que ir a vivir a Venezuela, rebautizar al personaje de Quico como Kiko, ya que había perdido el permiso de utilizarlo y cambiar elementos de su vestuario. Durante ocho años, hizo dos programas: 'Kiko Botones' y 'Federrico', pero ninguno fue tan exitoso como el mexicano. En 2013, soltó el personaje en una última presentación en Brasil.
Si bien estuvieron más de 20 años sin dirigirse la palabra, el encuentro se dio frente a las cámaras en un homenaje que la industria le hizo a Chespirito. Un abrazo extraño entre los antiguos amigos de ficción que emocionó a más de un nostálgico.
En juicio con su mejor amiga
La Chilindrina era la mejor amiga del Chavo, en la ficción, en la realidad todo terminó en pelea. El litigio en este caso también empezó por los derechos de autor del personaje, que fue creado por Chespirito y personificado por María Antonieta de las Nieves. En 1995 cuando finalizó el programa, los derechos registrales de los personajes vencieron y la actriz registró a su nombre el personaje que interpretó, alegando que ella le puso mucho de sí misma al personaje de la niña.
Al igual que con Villagrán, en un primer momento Gómez Bolaños no se opuso a que ella siguiera interpretando a la Chilindrina. La actriz montó un circo y recorrió varios países caracterizada con los clásicos anteojos, las pecas y las colitas. Y no fue la única que encontró esa salida laboral: el profesor Jirafales (el actor Rubén Aguirre) y el mismísimo Villagrán junto a Don Ramón también se fueron de gira con sus carpas.
De las Nieves afirmó haber ganado la contienda judicial en 2013, aunque Roberto Gómez Fernández, hijo del escritor, negó tal afirmación e indicó que todavía se encuentran en juicio. Luego de iniciar acciones legales, su personaje ya no participó de ningún otro producto que se desprendiera de la marca, como El Chavo animado, la versión en dibujos que creó Chespirito.
El único que hacía reír a Chespirito
Todos, elenco, amigos y allegados coinciden en algo: la única persona que hacía reír genuinamente a Gómez Bolaños era Ramón Valdés. Dicen que cuando le ofreció el personaje sólo le dijo: "Sé tu mismo" y así fue. El actor le puso su impronta, así se vestía, así de cascarrabias era, pero también así de adorable y leal se comportaba.
Tuvo tres matrimonios, diez hijos y muchas necesidades económicas y si bien el suceso del programa le permitió a Valdés olvidarse de las preocupaciones por casi una década, renunció al programa de forma intespestiva. No fue personal: a diferencia de otros actores, Valdés no tenía ningún enfrentamiento con Chespirito, pero sí con su mujer. Para ese entonces, Florinda Meza ya se encargaba de la dirección artística del ciclo lo que generaba muchos conflictos y él quería seguir tratando con el creador del programa. Por eso, cuando Villagrán fue invitado a retirarse por los celos de Bolaños, Valdés también pegó un portazo revelado por la injusticia.
Después de su renuncia, participó de los ciclos fallidos de Villagrán en Venezuela y fue parte de su circo, pero también trabajó con un incipiente cantante: ni más ni menos que... ¡Luis Miguel! En la ficción interpretaba al tío del Rey Sol, en un rol muy similar al de Luisito Rey de la biopic del cantante.
Si bien a él jamás le negaron interpretar a Don Ramón y no hubo demandas de ninguna de las partes, nunca más se hablaron y Gómez Bolaños no se acercó a darle el último adiós en 1988, cuando Valdés murió enfermo de cáncer como así lo hizo el resto de sus compañeros. Una actitud que luego contó que se reprochó durante mucho tiempo.
Los culebrones
La mayor novela fuera del set fue la que justamente más golpeó al mexicano, por el componente de traición. En plan de provocar una y otra vez la ira de Chespirito, Carlos Villagrán reveló que mantuvo una relación amorosa con Florinda Meza, quien tiempo después sería la esposa de Bolaños durante casi 40 años. En una entrevista declaró: "Hubo un tiempo que anduvimos amigos íntimos, sin pasar a mayores, y ella quería que de amigos pasáramos a otra cosa y yo no soportaba ese tipo de cosas". Según él, era ella quien lo buscaba, a pesar de que estaba casado. De todos modos, casado y todo, insistió en que algo pasó entre ellos finalmente.
La Chilindrina también se enfrentó públicamente con Meza en varias ocasiones. No sólo la señaló por su rol de amante, culpándola por destruir una familia con 6 hijos sino que también, salió en defensa de Ramón Valdez ante los dichos desafortunados de Meza, que lo trató de adicto.
Pero no todo es peleas, hace unas semanas María Antonieta se mostró muy cariñosa con Edgar Vivar (quien interpretaba al Señor Barriga y a Ñoño). En un piquito para la cámara dejaron la puerta abierta, quizás 50 años después, al amor. Para el actor, que bajó muchísimo de peso y está desarrollando su carrera en Brasil, Chespirito es un buen recuerdo. Lo mismo que para el profesor Jirafales que hasta el día de su muerte, usó el personaje para recorrer el mundo con su circo.
Mas allá de los enfrentamientos que tuvieron los actores en la vida real, los personajes de El Chavo de 8 forman parte de la infancia de muchas personas, quienes además pasaron el legado de generación en generación. Un grato humor familiar que nunca pierde vigencia y siempre pero siempre, nos saca una sonrisa.
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