
El sketch, colofón para un largo recorrido televisivo
La versión 2009 de "Gran Cuñado" quedará registrada en la historia de la TV local como el broche final de un largo recorrido que lleva más de una década y media.
Conocemos de sobra el origen de esta historia: el estado de necesidad que llevó a los políticos a farandulizarse para llenar en los medios el vacío que comenzó a crecer entre ellos y la opinión pública en los años 90. Eran los tiempos en que altos funcionarios o candidatos iban a la cama con Moria, hacían morisquetas a la medianoche junto a Raúl Portal y casi nunca resistían a la tentación de jugar algún sketch en compañía de Marcelo Tinelli y su troupe. Con paciencia de arqueólogo, durante una etapa en la que la TV autorreferencial era otra cosa, Miguel Rodríguez Arias se ocupaba de marcar críticamente esa tendencia en sus minuciosos registros de archivo.
El creador de Las patas de la mentira no fue el único en adelantarse a su época. Por entonces, el recordado sociólogo e investigador Oscar Landi recurría en 1992 a un concepto ("videopolítica") que en primera instancia hoy parece perimido, pero que en su lúcida y anticipatoria visión se aplica casi a la perfección a lo que ocurrió apenas ayer: "Desde un punto de vista institucional, la importancia que vaya adquiriendo la videopolítica está en relación directa, privilegiada, con las características de los partidos políticos en cada país. En ausencia de un razonable grado de institucionalización de los mismos, con poco perfil e influencia ideológica sobre la sociedad, ante débiles lealtades partidarias y pocos votantes cautivos, se genera un espacio abierto en el que el poder del video se extiende con pocos contrapoderes a la vista. Desde este ángulo, lo que estaría en juego es la misma estructura y las formas de la acción política", señalaba en Devórame otra vez , un libro que desde su tapa intentaba explicar "qué hizo la televisión con la gente y qué hizo la gente con la televisión".
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La reflexión clave de Landi precede al párrafo citado. Dice que "si bien la TV devora todo lo que encuentra a su paso, avanza hasta donde sus víctimas se lo permiten". Y tal como están dadas hoy las cosas, el avance -lejos de encontrar obstáculos- llega en "Gran Cuñado" a una mezcla de parodia y reality show que también nos ayuda a entender, tristemente, por qué la mitad de la gente no sabe lo que se vota en junio, tal como lo sugiere la encuesta publicada anteayer en la tapa de LA NACION.
Para reforzar la idea de "Gran Cuñado" -y, por añadidura, la anticipatoria visión de Landi- Tinelli anunció anteanoche que el segmento "politizado" de Showmatch incluirá "galas" en las que los imitadores de algunos de los hombres y mujeres más públicos de la Argentina tendrán "30 minutos de fama" para reforzar las señas particulares, gestos y tics sobre los que se apoya cada una de las caricaturas.
Podemos imaginar sin esfuerzo que la burla tendrá a partir de mañana una versión todavía más recargada con los "políticos" cantando, bailando y haciendo todo tipo de pantomimas de la mano de sus imitadores. Y con televidentes perplejos, preguntándose cuán lejos está la sátira de la realidad que padecemos.
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