TV fugazmente solidaria
"Azul con todos", programa dedicado a la solidaridad, con la conducción de Fernando Bravo y Daniela Fernández. Participa: Moncho Balestra. Por Azul, de lunes a viernes, a las 22, hasta el viernes próximo.
Nuestra opinión: regular.
Cuando "Azul con todos" concluya el próximo viernes su fugaz ciclo de dos semanas en el aire, un significativo número de entidades de bien público contará seguramente con nuevos recursos para sus actividades benéficas.
Esta es una de las mejores noticias que pudo haber dado la televisión en los últimos tiempos: la mancomunión de esfuerzos al servicio de una causa solidaria por parte de todos los elencos del canal.
Dentro de siete días el programa ya no estará en el aire, pero la necesidad de ayuda al prójimo, sí. Esta propuesta a plazo fijo se cierra precisamente cuando de cualquier informativo se desprende inmediatamente la necesidad de perseverar en las acciones solidarias. Mucho más en estos días, cuando la crisis socioeconómica tiende a complicarse todavía más.
Si "Azul con todos" surgió, como quedó claramente expuesto hasta ahora, a partir de la necesidad de brindar ayuda a quienes carecen de casi todo, no parece haber razones objetivas para que no siga en el aire y pueda proseguir en busca de esa meta, por lo menos con una frecuencia semanal. De lo contrario, este brevísimo paso por la pantalla de Azul sólo se explicaría por la necesidad de cubrir lo más rápido posible un espacio clave en la programación mientras se resuelve cómo ganar el favor de la audiencia en el exigente horario del prime time.
Es que sólo desde el apuro puede entenderse el rumbo errático adoptado por el programa para llevar adelante su noble propósito. Cuesta asociar el sentido solidario que funciona como declaración de principios con los debates sobre la actualidad política o los premios Martín Fierro que ocuparon durante la semana última buena parte de las emisiones.
Sólo Raúl Portal, ducho en conductas solidarias televisivas durante los últimos años, pareció entender en plenitud el sentido profundo del mensaje. Su idea de resucitar al menos por un rato aquel popular "Notidormi" de los años 80 respondió a la consigna de acompañar con una sonrisa y mucha espontaneidad la ardua tarea solidaria encarada por las instituciones apoyadas por el ciclo.
¿No hubiera sido más adecuado y coherente con las metas del programa que los periodistas del canal o los integrantes del equipo de "Rumores", en vez de tratar con vehemencia cuestiones en muchos casos mundanas, acompañasen a las entidades benéficas con visitas a las personas más necesitadas o apoyo concreto en sus tareas? La presencia de estas figuras en algún comedor comunitario, por ejemplo, le hubiera dado a "Azul con todos" la identidad que sólo exhibió como expresión de deseos.
Con el profesionalismo de siempre, Fernando Bravo y Daniela Fernández procuraron en todo momento unir los fragmentos deshilachados de una propuesta tan valiosa en sus propósitos como pobre en la realización. Y que ni siquiera fue solidaria con algunos de sus convocados: la semana pasada se cortó impiadosamente una bellísima canción ("Diez millones de niños", de Piazzolla y Ferrer) que Jairo entonaba en compañía de un grupo de pequeños y que se asociaba en plenitud con el espíritu de un programa loable y fallido a la vez.






