Un rubí que no deslumbra

" Rubí ", telenovela mexicana producida por Televisa. Idea original: Yolanda Vargas Dulché. Libreto: Ximena Suárez y Virginia Quintana. Productor: José Alberto Castro. Director de escena: Benjamín Cann. Director de cámaras: Alejandro Frutos. Con Bárbara Mori, Eduardo Santamarina, Jacqueline Bracamontes, Sebastián Rulli, Ana Martin, Paty Díaz y elenco. De lunes a viernes, a las 19, por Canal 13.

"Esta es Rubí, tan bella como perversa", dice un engolado locutor en el comienzo de esta desopilante novela mexicana que acaba de estrenar Canal 13. La bella pero perversa Rubí continúa caminando, atenta a la cantidad de transeúntes que giran su cabeza para admirarla. Sabemos que es bella, entonces: lo de perversa está por comprobarse. Aunque si lo visto en su primer capítulo es muestra, calificar de perversos los comentarios obviamente maliciosos y las rabietas infantiles de Rubí sólo puede estar motivado por la cualidad soberanamente obtusa de sus víctimas. Cualidad que -parecen sospechar sus responsables- puede llegar a aquejar al público tras una prolongada exposición a la novela, cuyos efectos en el espectador son tanto o más interesantes que la risible sustancia de la que está compuesta.

El engolado locutor continúa su recitado, entonces, con esta advertencia que funciona como breve sinopsis de esta novela que tiene el encanto de los garabatos infantiles: "A ti, mujer, que te sirva como ejemplo para evitar que la belleza física desvanezca la belleza de tu alma. Y tú, hombre, conoce primero el alma de la mujer que has de amar".

La trama de "Rubí" es complicada en términos de cantidad de personajes, pero tan remanida que cualquiera que haya visto una novela de las llamadas "clásicas" podrá descubrir fácilmente lo que ocurre con sólo pegarle un vistazo a la abundante gesticulación del elenco (lo que es preferible, dado el pésimo sonido y peores diálogos) y convencerse de si es cierto que hay un instante en el que un programa malo -si insiste lo suficiente- logra dar toda la vuelta en la escala de calificaciones como para convertirse en algo excelso en su categoría, si se posee la ironía para apreciarlo.

Otra de las virtudes de "Rubí" -además del hecho de que nadie podrá acusarla de mediocre- es que permite planchar amablemente con la vista en ese cuello de camisa sin perderse ni un momento clave de este triángulo amoroso (ya que, consideradamente, todas las cosas pasan dos veces: la primera da el aviso para levantar la vista de la tabla para cuando efectivamente ocurren, tres segundos después). Baste decir que hay una chica buena y millonaria que se acerca a la villana (su padre explica que, claro, "no hizo muchos amigos por su discapacidad") y le confía que está enamorada de un exitoso arquitecto que conoció por Internet al que Rubí procederá a intimar a que se rinda a sus encantos, y así demostrarle a su madre, que prefiere a su hermana fea, casta y sensata -aunque acosada de todas maneras por sus posibles empleadores- de que el dinero no se hace trabajando (o no de esa manera). De este lado de la pantalla, por lo menos, se espera fervientemente que así sea.

Por Dolores Graña

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