
Un vampiro a capa y espada por Miami
La miniserie protagonizada por Chayanne es un pastiche, pero bien realizado
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Gabriel, amor inmortal (Gabriel, EE.UU./2008), miniserie en 10 episodios producida por Mega Films. Dirección: Agustín. Libros: Agustín, Raúl Alarcón Jr e Indira Páez. Dirección de fotografía: Christoph Vitt. Con Chayanne, Angélica Celaya, Juan David Ferrer, José Luis Rodríguez. Los miércoles, a las 23.15, por Telefé.
Nuestra opinión: buena
Realizada a tiempo para capturar la ola expansiva del fenómeno Crepúsculo en su país de origen, Estados Unidos, y sumarle el nada desdeñable caudal de fanáticos del cantante puertorriqueño Chayanne allí y en América latina, Gabriel, amor inmortal narra la historia del vampiro del título, que ha pasado los 300 años desde que dejó de vivir penando por las calles de Miami en busca del amor de su vida, Viviana, asesinada por el mismo hombre que lo convirtió en inmortal, el conquistador Pizarro (el Puma José Luis Rodríguez, al que le falta sólo retorcerse el bigote y atar a la heroína a las vías del tren).
Gabriel ( un correctísimo Chayanne) es un vampiro sensible: intenta confesarse ante un aterrorizado sacerdote y se ofende cuando el cura sugiere una ristra de ajos y una estaca afilada como remedio para todos sus males. También se niega a matar humanos, por lo que opta, en su lugar, por conectarse cada noche a una suerte de trono que oculta un mecanismo de transfusiones. Tampoco ayuda a su bienestar emocional el hecho de que ha perdido al único compañero que le servía como nexo con su humanidad perdida.
Es en la sala de cuidados intensivos en la que muere su amigo, donde -luego de neutralizar una inverosímil pelea armada entre intérpretes de reggaetón que llega hasta el hospital-encuentra a una enfermera que muy bien puede ser la reencarnación de su amor perdido, ya que Eva (una limitada Angélica Celaya) suele tener inexplicables sueños en los que revive su romance con un Gabriel de peluca y lazo, y su muerte a manos de Pizarro. Un villano que pronto descubrirá (en la vena de la recordada El extraño retorno de Diana Salazar ) que la historia está a punto de repetirse y el resultado, a priori, parece serle desfavorable.
Pastiche
Con su sensibilidad de folletín decimonónico y sus ambiciones hiperrealistas en un marco tan moderno, lujoso y genérico como un hotel de Florida, Gabriel, amor inmortal encarna lo mejor y lo peor de la versión norteamericana de la telenovela, un pastiche que toma los elementos más atractivos de la tira latinoamericana clásica y poda todo el sobrante, agregándole extravagancias latinas -con el Pizarro conquistador del Perú a la cabeza- y una duración limitada, de serie (sólo diez capítulos) para acercar el producto terminado a lo que el público hispano de los EE. UU. reconoce como propio.
Así, Gabriel... ostenta un nivel de producción y realización pocas veces visto en las telenovelas de ese origen -en las que se suele confundir opulencia con elegancia- enteramente al servicio de una trama bien construida e imaginativamente narrada, que logra entretener más allá de la sucesión de remanidos clichés y referencias a todo tipo de películas y novelas vampíricas. Sabiamente, su héroe prefiere los silencios y las miradas cargadas de intención antes que los diálogos ampulosos y ridículos que terminan por enterrar vivos a sus compañeros de reparto.
12 puntos
- En su segundo envío, la miniserie bajó más de un punto y quedó segunda en su horario.
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