
Top Five: cinco películas para evitar en una primera cita
Porque para generar una buena primera impresión, hay determinados films que no ayudan a la causa
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Si bien todo es cuestión de gustos, es innegable que ciertas películas tocan fibras demasiado sensibles para que nos expongamos a ellas en una cita. A veces es mejor apostar a lo seguro y evitar la incomodidad que las escenas de tortura, venganza y tópicos similares traen consigo. A continuación, cinco films que, independientemente de sus logros, uno debería evitar ver acompañado:
*1. HARD CANDY (2005, David Slade)

Lo que se propone hacer Hard Candy desde su premisa no es sencillo. Por lo tanto, y a pesar de algunos momentos interesantes, la película de David Slade no logra el impacto deseado. ¿Cómo se cuenta la historia de una vengadora de víctimas de pedófilos, empleando en el medio una vuelta de tuerca, y eludiendo el golpe de efecto por el golpe de efecto mismo? Si Hard Candy es escalofriante y desconcertante en igual medida es gracias a la dinámica actoral que se genera entre Ellen Page (la mencionada justiciera) y Patrick Wilson (el pedófilo en cuestión), quienes deben transitar diferentes estadios anímicos en casi dos horas. El film de Slade, a pesar de hundirse en algunos baches (como la entrada del personaje de Sandra Oh, cuyo único fin es el de provocar una innecesaria tensión), sí sabe manejar los puntos de vista. ¿Esta joven es tan inocente como parece? ¿Este hombre es el verdadero responsable de un asesinato que ella busca vengar? Las respuestas van llegando a fuerza de abruptos giros narrativos y unas cuantas escenas (incluida la última) muy duras de atestiguar.
*2. PRECIOSA (2009, Lee Daniels)

Si existiera alguna razón para ver Preciosa en una primera cita, sería la de observar la extraordinaria transformación de Mo'Nique, quien se lleva puesta la película con una fuerza incuestionable. Dejando eso a un lado, no hay nada en Preciosa que sea "disfrutable". La suma de factores ya vaticinaba un film difícil de procesar. El material de base era la novela Push de Shapphire - novelista y poeta que se basó veladamente en su propia y tortuosa experiencia al momento de escribir -, y el director encargado de llevar ese material a la pantalla grande era Lee Daniels, un cineasta que no sólo se destaca por su falta de sutileza sino además por su regodeo en la saturación (estética y narrativa). Ese tono que le juega más a su favor en The Paperboy, en Preciosa termina resultando pegajoso, molesto, haciendo que el espectador se distancie emocionalmente del martirio que atraviesa la protagonista, que incluye abuso sexual por parte de su padre, abuso sexual y psicológico por parte de su madre, embarazos, un diagnóstico de VIH y una imposibilidad de escapar de ese entorno. Cuando llega la última secuencia, Daniels le dedica unos pocos segundos al alivio que proviene de la decisión de Precious de dar vuelta su vida, elección sintomática de un realizador que siempre está buscando poner el dedo en la llaga más que en la merecida catarsis.
*3. AUDITION (1999, Takashi Miike)

De las cinco películas de este conteo, no hay otra que sea tan autorreferencial al tópico como Audition del gran Takashi Miike. A fin de cuentas, se trata de un thriller que tiene como disparador la necesidad de un hombre (Shigeharu) de tener una nueva primera cita, tras el fallecimiento de su esposa. La "audición" del título la lleva a cabo un amigo del protagonista - productor de cine -, quien intenta encontrar a la mujer adecuada para que ese hombre deje atrás el dolor por la muerte de su compañera de vida. La entrada en escena de Asami (la bellísima Eihi Shiina) no sólo cautiva por completo a Shigeharu sino que además le devuelve las ganas de enamorarse. Pero estamos hablando de una película de tortura, así que el encantamiento dura poco y Asami termina siendo una asesina metódica, calculadora e implacable. Miike se toma su tiempo para mostrar cómo esta mujer va desarrollando su plan, mientras el sufrimiento de Shigeharu funciona como espejo de aquel que atraviesa al espectador. Audition es tan cruel como brillante, una película indeleble que, sin embargo, no es la más recomendable si de citas se trata.
*4. SOLO CONTRA TODOS (1998, Gaspar Noé)

Este caso es similar al de Preciosa. Si quieren ver a un gran actor (Philippe Nahon) comandando un material complejo, entonces Solo contra todos es la película indicada. De lo contrario, la ópera prima de Gaspar Noé es incluso más indigerible que la polémica Irreversible. Si bien todo film atravesado por el deseo de venganza no es precisamente análogo a un paseo en el parque, en el film de Noé se da la particularidad de que esa venganza (mal digitada, porque el protagonista la ejecuta mediante una confusión en los hechos, lo cual le suma un grado de perversidad al film) es solo el comienzo de una gran pesadilla. Luego de cometer ese asesinato que lo lleva a la cárcel, "el carnicero" (el hombre sin nombre interpretado por Nahon), termina con su condena pero debe cumplir una nueva, aquella ligada a las consecuencias de ese acto primigenio, aquella ligada al poder de sus malos pensamientos. La voz de Nahon es tan oscura y descarnada que no puede pertenecer a otro universo que el de Noé, pero es el director quien anhela tener todo el protagonismo, exhibido en su compulsión por mostrar un pretendido virtuosismo que lo lleva a obtener un efecto ciertamente insoportable.
*5. RÉQUIEM POR UN SUEÑO (2000, Darren Aronofsky)

Pocas veces el título de una película - en este caso, basada en la novela homónima de Hubert Selby Jr. - sintetiza tan a la perfección lo que veremos a continuación. Todo el film de Darren Aronofsky, director que posteriormente bajaría un poco los decibeles en su enfoque y emprendería nuevas búsquedas con obras más perfectas como El luchador, es una sucesión de sueños quebrados. Pero acaso lo más triste de la película sea esa contraposición incesante entre lo que se quiere (Sara y su búsqueda de estrellato, Marion y Harry y su deseo de una relación eterna) y lo que finalmente se obtiene (la muerte de esos sueños, de distintas maneras y con el abuso de sustancias como principal detonante), lo cual convierte a los momentos utópicos/oníricos del film en verdaderos golpes a la yugular. Asimismo, todo el final, sobrevolado por la memorable banda de sonido de Clint Mansell, es la prueba más contundente de lo que quiere decir Aronofsky: es uno quien debe batallar día a día contra sus demonios y es uno quien debe tener el control del rumbo que tomará su cabeza, pero esa tarea es acaso mucho más compleja de lo que aparenta y no todos tienen la fortaleza como para enviar el péndulo hacia el costado del optimismo.





