
Ultimo acorde de un grande: Narciso Yepes
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MURCIA, España, 3 (AP).- Narciso Yepes, uno de los guitarristas clásicos más aclamados de España, murió hoy de cáncer a los 69 años de edad.
Contemporáneo de los guitarristas Andrés Segovia y Joaquín Rodrigo, Yepes fue laureado por sus talentos técnicos y expresivos.
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Es difícil reproducir en palabras la actividad artística del maestro Narciso Yepes, uno de los intérpretes más virtuoso de la guitarra.
Sería mucho más fácil si se pudiera registrar su trayectoria con el sonido de las cuerdas pulsadas de su amado instrumento que formó parte de su vida desde la niñez.
Había nacido el 14 de noviembre de 1927, en el seno de una familia rural en el pueblo de Lorca, Murcia, y allí, a los cinco años, inspirado tal vez por algún toque mágico, Yepes estableció una alianza con la música que iba a perdurar hasta su muerte.
"Es que la música es para mí una necesidad vital -expresó en una entrevista-. Ese destino arraigado en el campo, en las afueras de Lorca, que le había sido impuesto a mi padre, se vio distorsionado en mí cuando tenía cuatro años. Tomaba un bastón que mi padre guardaba detrás de una puerta, y se convertía en mi guitarra. Entonces él, con infinita comprensión, me regaló una verdadera guitarra en miniatura. Aquello fue una fiesta para mí y tal vez una sorpresa para mi familia, pues yo, de oído, conseguía tocar las melodías del pueblo."
Al alcanzar la fama en los años 50, para Narciso Yepes la guitarra era el único equipaje que lo acompañó en innumerables giras, muchas de las cuales tenían a Buenos Aires como destino final.
El público argentino aclamó las presentaciones de este maestro, poco conversador, porque sabía que la guitarra era su intérprete.
Del mismo modo que Andrés Segovia, Yepes divulgó y favoreció la creación de un repertorio moderno de otra significación y alcance, no sólo para guitarra sola, sino también con acompañamiento de orquesta.
Y para favorecer determinados aspectos de su interpretación, Yepes empezó a utilizar una guitarra de 10 cuerdas (a diferencia del tipo clásico que no posee más que 6), construida especialmente para él por el luthier José Ramírez.
"Con la guitarra de diez cuerdas -decía Yepes- el timbre del instrumento no sufre ninguna modificación ni tampoco cambia su técnica, en lo que es fundamental y trascendental. Se trata de superar la falta de equilibrio de las resonancias, lo que constituye el defecto de la guitarra tradicional."
En 1993, a causa de su enfermedad se había retirado de los escenarios, pero tres años más tarde reapareció con un concierto de obras clásicas y contemporáneas en el Palacio de Festivales de Santander.
Fue quizá la despedida de su público, el canto del cisne de un músico que supo, a través de su arte, jerarquizar al instrumento en el género clásico, sin perder esa chispa de espontaneidad que exige la música popular.
"Concierto de Aranjuez", de Joaquín Rodrigo, marcó su debut y también el estilo que iba a imperar en toda su trayectoria.






