Un cruce de folklore, cumbia y electrónica con la inspiración de María Elena Walsh
Descubierta por Grant Dull, el líder del sello ZZK, la música presentará el próximo viernes su disco Maleducada
"El amor me entra por sonidos, quiero información para imaginar", canta Dat García en su primer disco solista, Maleducada, editado por el sello ZZK Records, cuyo notable catálogo crece y se diversifica sin pausa. Y la frase luce como declaración de principios y síntesis ajustada de la propuesta de esta artista de formación heterogénea y talento evidente que ha grabado un álbum realmente inspirado y estimulante en el cual la rica tradición folklórica nacional se cruza con los recursos digitales de última generación. Encuentros cercanos de un novedoso tipo entre el espíritu de la chacarera y el groove del trip hop, digamos, en una línea parecida a la de las exploraciones de otras aventureras musicales contemporáneas como Mariana Baraj, La Yegros y Juana Molina, pero con el peso de su propia personalidad. Dat García presentará oficialmente Maleducada el viernes, a las 21, en La Tangente (Honduras 5329).
Nacida en Monte Grande como Natalia García, Dat (un seudónimo artístico creado a partir de una sencilla anécdota familiar) creció escuchando literalmente de todo: desde Teresa Parodi y el chamamé de las hermanas Arias hasta Almendra y Sui Generis, pasando por Roxette, Simply Red y los Beatles. "Pero creo que mi influencia más importante es María Elena Walsh -subraya ella-. Yo ya cantaba sus canciones de muy chiquita. Y cuando empecé a entender las letras me copé más. Me encanta la sumatoria de esa diversidad estilística que la caracteriza y el contenido tan profundo de todo lo que escribió".
Esa fluida y desprejuiciada educación musical seguramente fue decisiva para forjar una identidad abierta y atrevida como la que revela Maleducada, un título que también apunta en más de una dirección: "La palabra tiene un doble sentido. Y me pareció bueno aprovecharlo: podés pensar en el atrevimiento, en una personalidad díscola o desafiante, pero también en alguien que ha sufrido las consecuencias de una mala educación emocional".
A la hora de definir su estilo, Dat da cuenta de su inclinación por la diversidad: "Lo que hago no es cumbia, ni folklore, ni drum'n bass, ni hip hop, sino más bien una mezcla de todo eso", asegura esta artista que llegó al sello ZZK luego de que el estadounidense Grant Dull, su responsable principal, la viera en vivo cuando teloneó a los mexicanos Nortec. "La música que hago hoy no tiene un estilo definido porque mi formación es muy heterogénea. Toda mi vida toqué distintos estilos: metal, jazz, rock... Y tengo todos esos recursos para usarlos si una canción me lo pide", añade.
La primera banda que integró Natalia, de hecho, era una de hardcore que se llamaba Contramano. En esa época ella escuchaba Fun People y No Demuestra Interés, tocaba el saxo (con pedales y distorsión), los teclados y, a veces, la batería. También cantaba. Después fue guitarrista de un grupo de heavy metal (Viuda Negra) y más tarde empezó a interesarse por el jazz. "Pero nunca me sentí del todo completa tocando en una banda -dice ahora-. Nunca era lo que yo quería. Como en mi casa se escuchaba mucho folklore, mi rebeldía fue meterme con el metal. Pero aún en ese momento seguía tocando chacarera con la guitarra, y después me di cuenta cabalmente de la riqueza del folklore. Empecé a probar con el bombo legüero y el charango, a trabajar con esos instrumentos de una manera que, al menos para mí, era experimental. Obvio que mucha gente lo había hecho antes, pero a mí me sirvió para amalgamar toda esa música que venía haciendo con algo que tenía un poco más de sentimiento, de raíz. Encuentro algo emocional muy fuerte en el folklore, una especie de carga ancestral".
Hubo un disco que operó como influencia potente para ella: Carnabailito, de Gaby Kerpel. "Me voló la peluca -cuenta Dat-. Lo escuché y dije: «Lo que vengo pensando y sintiendo desde hace un tiempo se puede hacer». Algo experimental que no necesariamente tenga que encajar con un estilo determinado. Me copó que lo experimental también pudiera sonar tan bien. Para mí eso era toda una novedad".
Pasó el tiempo, Dat conoció a Kerpel, iniciaron una relación y tuvo una hija con él. Se decidió también a forjar su propio camino musical y el feliz resultado de ese plan fue Maleducada, cuya gestación le permitió aprender una serie de yeites para arreglárselas sola sobre el escenario cuando hace falta. "Armo las partes en mi casa y disparo las pistas en vivo. Si tengo ganas de tocar el bombo o la flauta en vivo, anulo el canal de esos instrumentos y los toco. Antes me volvía loca tratando de tocar todo en vivo. Era una especie de mujer orquesta que se desesperaba en escena. Disparar las pistas me permite estar más relajada y cantar mejor".
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