
Un día clave para el rating
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Los rincones del cuadrilátero no se parecen. Los personajes que lo ocupan tampoco. Los temas, elegidos, mucho menos. En el estudio de Mariano Grondona, en todo caso, no hubo entrenamientos especiales por el nuevo contrincante. Tampoco un monitor que reflejara las imágenes de la competencia o algún cambio de último momento para correr al ritmo del nuevo "Dia D, 2000 aburrido", que emite América.
Enfrente, en cambio, el disparo fue claro. Ya en la cortina, Jorge Lanata ironizó sin medias tintas sobre el ciclo de Grondona: el cuarto piso del edificio que habita el diablo está ocupado por los "programas periodísticos" en general. Pero la música y la escenografía -anteojos y un pocillo de café sobre un escritorio- no permitían la duda ni al más despistado de los televidentes.
Después, durante las dos horas que duró el ciclo de Lanata, no hubo referencias directas. Pero sí una jugada maestra: la ficha más importante llegó al tablero exactamente a las 23, cuando "Hora Clave" aparecía en la pantalla de Azul. Sólo a esa hora, la interventora del PAMI, Cecilia Felgueras, se sentó en la gran D que ocupa ahora el centro de la escenografía del ciclo de Lanata.
Pero lo cierto es que mientras los números del rating se amasaban a fuerza de televidentes, en el estudio de América nadie sabía que los vientos soplaban en dirección favorable. Y en todo caso, la troupe que acompaña a Lanata parecía distendida. El conductor y los columnistas Horacio Vertbisky, Marcelo Zlotogwiazda, Andrés Klipphan, Martín Caparrós, Eduardo Tenembaum y Marcelo Paenza se movían entre las cámaras como quien siempre se ha codeado con esos elementos. Eso aun cuando anteayer estrenaban horario, competencia, escenografía y cortina.
Para la nueva escenografía, Lanata se deshizo de las ya tradicionales letras y números. Ahora, además de la D plateada que hace las veces de escritorio, el conductor aparece rodeado de cubos de colores y de una serie de bustos de funcionarios del viejo y nuevo gobierno. Y cada bloque del programa aparece iluminado de un color que tiñe el espacio de amarillo, rojo, azul o verde.
De Godzilla al diablo
La cortina también fue nueva. Este año, Lanata abandonó aquel paralelo con "Godzilla" que caracterizó "Día D, el regreso. La bestia está de vuelta", y parodió un pacto con el diablo a cambio de un país menos aburrido.
El diablo en cuestión -el cantautor español Joaquín Sabina- lo espera en el penthouse de un alto edificio. Pero el ascensor que lleva a Lanata se detiene en cada piso. Justamente esas escenas son las que le sirven para disparar contra Grondona; los críticos de la TV (se ve un busto de Pablo Sirvén, crítico de la revista Noticias, y una leyenda: "Los críticos son como los eunucos. Saben todo lo que hay que hacer, pero no pueden hacerlo); los jefes de programación (matan a un conductor por los escasos puntos de rating que cosechó), y hasta contra su propio productor ejecutivo, Claudio Martínez.
Arriba, el diablo no logra entender el pedido de Lanata. Mientras Sabina le ofrece mujeres, dinero y poder; el conductor sólo quiere pactar por un país menos aburrido. Algo que el diablo no puede complacer "porque Dios es argentino".
Antes, Lanata marcó su regreso con otro clásico: un largo editorial en el que dejó en claro que el cambio de gobierno no le quitará el hábito de la denuncia y la investigación. Y durante las dos horas del programa casi no tuvo descanso. Al menos, no pudo ni siquiera salir de la escenografía para acercarse al numeroso público que colmó las gradas del estudio. Sólo pasó por allí cuando cerró el programa, frente a una cámara que lo siguió hasta que se subió a un colectivo y desapareció del canal.
Sin preocupaciones
En el otro rincón, el programa de Grondona funcionó como si la competencia no existiera. En palabras de Miriam Pasarello, productora de "Hora clave": "A los responsables del ciclo no nos preocupa ni modifica en nada el programa de Lanata".
Y eso fue justamente lo que se vio en el piso, y por ende en la pantalla del televisor, con un tema polémico entre manos y un grupo de invitados dispuestos a discutir fuerte.
Como un muestrario de todos los sectores de la sociedad afectados por la histórica declaración del Papa, se enfrentaron en el aire- y fuera de él- el rabino Mario Rojzman, monseñor Laguna, Mónica Carranza, Alberto Astrovsky, Pablo Caruso, Carmen González, Mario Edgardo Rojas y Rafael Freda. Ellos, representates de la comunidad judía, la católica, de los pobres y los homosexuales, respectivamente, consiguieron que durante los sesenta minutos de "Hora clave", nadie se acordara de lo que estaba sucediendo en los estudios de América.
"Esta vez añoré el programa de dos horas", dijo Grondona cuando se le escapaban los minutos reservados para su reflexión final.
En el estudio cinco de Azul, los monitores mostraban las caras de los invitados y las de la tribuna. Ninguno sintonizaba otro canal. Otra manera de confirmar que, al menos anteayer, en el universo televisivo de Grondona, Lanata no existe.






