Un romance almibarado
"Aprendiendo a vivir" ("The Other Sister", Estados Unidos/1998). Presentada por Buena Vista. Guión: Garry Marshall y Bob Brunner. Fotografía: Dante Spinotti. Música: Rachel Portman. Intérpretes: Juliette Lewis, Giovanni Ribisi, Diane Keaton y Tom Skerritt. Dirección: Garry Marshall. Duración: 127 minutos. Para mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.
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Carla es una muchacha de 24 años con una ligera limitación mental que, luego de recibir una educación especial como interna en una escuela privada, superó exitosamente muchos de sus impedimentos de conducta. Su vuelta al hogar está plagada de sueños y ambiciones, pero su sobreprotectora madre no es capaz de aceptar su individualidad como mujer y no deja de acosarla, a veces con cariño, otras con gritos destemplados.
En definitiva, Carla decide vivir al máximo sus anhelos y sus esperanzas. Desea borrar de su mente las burlas de sus compañeros de escuela y procura modificar sus gestos torpes y su risa estertórea. Pero el desafío que se le plantea no es fácil. Sólo halla comprensión en la ternura de su padre y de sus hermanas -una lesbiana, otra decidida a apurar su boda-, quienes siempre están a su lado.
La muchacha se plantea un desafío: quiere mudarse sola a un departamento y así poseer un lugar propio lejos de la obsesiva mirada de su madre. Casi al mismo tiempo comienza a relacionarse con un joven que, como ella, tropieza a cada momento con las dificultades que le propone una no muy ágil inteligencia.
Entre ellos nace el amor y, juntos, deciden hallar las respuestas a los más duros desafíos de la existencia y a demostrar que, algunas veces, una vida normal puede ser un gran logro. Pero la casi dictatorial conducta de la madre no cesa de impedir el crecimiento de esa hija ahora rebelde que no transige en lo que ella considera su libertad individual.
Romántica y aleccionadora
La historia, inscripta en ese tipo de comedias románticas con una moraleja aleccionadora, recorre bastante fatigosamente un camino de arduas luchas, de sentimientos encontrados y de idas y venidas hasta desembocar en un final donde todo es azúcar y almíbar.
La trama cuenta con una primera parte bastante hábil en su desarrollo, pero su excesivo metraje, en el que se plantean y se replantean situaciones, la transforman en una anécdota que agota la paciencia del espectador, fundamentalmente en las largas escenas de la pareja central que, si al principio inspiran cierta ternura, luego cae en repetitivos juegos que no dejan de lado el atolondramiento banal y la cansina trayectoria de sus aventuras y desventuras.
Garry Marshall, hábil director de comedias -basta recordar "Mujer bonita"-, debe aquí enfrentar a un guión que avanza a los tropezones, se detiene en diálogos muy explicativos y se regodea con pueril poesía entre una fotografía de restallantes tonalidades y una música machacona.
Lo más destacado del film son las actuaciones de Juliette Lewis y de Giovanni Ribisi, como la pareja luchadora en medio de tontos prejuicios, y Diane Keaton aporta su mesura al papel de la madre castradora. Con una buena idea argumental se hubiese convertido en una agradable comedia en torno de esos seres "diferentes" que desean gozar de un presente y de un futuro sin vallas. Pero su reiterativo espiral argumental dejó a mitad de camino ese propósito.
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