
Un thriller sombrío para Robert Altman
Coherencia: la última película del realizador, que se estrena mañana entre nosotros, abrió una nueva polémica en Hollywood.
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Si bien el interés de Kenneth Branagh en el protagónico de "Hasta que la muerte nos separe" auguraba que finalmente el guión de Grisham podría convertirse en película, el actor británico puso como condición para suscribir su contrato que el director elegido fuera de su agrado.
Así se incorporó Altman, cuyos antecedentes más cercanos -su último éxito comercial, relativamente modesto, fue "Las reglas de juego", hace siete años-, no parecen demasiado emparentados con el olfato taquillero y aparentemente infalible de Grisham, sin duda el más exitoso de los especialistas en thrillers judiciales.
Espíritu independiente
Altman, sin embargo, no se dejó impresionar por esa fama e insistió en imponer al film su sello personal. El mismo, escudado en el seudónimo de Al Hayes, introdujo variaciones en el guión original. Y cuando la película estuvo lista y las primeras proyecciones de prueba hicieron pensar a los ejecutivos de Polygram en la conveniencia de hacer cortes y modificaciones, amenazó con hacer retirar su nombre de los créditos si se presentaba al público un nuevo montaje desarrollado a sus espaldas.
A los 73 años, el viejo luchador volvía a mostrarse aguerrido e indomable. La polémica se hizo pública: la batalla Altman versus Polygram ocupó mucho espacio en la prensa. Y, finalmente, fue su versión la que llegó a los cines.
Esta, según parece, tiene pocos puntos en común con otras ficciones firmadas por Grisham; de hecho, Altman confesó que uno de los motivos por los que quiso realizarlo fue que "nunca había hecho un thriller tan sombrío".
La acción -casi siempre nocturna- transcurre en Savannah, la misma ciudad sureña en que Clint Eastwood ambientó su "Medianoche en el jardín del bien y del mal". Gira en torno de un abogado maduro (Branagh) que intenta proteger a una bella camarera (Embeth Davidtz, a quien hemos visto en "La lista de Schindler"), casada con un indeseable (Tom Berenger) y perseguida por su propio padre, un fundamentalista violento (Robert Duvall).
El obsesivo vínculo que acerca al protagonista a su protegida va haciendo mella en su propia vida y en la de quienes lo rodean: su ex esposa (Famke Janssen), su colega y amiga (Daryl Hannah) y un detective privado alcohólico que suele colaborar con él (Robert Downey Jr.).
Altman siempre mostró especial interés en explorar las posibilidades de los géneros. Lo hizo casi desde el principio, cuando afrontó el film bélico en "M.A.S.H." (1970), el western en "Del mismo barro" ("McCabe & Mrs. Miller" (1971), y el policial en "Un adiós peligroso" ("The Long Goodbye", 1973).
Uno de los aportes que el realizador y guionista hizo al relato de Grisham -en el que por supuesto abundan la traición, las amenazas, el sexo y la avaricia-, es un huracán llamado Geraldo que opera -según se ha señalado- a modo de metáfora de la turbulenta trama de engaños y perfidias en que está enredado el protagonista.
Cuando se le preguntó si había que adivinar una visión apocalíptica en este remate natural de gran efecto con el que ha acostumbrado a finalizar algunos de sus films, Altman prefirió hacer hincapié en sus valores dramáticos: "Una presión física adicional sobre la gente coloca una suerte de lente de aumento sobre su situación. En el caso del huracán, quise colocar el film entero en el contexto de esa tormenta. No quería que los personajes tuvieran demasiado tiempo para pensar".
Oportunidad
El realizador de "Nashville", "Tres mujeres", "Quinteto" y "Prêt à porter", entre sus títulos más conocidos, puntualizó que aceptó realizar "Hasta que la muerte nos separe" como una oportunidad para trabajar en un género que no había explorado. "La gente ni se imagina con cuánto dinero quisieron convencerme de hacer otro M.A.S.H. u otro Nashville. Yo preferí no repetirme y estoy muy orgulloso de no haber transado."





