
Una cena que incluye moraleja
"La cena de los tontos", de Francis Veber. Con Guillermo Francella, Adrián Suar, Roberto Carnaghi, Damián de Santo, Victoria Onetto, Adriana Salonia y José Luis Mazza. Escenografía: Alberto Negrín. Iluminación: Jorge Pastorino. Diseño sonoro: Pablo Abal y Rolo Biondo. Dirección: Luis Agustoni. Duración: 100 minutos. Teatro Lola Membrives. Nuestra opinión: Buena
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"La cena de los tontos", del francés Francis Veber, posee una estructura tradicional de comedia. A los 4 minutos, uno de los personajes plantea el conflicto. Durante un poco más de una hora se desarrolla la trama y, a 3 minutos del final, llega la moraleja ejemplificadora. Un final con mensaje ya deglutidito (obvio por donde se lo analice), como para que el espectador no tenga que tomarse el trabajo de pensar aunque sea un poco. Pero las cartas de esta obra son ésas, y no pretende otra cosa que hace reír. Y lo logra.
La trama es simple. Todas las semanas un tal Pablo (Adrián Suar) hace una cena con sus amigos con un invitado de lujo: un tonto que se convierte en el hazmerreír del grupo. Pero el tonto de turno, Guillermo Francella, llega en un mal momento, le complica la situación al piola y, al final, ya no se sabe quién se ríe de quién. "Esta noche entendí muchas cosas", dice el canchero convertido en víctima.
Más allá de su estructura, lo interesante de la pieza es su transitar. Y en ese aspecto, el director Luis Agustoni montó un efectivo trabajo cuyo eje es el vínculo entre estos dos seres.
Ambos se mueven en un living de estilo "modernoso", la casa del piola , con detalles muy cuidados. La misma paleta que usó para mover al binomio en medio de ese marco.
En el juego de acotaciones, morisquetas y confusiones, el que lleva la voz cantante y alcanza mayor lucimiento es Guillermo Francella. A las bondades de su personaje, luce medido y sin dejarse llevar por la ansiedad de poner en juego toda su capacidad histriónica. Francella demuestra su pasta para la comedia y saca a relucir su buen manejo del escenario.
Su compañero de fórmula, el chico Pol-Ka, otro pichón de la televisión, desarrolla un trabajo básicamente correcto pero sin descollar. Da la sensación de que todavía no le encontró el tiempo adecuado.
Junto a ellos, cinco personajes que apenas se lucen porque la obra no lo permite. De todos modos, merece destacarse el trabajo del talentoso Roberto Carnaghi.
Con estas herramientas en juego, con el plus que significa ver a estos dos actores tan mediáticos trabajando juntos, "La cena..." se convierte en un digno espectáculo para aquellos que buscan pasar un buen momento. En ese punto, la obra no los defraudará.






