Una mujer entre prejuicios sociales
Fedra / Libro: Miguel de Unamuno (basada en Hipólito, de Eurípides) / Adaptación: Pablo D'Elía / Intérpretes: Victoria Cipriota, Laura Palmucci, Carlos Donigian y Esteban Lamarque / Escenografía: Jorgelina Herrero Pons / Vestuario: Maiamar Abrojos / Iluminación: Verónica Lanza / Dirección: Pablo D'Elía / Funciones: Domingos, a las 18 / Sala: Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034 / Duración: 63 minutos / Nuestra opinión: buena
Lejos estaba Eurípides de suponer que la tragedia de una mujer enamorada de su hijastro iba a inspirar la pluma de autores de todas las épocas como Séneca, Racine, Miguel de Unamuno y Sarah Kane, por mencionar a algunos, además de otros artistas que volcaron esta desenfrenada pasión en pinturas, música, esculturas y películas.
Claro que no sólo se trata de la complejidad que representa el lazo familiar, sino también de plantear la relación que emana de una mujer todavía joven que se siente desbordada por el amor hacia un muchacho. Es quizás esta problemática la que le da proyección atemporal a Fedra.
Así la toma Pablo D'Elía en esta versión que realizó sobre la mirada que Unamuno volcó en este drama al instalarlo en tierra española, con toda la carga particular que esto representa, ya que la pasión de Fedra parece emanar de las entrañas de la tierra misma, con su dolor visceral y ese color visual y sonoro que define los aires hispanos.
Cuenta con la actuación de Victoria Cipriota, una elocuente protagonista, a la que imprime, además de una potente voz, una carga de emociones potentes y una resolución actoral plausible. Intenta seguirle el paso Carlos Donigian y lo consigue, aunque ese marido se muestre en algunas escenas más añoso de lo que realmente su personaje exige. Laura Palmucci, como el ama, tiene momentos acertados, pero en otros pierde la oportunidad de otorgarle mayor dramaticidad. Finalmente, Esteban Lamarque, que si bien define acertadamente el perfil de Hipólito, no logra expresar con su cuerpo los pensamientos y sentimientos que expresan sus palabras.
Acertadísimo es el diseño escénico que con pocos elementos instaló, acentuado por el valor dramático que aporta la música y el vestuario y, por sobre todo la iluminación, toda la coloratura y la atmósfera españolas.
La dirección de D'Elía, más allá del reparo en la marcación de actores, resuelve con creatividad el drama y le imprime a las acciones un ritmo que se sostiene hasta el final. Una buena oportunidad para acceder a una obra poco difundida de Unamuno que plantea la posición de una mujer frente al drama pasional que la enfrenta a prejuicios sociales y a principios religiosos.
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