Una obra sobre el sexo, el video y la pantomima
¿Qué hago con esos jueguitos de la Mac que usan mis sobrinos cuando vienen a casa? Algo así debió pensar el joven artista italiano Alessandro Sciarroni antes de desinstalar el Photo Booth para hacer espacio en su máquina. Coreógrafo y director teatral, con amplia experiencia en las artes visuales, Sciarroni le encontró el modo operativo a su MacBook y se conecta para hacer un unipersonal que lleva algunos años recorriendo el mundo.
En Joseph, el italiano crea un personaje de aspecto hipster, barba tupida, botitas y ropa ajustada que se sienta de espaldas al público y ve en pantalla gigante todos los placeres que le ofrece la computadora. Joseph jamás habla. ¿Para qué, si es como si estuviera solo en el living de su departamento? El público no importa, o importa a medias. El auditorio es apenas un voyeur, lo mismo que él y los usuarios de salones de videochats con los que azarosamente coincidirá durante la performance. Net art o arte performático son ideas que pasan por la mente del público, tratando de clasificar el delirio de Sciarroni. Para Joseph, es simplemente otra noche más intentando matar el aburrimiento. Bienvenidos, entonces, al arte indiscreto de la promiscuidad digital.
A poco de asumir en el renovado Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (Tacec), la directora Cynthia Edul expresó el deseo de provocar al público con propuestas de rigor conceptual, y Joseph se adapta a su intención como la vestimenta slim fit de Sciarroni.
Primero Joseph nos muestra el playlist de su iTunes. Tiene una carpeta protohipster, un poco retro, con temas de Portishead, Aphex Twin y Antony and The Johnsons. Elige primero un track ambient de Jondi and Alex, enciende la cámara frontal y, entre fantasmas del público en primera fila, asoma su mano a ambos lados de la MacBook, que se refleja agigantada en la pantalla grande como una mímica del teatro de sombras chinescas.
Eso es sólo el precalentamiento. Joseph minimiza el Photo Booth y vuelve al playlist para poner un tema bien electrónico de Björk. Baila y a medida que interfiere con la computadora su cuerpo se deforma. Primero, como si tanteara a la criatura, pasa un dedo que se estira como un mutante de X-Men. Después hace contorsiones, queda con el trasero henchido como un fauno y se acerca para hacer caras grotescas, al estilo Jim Carrey en La máscara. Pero mucho más interesante, créanlo.
Las referencias cinéfilas son un mensaje subliminal en el arte posaburrimiento de Sciarroni. De las vueltas en que recurre al iTunes, le da play a la banda sonora de Kill Bill por Ennio Morricone para hacer una serie de imágenes deformes, separación, desdoblamiento del cuerpo y demás juegos isométricos que recuerdan el surrealismo y el trabajo de lentes de Alejandro Jodorowsky en La montaña sagrada.
El final fue lo más divertido. Joseph se vistió como el Batman de Adam West para buscar "levante" entre los peeping toms cibernéticos de ChatRoulette y Chatrandom. Mientras muchos eran sorprendidos en plena excitación y seguían de largo, otros quedaban sorprendidos y hasta fascinados por este Batman con audiencia que de pronto se ponía a bailar.
Y así, entre carcajadas, con el público en el bolsillo, Joseph volvió a ser Sciarroni, que sabe que cerrar bien un acto es prácticamente todo.