Volvió Constantino Juri
A pocos minutos de General Roca, en la provincia de Río Negro, se encuentra la Ciudad de las Artes, un espacio creado por la Fundación Cultural Patagonia y que, a la vez, es sede del INSA (Instituto Nacional Superior de Artes). El complejo funciona como escuela integral donde alumnos de la región y de distintas provincias se forman en cualquiera de las disciplinas artísticas, contando con un plantel docente integrado por profesores nacionales e internacionales.
Este pequeño lujo con que cuenta el valle de Río Negro tiene además un auditorio con capacidad para 200 espectadores, donde el pasado viernes se estrenó "Las hijas de Santa Rosa", una pieza del autor local Dinko Vargas y, para ponerla en escena, se convocó al director argentino, radicado en España, Constantino Juri.
Con este espectáculo se retomó un viejo proyecto del doctor Norberto Mario "Tilo" Rajneri, el de la renovación de la comedia rionegrina, creada en los años 70 y que después fue perdiendo su espacio de producción.
Para conformar el elenco de "Las hijas de Santa Rosa" fueron convocados intérpretes que participaron del viejo proyecto (Tachi Benito, Lalo Bertoni, Gladys Aristimuño, Violeta Bosch, Carmelo Scala, Mario Loza, Marcelo Merlo, Eduardo De París y Ana María Bertoni), a los que se incorporaron nuevos creadores, discípulos del Instituto Universitario Patagónico de Artes.
Reencuentro sureño
Constantino Juri conoce muy bien el quehacer teatral patagónico. En varias oportunidades visitó la región, durante los años 70, llevando producciones estrenadas en Buenos Aires. Un buen día le propusieron dirigir la comedia y aceptó. Entonces estrenó "La importancia de llamarse Ernesto", de Oscar Wilde, y su impronta quedó marcada para siempre en la zona. A ese título siguieron "Plaza suite", de Neil Simon, y "La sentencia", de Dinko Vargas.
Unos años después Juri fue designado director de la Escuela de Teatro del INSA, cargo que ejerció durante dos temporadas. Afincado en España hace 11 años, la vida artística de Constantino Juri se reparte entre el teatro y la ópera, pero además entre Madrid, Buenos Aires, Córdoba, La Plata y en esta oportunidad, un reencuentro obligado con Río Negro.
"Volví con mucho entusiasmo -destaca el director-. Yo regreso a los lugares que me dan algo y me dejan algo, porque allí es donde se puede crecer. En esta región viví dos años. La Patagonia es muy fuerte, por momentos te da mucha esperanza y en otros te distorsiona todo. Pero pienso que los que estamos en esto no tenemos una verdadera patria. Buscamos lugares donde poder crear, imaginar, donde realizar los sueños, en eso está la verdadera patria. Yo me siento muy bien aquí, como en Buenos Aires, en Córdoba. Tengo 47 años de teatro (debuté como actor en el 53) y 33 de ópera (mi primera puesta fue en el 67). Trabajé con mucha gente y me doy cuenta de que uno no anda en vano, siempre está acompañado. A esta altura de mi vida quiero no perder algo muy importante, mi capacidad de asombro y el niño que tengo adentro; eso me mantiene con euforia, con optimismo."
Aunque en las últimas dos décadas el trabajo de Juri se destaca dentro de la ópera (ha montado espectáculos en Bilbao, Canarias, Oviedo, Málaga, en España y también en Francia), su reencuentro con una dramaturgia sureña lo entusiasma tanto como estrenar en un gran escenario europeo. "Yo vivo esta experiencia con las mismas ansias, los mismos deseos. Además, acá me encuentro con los amigos, con los lugares que transité, con gente que formé. "Las hijas de Santa Rosa" me pareció, en una primera lectura, una pieza simpática y además me interesó mucho que estuviera basada en un hecho real. Cuando me puse a trabajarla le encontré elementos de la comedia y la llevé un poco a la comedia brillante, farsesca. Y estoy muy conforme con los resultados."
Antes de volver a Madrid, Juri se apresta a terminar de organizar sus próximas producciones en la Argentina. Mientras prepara el estreno de "Il Puritani", de Bellini, para la próxima temporada del Colón, decide la inauguración de la temporada 2001 de ópera en Córdoba, donde seguramente montará un Verdi.
Comedia histórica
"Las hijas de Santa Rosa" es una de las últimas obras de Dinko Vargas, un autor interesado en la crítica de ciertas conductas sociales. En esta pieza, que fue distinguida por el Instituto Nacional del Teatro, en 1998, se apoya en dos relatos del ingeniero francés Alfredo Ebelot (quien acompañó al general Julio A. Roca en la Campaña de Río Negro): "El último pueblo del mundo" y "Cómo se forman las aristocracias", y reconstruye una sátira local que le posibilita cuestionar determinados valores del poder político y eclesiástico nacional y regional.
El texto se impone fundamentalmente por los personajes y ellos -sacerdotes, alcaldes, damas de alta alcurnia, prostitutas, militares e indígenas- demuestran que pueden convivir en un territorio sumamente inhóspito y hasta verdaderamente implacable. Ironía y humor se conjugan para demostrar de qué manera algunas sociedades surgieron de la mezcla de razas y profesiones. Así, al menos, parecería haber sido en la Patagonia.
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