Mientras transitan el duelo por su derrota, los demócratas enfrentan un triple problema para recuperar su brillo político
Biden quedó en la mira como el principal responsable, pero la marea roja republicana tiene un trasfondo más amplio; quiénes pueden tomar la posta en la nueva generación de líderes
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WASHINGTON.- Aún atónitos luego de la durísima derrota electoral que sufrieron ante Donald Trump y los republicanos en la elección presidencial, los demócratas transitan su duelo repartiendo culpas, pero también con la mente puesta en el futuro y en un triple problema que deberán resolver desde el llano: reconstruir su coalición electoral, encontrar un nuevo líder, y un nuevo mensaje.
La autopsia de los demócratas de la derrota comenzó apenas se conoció el desenlace de la elección, y apuntó, en primer lugar, al presidente, Joe Biden, a quien le achacan haber tardado demasiado en bajar su candidatura, básicamente atando de manos al partido para encontrar una alternativa.
Pero las razones que enarbolaron los demócratas fueron más allá de Biden. Hubo quienes cargaron contra la campaña de Kamala Harris, el derroche de recursos y la falta de un mensaje nítido para la economía, o de un quiebre más contundente respecto del gobierno de Biden. Y también quedó en la mira la llamada “política de identidad” que abrazó el partido en medio de una arremetida contra la cultura “woke”.
Detrás de todas estas explicaciones aparece un mismo problema: cómo el Partido Demócrata, que en la era moderna ha sido el partido de los trabajadores, la clase media y las minorías, comienza a construir su futuro tras haber perdido todo –incluido una porción de sus votantes y de su identidad– ante Trump.
“El multimillonario con un inodoro de oro que promete recortes de impuestos a sus donantes multimillonarios está construyendo una coalición multirracial de clase trabajadora”, sintetizó Dan Pfeiffer, quien trabajó para el gobierno de Barack Obama como director de comunicaciones. “Si los demócratas no revierten estas tendencias, será un jaque mate en las elecciones presidenciales durante los próximos años”, apuntó.
Pfeiffer es uno de los protagonistas de un podcast, Pod Save America, que durante la campaña marcó el tono de la interna demócrata y el enfrentamiento político entre el universo de Obama y el de Biden. En medio de la feroz ofensiva que terminó con la salida de Biden, la campaña del presidente apuntó en ese momento directamente al podcast por marcar el tono de la narrativa en contra del presidente.
Ahora los hombres de Obama fueron los primeros en ofrecer una primera lectura de los resultados. Jon Favreau, anfitrión del mismo podcast, cargó directamente contra Biden. “La decisión de Joe Biden de postularse nuevamente a la presidencia fue un error catastrófico”, dijo Favreau esta semana.
Nancy Pelosi, que lideró detrás de escena lo que llegó a calificar como un “golpe de Estado” contra Biden, también apuntó ahora contra el presidente, al afirmar que, si se hubiera bajado antes, el partido podría haber hecho una primaria abierta con otros candidatos. La misma Pelosi había dado un contundente respaldo a Harris en su momento, y durante la convención demócrata en Chicago dijo ante una pregunta de LA NACION que su ascenso permitió tener una mejor campaña, con más recursos y voluntarios.
“Y como digo, Kamala podría haberlo hecho, creo que le habría ido bien en eso y habría sido más fuerte en el futuro. Pero no lo sabemos. Eso no sucedió. Vivimos con lo que sucedió. Y debido a que el presidente respaldó a Kamala Harris inmediatamente, eso realmente hizo que fuera casi imposible tener una primaria en ese momento. Si hubiera sido mucho antes, habría sido diferente”, afirmó Pelosi.
A contramano de las culpas y los reproches, Biden reafirmó su decisión, y su equipo se apresuró a recordar que el presidente quedará en la historia como el único demócrata que derrotó a Trump.
El futuro
Más allá de culpas y reproches, el Partido Demócrata comenzará a buscar un nuevo mensaje y líder para reconstruir su coalición de votantes. Harris, al igual que Biden, está de salida, y aunque hubo quienes elogiaron su campaña y afirmaron que hizo lo que pudo con tan solo 107 días a su disposición, lo cierto es que carga con parte del peso de la derrota ante Trump y su futuro político parece nulo.
Los demócratas cuentan con una liga de gobernadores –Gavin Newsom, de California, Gretchen Whitmer, de Michigan, Andy Bashear, de Kentucky, Josh Shapiro, en Pensilvania, o Josh Stein, en Carolina del Norte– que aparecen en la primera línea de sucesión para liderar el partido.
Y el gobierno de Biden deja una camada de funcionarios que también parecen destinados a pelear por el liderazgo del partido. El secretario de Transporte, Pete Butiggieg, quien ya buscó la presidencia en 2020; la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, que fue gobernadora de Rhode Island, o la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, que fue gobernadora de Michigan.
Cualquiera de ellos deberá lidiar con dos problemas: recuperar el respaldo que los demócratas tenían entre los trabajadores sin título universitario y entre las minorías, en particular los latinos, que se corrieron notablemente hacia Trump en esta elección. El otro: encontrar un nuevo mensaje. Los demócratas apostaron este año a la defensa del acceso al derecho al aborto y la democracia, a la inclusión, a los “valores y el carácter”, en palabras de Obama durante la campaña, pero el electorado estaba pensando en la economía.
“Los demócratas tienen que dejar de complacer a la extrema izquierda”, atizó el congresista Tom Suozzi, demócrata por Nueva York, quien logró salvar su banca obteniendo más votos en su distrito que Harris. “No quiero discriminar a nadie, pero no creo que los niños biológicos deban jugar en deportes de niñas”, lanzó.
El realineamiento político que dejó la elección dejó a los demócratas en un campamento nuevo: el de las elites educadas que se codean con celebrities y al final parecen desapegadas de los problemas de la gente, del norteamericano de a pie, justamente el votante al que los demócratas dicen defender y proteger.
Julie Roginsky, una estratega demócrata, dijo en CNN que la culpa de la derrota no era de Biden, Kamala Harris o Barack Obama. Era de todo el partido por no saber cómo hablarles a los votantes. “No somos el partido del sentido común, ese es el mensaje que nos enviaron los votantes”, dijo.
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