Lecturas: La breve novela olvidada de Hermann Broch, un maestro del siglo XX
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Muchas de las notas sobre Hermann Broch (Viena, 1886-Connecticut, 1951) empiezan de manera más o menos similar, y no va ser esta la que venga a romper la tradición. Al escritor vienés se lo ubica siempre en la lista de autores capitales de la primera mitad del siglo XX (Proust, Joyce, Kafka, Musil). A ese gesto inercial, se le agregan algunas peripecias biográficas: Broch, que estudió ingeniería, se dedicó a la empresa textil familiar hasta que, ya a los 40 años, abandonó todo para estudiar filosofía, psicología y matemáticas, y dedicarse por completo a la literatura. Más tarde, en 1938, tras ser detenido por la Gestapo, logró pasar a Inglaterra –gracias a los oficios, entre otros, se dice, de Joyce– y acto seguido a Estados Unidos, donde permaneció hasta el final de su vida. He ahí los datos invariables.
La publicación de El valor desconocido, “novela menor” y nunca antes traducida al castellano, instala ahora la pregunta de por qué Broch sigue siendo contraseña de modernismo cuando –en comparación con los otros nombres– su incidencia parece haber decrecido.
Una explicación histórica. En Le livre à venir, Maurice Blanchot lo contraponía a la figura de Thomas Mann, un novelista prolífico que –anotaba el francés– renovaba sin cesar, en múltiples planos, “la fiesta de la narración”. Los libros de Broch eran, en cambio, escasos y muy distintos entre sí.
“No era por una parte novelista, por otra poeta y, por instantes, pensador –explica Blanchot–. Fue todo eso al mismo tiempo y a veces en el mismo libro. Como otros escritores de su época, sintió esa presión impetuosa de la literatura que ya no se preocupa por la distinción de los géneros y busca romper los límites”.
Blanchot tenía próximo en el horizonte el terremoto que significó La muerte de Virgilio (1945), ficción sobre los últimos días del autor de La Eneida que es al mismo tiempo poema en prosa, reflexión estética, música, meditación sobre las relaciones de la literatura con el poder y, al mejor estilo de Joyce, disolución agónica en una marejada de palabras e imágenes.
Su otra gran obra previa es casi lo opuesto. La trilogía Los sonámbulos (1939-1932) –Pasenow o el romanticismo, Esch o la anarquía y Hugenau o el realismo– muestra una narración engañosamente clásica. En esa historia de decadencia –el arco de los tres libros va de 1888 a 1918, el fin de la Primera Guerra Mundial– importa menos sin embargo lo que se cuenta que cómo se lo cuenta. Lo que incomoda es “la diversidad de estilos y de lenguas, que inquieta nuestras viejas convicciones románticas, que le atribuyen al tono del escritor algo único, la expresión de su verdad secreta o de su alma inmutable” (Blanchot otra vez). A Broch no le importa representar a la vieja manera decimonónica, sino más bien explorar adónde se dirigen esos mundos en desintegración, que eran el eco premonitorio de la catástrofe que se avecinaba. En esas ficciones se filtraban también las preocupaciones de sus ensayos: el largo proceso de secularización, que veía como una lenta tragedia, la ciencia y sus espejismos, y el kitsch, un concepto que Broch definió de manera precursora.
Mucho de eso se da también en El valor desconocido (Die Unbekannte Grösse), que salió casi en coincidencia con el último tomo de la trilogía. La estructura, más convencional todavía, delata su origen: los primeros capítulos fueron publicados por entregas en un diario berlinés. La simplicidad argumental no debería ocultar sin embargo el tejido que la sustenta: detrás de cada línea surgen los dilemas previos, pero en un ámbito contemporáneo a la escritura y con la nitidez de un folletín sin estridencias.
El protagonista, Richard Hieck, es un joven matemático. Se siente cómodo entre números, como si con esa estabilidad abstracta compensara la angustia que le provocaba el padre muerto, hombre nocturno y frágil, un ser indescifrable. La cerebralidad de Richard, que trabaja en una cátedra y se mueve en el ámbito universitario, al que se satiriza con gracia y en el que se subraya un tenue avance femenino, no es sin embargo una fe ciega.
“En la multiplicidad del mundo se pierde la memoria como se pierde el olvido y en la multiplicidad del conocimiento, en la impredecible masa de contextos posibles, se vuelve indiferente de dónde viene el hombre y adónde quiere ir, el origen y el destino se desdibujan”, se distrae pensando Richard, al advertir la distancia que media entre la subjetividad y una objetividad ya herida por el principio de incertidumbre.
Esas rapsodias científicas tienen su contrapunto en los personajes que, con invisibles pinceladas magistrales, le dan a El valor desconocido la entidad represiva de un drama familiar: con dos ausentes además del padre fantasmal (una hermana bohemia en Berlín, y otro que se fue a América del sur), Richard convive con su madre, y sus hermanos Susanne (a punto de convertirse en monja) y el menor, Otto, con aspiraciones de pintor.
El cruce de relatos permite la detección de motivos: el kitsch se aplica a los objetos religiosos de la hermana devota; la deriva secular encarna en nuevas atracciones (el fútbol que practica un amigo de Otto). Todo parece sólido, pero a punto de desvanecerse en el aire. Richard, que pasa a trabajar en un observatorio astronómico, no puede dejar de sospechar que la vida está en otra parte, que la incógnita de su ecuación siempre quedará pendiente. Ni siquiera la desgracia del final pasa por respuesta.
El valor desconocido se lee con una facilidad adictiva para tratarse de Broch, aunque, firmada por quien la firma, siempre existe la sospecha de un segundo nivel de lectura: ocurre, por ejemplo, en esa nota al pie en que la traductora sugiere que en cierta exclamación se alude sin citarla a “La canción de medianoche de Zaratustra”. Las alusiones, las parodias veladas de Broch eran parte de un arte complejo que toda versión –por simples razones de traducción cultural más que lingüísticas– tiende invariablemente a disminuir.
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El valor desconocido
Por Hermann Broch
Sextopiso. Trad.: Isabel G. Adánez
162 páginas / $ 2900
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La muerte de Virgilio
Por Hermann Broch
Alianza. Trad.: J.M. Ripalda
566 páginas / $ 2800
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