
Acceder versus poseer

Quién recuerda esa escena de la película Sex and the City en la que Carrie Bradshaw, completamente asombrada y descolocada, le preguntaba a Louise, candidata a convertirse en su asistente personal: “¿Cómo una joven desempleada que comparte su casa con tres amigas puede comprar la cartera Louis Vuitton edición patchwork?”.
La respuesta era Bags, Borrow or Steal, una empresa de Seattle que ya en 2008 alquilaba por mes o temporada las últimas carteras lanzadas en el mercado. Toda una expresión de lo que hoy conocemos mundialmente como economía colaborativa. La ecuación es más simple: el precio a pagar por tener algo y usarlo poco es demasiado alto. Mejor acceder cuando lo necesito que tenerlo y no usarlo.
Para muestra, un botón, específicamente el de reservar tu lugar en Bla Bla Car, una app española en la que al publicar tu próximo viaje podés alquilar los asientos disponibles para no sólo economizar tu viaje sino también tener compañía en trayectos de media o larga distancia.
Acceder versus poseer, un gran cambio de paradigma que los millennials pusieron en agenda y la tecnología aceleró a nuestro favor. Un uso que dejó de ser pronóstico y se convirtió en realidad para más de 92 millones de personas que, según Goldman Sachs, prefieren alquilar una casa en cualquier parte antes que endeudarse para ser dueños.
En materia de moda, buscar el consumo compartido de prendas no sólo puede plantear una nueva lógica de acceso, sino que el modelo de economía colaborativa puede ser el primer gran freno al fast fashion.
Según Fashion United, una web especializada en la industria fashion de UK, la ropa tiene alto valor pero su ratio de uso es muy bajo, usamos una prenda máximo siete veces antes de aburrirnos, por lo que tendemos a comprar mucho, barato y de mala calidad.
Si los millennials cambiaron el tener por el acceder, ¿será la generación Z –la primera nativa digital y de gratificación inmediata– la que cambie lo descartable por lo perdurable? ¡Cruzo los dedos!